¿Hubiera sabido Escrivá poner una lavadora?.- Brian
Fecha Friday, 04 February 2005
Tema 100. Aspectos sociológicos


"Es natural que los hijos y las hijas ayuden en las tareas de la casa: una madre que sepa preparar bien a sus hijos, puede conseguir esto, y disponer así de oportunidades, de tiempo que —bien aprovechado— le permita cultivar sus aficiones y talentos personales y enriquecer su cultura. Por fortuna, no faltan hoy medios técnicos que, como sabéis muy bien, ahorran mucho trabajo, si se manejan convenientemente y se les saca todo el partido posible. En esto, como en todo, son determinantes las condiciones personales: hay mujeres que tienen una lavadora del último modelo, y tardan más tiempo en lavar —y lo hacen peor— que cuando lo hacían a mano. Los instrumentos son útiles sólo cuando se saben emplear". (José María Escrivá, del libro 'Conversaciones', del punto 89.)*

*La letra en negrita es mía.

Tengo una amiga que tiene 4 hijos (ni 10 ni 12 ni 14 hijos; sólo 4) y que trabaja como abogada en una asesoría jurídica. La pobre está estresada, no consigue sacar tiempo para ella y no sabe por qué. El otro día le dije:

-Margarita, vamos a hacer la oración con los escritos de un santo, gran conocedor de la psicología femenina, de su dignidad, de su valía, y de su función en la sociedad, en el mundo y en más allá.

Quería yo ayudarla para que se diera cuenta de cuál era el motivo de su estrés y ponerle remedio. Nos quedamos en silencio y le pregunté:

-Margarita: ¿tú manejas convenientemente tu lavadora? Me miró y antes de dejarla que pronunciara una palabra, volví a preguntar:

- ¿le sacas todo el partido posible?... Piénsalo bien.

Volvió a abrir la boca con intención de hablar pero nuevamente me adelanté:

-Margarita, es posible que tus condiciones personales no te permitan haber aprendido cómo se pone una lavadora: ¿recuerdas cuál es tu coeficiente intelectual? ¿sacaste buenas calificaciones en el colegio? ¿tuviste algún tipo de problemas cuando te explicaron la diferencia entre un libro, un coche y un bocadillo de paletilla de jabugo?... Piénsalo, Margarita, piénsalo bien... que se empieza por ahí y luego resulta que en la vida adulta no estás capacitada para poner una lavadora.

-Por cierto (Margarita ya no hablaba, sólo bostezaba): he visto que tienes una lavadora ¡¡del último modelo!! No hay más que hablar: aquí tienes la raíz de todos tus males.

-Margarita, sé sincera contigo misma, no tengas miedo: ¿has notado si tarda más tiempo en lavar que cuando lo hacías a mano?

-Margarita ¿te das cuenta de quién es la culpable de tu estrés y de que no saques tiempo para cultivar tus aficiones y talentos personales y enriquecer tu cultura? ¡¡La lavadora, Margarita!! ¡¡No sabes sacarle partido a tu lavadora!!

Margarita se levantó, desapareció por el pasillo y volvió con el termómetro. Insistió en tomarme la temperatura.

Mientras yo estaba con el termómetro debajo del brazo, me fijé en detalles anecdóticos de la vida de Margarita. La pequeña de sus hijas, de 3 años, preguntaba por su disfraz de princesa con el que tenía que ir vestida al colegio al día siguiente -carnaval-. Margarita tenía preparados al lado de la máquina de coser, telas de varios colores -sobresalía la de color rosa-, adornos para coserle encima, cartón, purpurina, pegamento... Luego vino Juanito, que tiene 7 años: ese sí que tenía fiebre; estaba atravesando un proceso gripal que le impedía ir al colegio y ese mismo día, Margarita había tenido que faltar unas horas a su trabajo para llevarle al médico, localizar a alguna de sus hermanas para pudiera cuidarle e ir a buscarla a 30 km de Madrid. Luego apareció Marta, 9 años. Se quejaba de que no sabía resolver sus deberes de inglés. Margarita la tranquilizó diciéndole "papá no tardará en llegar, él te echará una mano"... Y también apareció Jaime, el hijo mayor, porque tenía hambre y quería cenar. Sonó el teléfono: era Pedro, el marido de Margarita desde el aeropuerto de Avilés: su avión sufría una nueva demora a causa de la nieve.

Me levanté, dejé el termómetro encima de la mesa, y me despedí. Durante todo el trayecto en bicicleta hasta mi casa no pude dejar de pensar cómo hacer para que Margarita se desprendiera de su lavadora 'último modelo'.

Pero un poco más tarde me asaltó una duda: ¿hubiera sabido Escrivá poner en marcha una lavadora...?

Llamé a Margarita para pedirle excusas, pero no pudo ponerse al teléfono. A pesar de que era muy tarde, estaba confeccionando un traje de princesa.

Un abrazo a todos,

Brian









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