A pesar de todo... sigo en mis trece.- Miguel Ángel
Fecha Friday, 11 February 2005
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Se queja Aquilina en su correo del día 9 de que en esta web se había abierto un debate sobre preservativo sí, preservativo no; un milímetro más o menos; cierta historia sobre un bocadillo de jamón. Casi le avergonzaba entrar a la página. No le falta razón, en el sentido de que esta es web es sobre el opus dei, y se estaba desviando el tema. Sin embargo, creo que no se debiera rehuir este debate, pero no centrado en el tema del condón, sino en un sentido más amplio, la anticoncepción y las relaciones entre esposos en general que yo planteaba, medio en serio, medio en broma, en mi escrito del día 7.

 

Primero, porque en esta página estamos para ayudarnos, y dada la cantidad de escritos sobre el tema, parece que es algo que nos preocupa a los asiduos. Y segundo, porque sí tiene que ver con la obra. No sólo por lo que denunciaba Satur en su correo del día 6. En él decía que el opus va más lejos que la Iglesia pues afirman, yo también lo he oído, que la continencia periódica sólo se justificaría en casos graves y por poco tiempo. Esto sí es deformar la conciencia, y de ahí los recelos, rebotes, o seguimientos al pie de la letra los que aquí escribimos. Finalmente, también tiene que ver con la obra por algo que contaré más abajo.

 

No busco un sito, una frase oficial de la Iglesia en la que se diga lo contrario de lo que todos conocemos, sé que no lo voy a encontrar. Me quejo de que la Iglesia podría cambiar su negativismo en este tema, no sólo limitarse a decir no uses esto, no uses lo otro. Podría ayudar a los cristianos en este tema, tan habitual como el comer, como recuerda Carmen Charo el día 9. En lugar de ofrecerte la ruleta rusa del ogino, por ejemplo, podría fomentar la investigación de métodos más seguros, a fin de cuentas para cumplir sus mandatos. Y de la obra, ya ni digo, si la base es uno detrás de otro; como al principio de la película “El sentido de la vida”, creo que era.

 

Quizá alguien pueda pensar que soy un forofo de los preservativos, pésimo invento para un matrimonio en mi opinión, pero no es verdad. Mira por dónde, yo utilizo un método natural; bueno, en realidad lo usa mi mujer. Esa investigación a la que aludía más arriba, un semáforo que diga ahora sí, ahora no, existe, y lo compré en el extranjero hace unos años. Ahora ya se anuncia y se vende en España. Es una maravilla, y prácticamente seguro. Es un semáforo literalmente hablando, con sus lucecitas verde, amarilla y roja.

 

Hasta aquí alguno pensará qué buen cristiano es Miguel Ángel, que obedece los mandatos de la Iglesia. Sin embargo, ahora viene la parte oscura de la historia.

 

El tema de las relaciones sexuales entre esposos no es un tema que me obsesione, sino que más bien me preocupa. Al año de casarnos, a mi mujer le diagnosticaron una enfermedad grave e incurable. Gracias a Dios, dimos con un excelente médico, con auténtica vocación de investigación, y le aplicó los últimos tratamientos descubiertos por la ciencia. Los resultados han sido excelentes, eso sí, a base de 6 ó 7 medicamentos distintos, varias veces al día.

 

Lógicamente, es natural que quisiéramos tener hijos. Problema: esos medicamentos, tan novedosos, carecían de pruebas y experiencias en mujeres embarazadas. El riesgo de malformaciones no era ni alto ni bajo, simplemente desconocido. A pesar de todo, y guiados maravillosamente, tanto por el médico que la trata como por el ginecólogo, tuvimos una niña. Eso sí, con el corazón en un puño durante todo el embarazo: ¿saldrá bien la criatura?. Tras cuatro años y muchísimas, tremendas, discusiones sobre sí o no, nació un niño. Las preocupaciones, las mismas que en el primer caso. Ahora tenemos, pues, dos hijos maravillosos, fuertes y sanos. Los dos partos han sido con cesárea; al segundo casi no sobrevive la madre, pero si hay un tercero, lo más probable es que no lo cuente.

 

Otro caso más a añadir a los de Merlos en su correo, también del día 9. ¿Qué hacemos?. ¿Qué me puede decir la Iglesia con respecto a esto?. ¿Que vivamos como monjes?. Eso es imposible, que nadie es de piedra. ¿Seguimos con la ruleta rusa?. El peligro ahora es elevado, y ponerse en riesgo ya es malo en sí. ¿Desobedecemos a la Iglesia?. O quizá ésta debiera tener más comprensión, y en lugar de no, no y no, clasificar ciertos casos y medios.

 

A mi señora la han rondado en la obra en muchas ocasiones. Hablando sobre este tema, le dijeron que había que ser generosos, abandonarse en manos de Dios, etc., etc. Ya conocéis la argumentación, lo dicho más arriba: uno detrás de otro. Pero ¿qué demonios sabrá esa numeraria?. ¿Sabe lo que son nueve meses de angustia terrible por saber si tendrás un hijo normal?. ¿Conoce la angustia de saber que es probable que no sobrevivas al parto?. No por egoísmo de mi mujer, como fácilmente pensará, sino por la criatura, a la que le faltará la madre. ¿Qué sabe esa numeraria de las mil vueltas que te puede dar la vida, por mucha tesis y doctrina cuadriculada que tenga?.

 

Por cierto, y para finalizar, seguro que algún opusino utiliza mi caso para ilustrar lo del rejalgar y lo desgraciados que son los que se van, igual hasta me lo echa en cara en esta misma web. Pues que lo sepan, que si estos son el rejalgar y la desgracia, me los quedo, a mi mujer y a mis hijos no los cambio por nada.

 

Un abrazo de un ex-numerario feliz. Miguel Ángel.









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