No se debe generalizar.- Gregory P.
Fecha Monday, 07 February 2005
Tema 100. Aspectos sociológicos


Queridos todos:
 
Espero que me volváis a aceptar en vuestra comunidad de escribidores, varios meses después de no meterme en vuestras vidas en forma de correo. No obstante, me he leído la correspondencia cada semana. Raro es el día que me la he perdido. No sabéis lo que me alegra ver bullir, en este mundo virtual, a tantas personas para las que, lo queramos o no, el Opus ha sido algo determinante en nuestras vidas. Para bien o para mal. En muchas ocasiones, y de muchas formas, para mal.
 
Desde hace días, se está librando una batalla descomunal sobre el tema del preservativo, que se ha ampliado a otros aspectos de la moralidad de la Iglesia. He de decir que la primera batalla a la que aludía me queda un poco lejana. La naturaleza no ha querido que sigamos teniendo hijos, por lo que no necesito preocuparme de impedir la reproducción. Pero entiendo que para muchas personas puede convertirse en piedra de escándalo. En el verdadero motivo por el que alejarse definitivamente de la Iglesia.
 
Creo que el mismo hecho de generalizar sobre estos asuntos, y de meter a todo el mundo en el mismo saco, es contrario a la misma esencia de la moralidad, que fija en la conciencia recta el patrón de la conducta. La conciencia de cada uno, no la de monseñor Escrivá, o la del Padre Topete.
 
El mismo tema del preservativo es algo muy delicado. Conocí a un señor que fue infectado por el virús del SIDA en una transfusión sanguínea realizada en un centro médico. Cosa que sucedió hace muchos años, cuando el SIDA era una enfermedad mortal de necesidad. Este hombre estaba casado, y su mujer no había contraído la enfermedad, evidentemente, por mantener relaciones con preservativo. ¿Alguien en su sano juicio le recomendaría a ese señor que tuviera relaciones abiertas a la vida a este pobre hombre? Estoy convencido de que no. Por lo que hay casos y casos.
 
Creo que estos asuntos forman parte de la conciencia de cada uno. O, en el matrimonio o en la pareja, de dos. Que cada uno, o cada dos, tomen una decisión suya y personal sobre ese tema. Pero sin asombrarse de que esa decisión, en algún momento, pueda ser equivocada. Y que uno pueda arrepentirse de haberla llevado a cabo.
 
Es decir: que no pasa nada si uno sigue creyendo aquello de que el justo peca siete veces al día. Hombre, entre las siete veces, alguna será por el tema del fornicio. Y si no peca hoy, pecará mañana, o pasado.
 
Ultimamente he visto algunas jaurías televisivas, en las que ciertos homínidos despellejaban a otros por haber cometido el increíble pecado de decir mentiras. Luego explicaban sus múltiples relaciones sexuales con múltiples tertulianos, casados, solteros o mediopensionistas. Es curioso lo moralistas que salen algunos para el tema de la mentira, o de la apropiación de lo indebido, y lo laxos para el tema del sexo.
 
Ojo. Yo no sé qué es pecado o no en materia sexual, pero entiendo que es normal que uno peque en ese tema. Si no, lo de siete veces al día, se queda como una exageración del Maestro, que se ve que tenía el día malo cuando lo dijo.
 
Lo que quiero decir: que no hay que obsesionarse. Que hay que informarse. Y que si uno piensa que ha hecho mal una cosa, se confiesa, y ya está.  
 
Algunos me dirán que la confesión es una injerencia en tu conciencia, y que nadie debe meterse en tu intimidad. Quizá sea cierto. Que tú eres el único que debe tomar tus propias decisiones. Es posible.
 
Quizá a algunos la Opus les dio una seguridad en sí mismos que les permite guiar la barquichuela de su conciencia con mano firme, sin balizas de señalización, ni barcas de salvamento. Pero convendréis conmigo en que no todos fuimos tratados igual. Muchos soportamos, años después de nuestra salida, una ligera, pero evidente, necesidad de conocer la opinión de los demás. No es deseable, pero tampoco lo es la calvicie, ni los pies planos. Ni la hernia de hiato. 
 
Muchos de quienes nos acercamos al Opus, y que lo dejamos, seguimos intentando cumplir con los diez mandamientos que nos enseñaron nuestros padres, y el cura que nos dio la catequesis de primera comunión. ¿Pasa algo? Y nuestra opción es tan legítima como la de quien se ha convencido de que Dios no existe.
 
No creo que sea más o mejor "ex" el ateo que el creyente. Son dos opciones. Y las dos merecen ser tratadas con respeto.
 
No es de recibo que todo sean reverencias con personas que han tomado una decisión, y que se insinúe que los que aún creemos somos cooperadores o algo parecido. No digo que se haga en esta página. Pero si se hiciera, yo no estaría de acuerdo.
 
Por ello, creo que tanto derecho en la página tienen unos a hacer apostolado de su descreimiento, como lo tienen otros a hacerlo de su fe.
 
No obstante, a Pentium le diré, con todo el cariño que puedo, que siga el ejemplo del Maestro. Que no nos recuerde la moral de la Iglesia, que ya la sabemos. Algunos recordamos el catecismo de memoria. Mejor será que nos enseñe con su vida que Cristo vive. Que tenga muchos hijos, que sea un buen padre para todos. Que sea un Tomás Moro en este extraño siglo XXI que nos ha tocado en suerte vivir. La charlita que dio el otro día la podemos suscribir todos. Pero, ¿es así como vives tú? Ojo, no sé quién eres. Pero, ¿lo sabes tú mismo? ¿Te conoces a ti mismo?
 
Un abrazo.
 
Gregory P.








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