Historia de una vida (Cap.8 de 'Erase una vez').- Félix
Fecha Wednesday, 09 February 2005
Tema 900. Sin clasificar


Historia de una vida 

Cap.8 de 'Erase una vez'
Enviado por Félix el 9-2-2005

Antes de ser quien soy tuve que sufrir una intensa metamorfosis. En un principio era libre, caminaba adonde quería, el mundo entero era mi casa. A pesar de mis lentos pasos a ras del suelo (como después me echó en cara la Voz) consideraba como mías cada una de las moreras del bosque en donde nací, el césped que rodeaba la casa del capataz, las montañas lejanas cuyas cumbres el sol incendiaba al anochecer... era mío todo el espacio que abarcaba mi vista. En aquel tiempo fui muy feliz...



Pero entonces surgió la Voz. Al principio como un susurro: “¡Deja de arrastrarte!”. Luego su intensidad aumentó: “Ten miras más altas, abandónate a la esclavitud que la Vida te pide”. Su tormento sobre mí crecía: “Si no sigues el Camino que tienes trazado serás un infeliz. Más vale ser un esclavo de lo Supremo, que libre en el Infierno que te espera. Ponte de una vez en manos de la gran Obra de tu salvación”...

Por un tiempo me resistí, pero al final no pude soportar más la presión de la Voz y me abandoné a la esclavitud que ella me proponía. Al hacerlo sentí alegría.

La Voz me fue dirigiendo y a ella me entregué en cuerpo y alma. Sé que de mí surgieron los hilos sutiles que en aquella cárcel me esclavizaron, pero no pude hacer nada para impedirlo, la Voz los dirigía y yo fui fiel a sus normas. Al final quedé constreñido en un espacio miserable. La oscuridad y tristeza en la que se confinó mi vida fue en aumento. “No te preocupes”, afirmaba siempre la Voz, “tu perfección exige este sacrificio”. Y en aquel ataúd permanecí tanto tiempo que ahora me parece una eternidad.

¡Dios mío, cuántos continúan aún presos en esas mortajas! Pero yo no fui uno de ellos. Un día me rebelé. Tapé mis oídos a los clamores de la Voz y a dentelladas me abrí un túnel hacía la libertad... y escapé... y ahora doy por bien pasado todo cuanto padecí. Si no hubiera seguido a la Voz, seguiría siendo un gusano. Y si, en su momento, no la hubiera desobedecido, estaría condenado a permanecer como una eterna y amojamada crisálida. Pero no ocurrió de esa manera. Supe obedecer y desobedecer a tiempo, por lo que ahora soy una gran mariposa, libre, hermosa y envidiada por todos cuantos aman la belleza y la libertad.

Félix

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