Para Ricardo.- Pocahontas
Fecha Wednesday, 09 February 2005
Tema 140. Sobre esta web


Estimado Ricardo (7 de febrero):

 

Dices que nos crees -y no sólo  eso- sino que sabes que muchas cosas son verdad, pero te ha escandalizado la lectura del libro de Maria del Carmen Tapia hasta el punto de que “Ese libro está haciendo que no me crea nada de vosotros” (te cito literalmente).

 

Querría hacerte algunas reflexiones:

 

  1. ¿Por qué mantienes una posición tan maniquea? O todo lo que se escribe en esta web es verdad o –porque te parece aberrante lo relatado en el libro “Tras el umbral”- todo es mentira. Mira, cada uno de los que aquí participamos somos responsables estrictamente de lo que decimos pero no de lo que los otros dicen: no pertenecemos a ninguna organización que dicte consignas que debamos seguir fielmente, simplemente nos “reunimos” e intercambiamos opiniones y experiencias. No nos puedes tratar de forma monolítica como si aún fuéramos miembros del Opus Dei que sí es monolítico y presume -con toda razón- de serlo. Si no crees lo que escribe Maria del Carmen Tapia pues me parece bien, pero no entiendo que tengo que ver yo con eso y porque he dejado de ser creíble.

 

  1. Estoy convencida que es mucho peor la tortura psicológica que no la física: La frase, reproducida en el libro, que te parece infamante, según relata Maria del Carmen Tapia, fue dicha por San Josemaría en un momento de profunda ira (santa o no) pero en ningún momento la Autora dice que se procedió de ese modo con la numeraria (creo que se llamaba Gladys) a la que se debía imponer esa “tortura”. Lo que sí dice es que, cuando se atrevió a llamar a la puerta de la habitación de Gladys, ésta le manifestó que había sido advertida por las Directoras de que, si hablaba con María del Carmen, incurría en pecado mortal.

 

Creo que, puestos a escandalizarse por lo que cuenta la Autora del libro, es preferible hacerlo por lo que se refiere a la amenaza de pecar mortalmente: el hecho de que te zurren en el culo  no me parece tan dramático e injusto como el hecho de que alguien quiera, sirviéndose del Señor,  gravar tu conciencia  apoderándose de ella y por tanto privándote del don más sagrado que Dios te ha dado: tu LIBERTAD.  Casi seguro que te he escandalizado con lo dicho pero has de perdonarme y entender que una persona que ha utilizado cada semana, durante trece hermosísimos años, las disciplinas bajándose las bragas y dándose duro mientras rezaba no puede verlo como tú (¡Ay de mí!: ¡¡deformaciones que me acompañarán toda la vida!!).

En relación con lo dicho te puedo asegurar que la amenaza de condenación impregna diversos aspectos de la espiritualidad de la Obra sobre todo en lo relativo a la unidad y a la perseverancia: muchos de nosotros hemos pedido morir antes que no perseverar y lo hemos pedido de verdad, cuando el sufrimiento era enorme y nuestra mente, aún obnubilada, no nos dejaba ver ninguna otra solución (“Antes morir que pecar”).

 

  1. Pienso que, por tu propio bien, deberías tener una actitud menos dura ante la Sra. Tapia: El hecho que narre cosas muy desagradables no puede ser alegado como causa de que lo que dice no sea cierto, ni tampoco el hecho de que el Fundador de la Obra haya sido canonizado. Cosas muy graves, de las que somos autores los miembros  de la Iglesia de Cristo, emborronan los dos mil años de su Historia sin por ello llegar nunca a apagar su Luz. Tu posición –perdona la osadía- me parece demasiado frágil y peligrosa pues si –por ejemplo- llegaras, por algún motivo, al convencimiento de que lo que dice Maria del Carmen Tapia es cierto ¿Qué ocurriría con tu fe? ¿La dejarías en la cuneta?

 

4.       Ciertos aspectos del carácter de San Josemaria eran algo notorio: Yo pedí la admisión en el  Opus Dei en el año 1977 después de haber muerto su Fundador. Recuerdo que en los primeros años que fui de la Obra muchas numerarias que lo habían conocido venían a las tertulias de las “vocaciones recientes” y nos explicaban anécdotas por ellas vividas: era constante el hablar de broncas de película recibidas y especialmente por no haber vivido un aspecto importante en el Opus Dei, “el cuidado de las cosas pequeñas”, que era signo inequívoco de Amor y por lo tanto, el no vivirlo, signo inequívoco de desamor. Aun recuerdo cuando, llena de remordimiento, dije en la charla que no quería ir  nunca a la Casa Central: estaba segura que si hubiese tenido que vivir esas experiencias en el corazón de la Obra, junto al Padre, no las hubiese superado y me daba miedo el inmenso “gap” que existía entre lo que parecía obvio al Fundador -y por lo tanto era lo querido por Dios- y lo que mi cortedad alcanzaba a percibir. Esas anécdotas “fuertes” dejaron de contarse públicamente hacia 1980: posiblemente no fui la única que se quedó “traumada” después de oír alguna de ellas. En el libro del Postulador  de la causa de beatificación  se recoge -que yo recuerde- solamente una de las anécdotas que nos contaron en esos años posteriores a la muerte de San Josemaría pero no recuerdo qué virtud cristiana glosaba. Dicha anécdota hace referencia a una bronca que éste le echó a una numeraria auxiliar que le servía en el comedor.

 

Bueno Ricardo, te saludo y espero que algo de lo escrito pueda serte útil. Abrazos a todos y especialmente a Agustina.

 

Pocahontas









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