Queridos orejas:

Os escribí después de Navidad muy preocupada por la situción de una amiga, que dejó la Obra después de ser numeraria casi treinta años y de trabajar durante todo ese tiempo en la administración. Podéis imaginaros las dificultades que tiene para reengancharse  con la "vida civil".

Creo que es  de justicia contaros en estas líneas que, aunque en el apartado "Correspondencia" de la página podría parecer haber tenido poca respuesta mi petición de auxilio hacia ella, sin embargo, sois varios -y, sobre todo, eficaces- los que habéis entrado al trapo en privado, en busca de soluciones y alguna ya está en marcha.

Todo eso le ha dado la pizca de esperanza que no tenía y a mí el saber que sois los orejas unos estupendos compañeros de fatigas y espero que también de alegrías cuando lleguen.

Gracias por todo

Tita