Sobre el debate de los preservativos.- José Carlos
Fecha Friday, 04 February 2005
Tema 900. Sin clasificar


Queridos todos:

Tengo mucho que comentar y contestar con respecto al tema de la Iglesia y la web, pero estoy a la espera de ver si los orejas publican el correo que les mandé hace una semana (un par de veces, creo recordar), que responde a muchas de las cosas que me han preguntado desde entonces personas como Ramón (2-II). Y sí que me parece que fue escrito “con respeto, rectitud de intención y lleno de datos”, Sonsoles (2-II) ;).

Pero no quiero dejar pasar otro día sin suplicar que no nos tiremos los trastos a la cabeza. Pentium (2-II) pensará lo que piensa, basado en su propia experiencia y buen entender, pero eso no es razón para descalificarle o meterse en lo personal sin concentrarse en los argumentos.

Ya sé que muchas veces decimos las cosas sin querer herir y terminamos molestando (yo el primero), pero creo que vale la pena esforzarse por recuperar la serenidad y no caer en el sarcasmo ni el tono condescendiente. Y eso va por todos, y me incluyo.

Un par de ideas sobre el debate:

Algunos se preguntan de dónde se saca la Iglesia lo del aspecto unitivo del acto sexual. Recomiendo la lectura de lo mucho que tiene escrito y predicado Juan Pablo II sobre el tema, empezando por su libro “Amor y Responsabilidad”, seguido por los discursos de las audiencias del miércoles del principio de su pontificado (recogidos en inglés en un libro llamado “Theology of the Body”), que quizá coincida con el libro italiano que menciona Isabel (“Uomo e Donna lo creo”). A mí me parece que la decisión divina de crear la sexualidad humana, originada según el Génesis en la frase “No conviene que el hombre esté solo”, lleva en sí misma la indicación de unión con otra persona y el don de sí mismo.

Respecto a que no se puedan separar artificialmente los componentes unitivo y procreativo, también hay mucho escrito y no tengo tiempo de entrar en muchas disquisiciones. Pero nos tendríamos que preguntar por qué decidió el Creador hacer que en los seres humanos, los mismos órganos que capacitan la unión corporal de hombre y mujer ejercen además la función reproductiva. No tenía que haberlo unido de esa forma, y si lo hizo así me imagino que sería por algo.

Pero una cosa es el uso del preservativo para prevenir la concepción y otra para defenderse de enfermedades sexuales, que pueden ser mortales. Desde mi modesto entender, no existe un pronunciamiento oficial y definitivo de la Iglesia sobre este tema que abarque a todas las circunstancias. Lo que está claro es que el preservativo, de por sí, no es un objeto malo, como no lo es una pistola: depende del uso que se le dé (hablo desde una perspectiva de fidelidad al Magisterio).

Por ejemplo, yo no veo cómo el preservativo añade nada de malicia moral a un acto homosexual: desde el punto de vista de la Iglesia ya es un acto desordenado, pero como de por sí no está orientado a la reproducción, usar un preservativo en estas circunstancias para evitar la transmisión de enfermedades, me parece lógico e incluso recomendable.

Y extendiendo este supuesto, ¿qué decimos de usar el preservativo en un acto heterosexual en que la reproducción sea imposible? Por ejemplo con una mujer que haya llegado a la menopausia, o que tenga una histerectomía, o que esté embarazada.

¿Y si la mujer, sin haber llegado a la menopausia, está en la parte del ciclo estéril, con la misma certidumbre científica que da el método natural de regulación de la natalidad, apoyado con análisis de orina?

Y otra más: ¿qué pasa en esas relaciones en las que el marido, que por su estilo de vida conlleva todo tipo de riesgo venéreo, se impone a la mujer en un acto que no tiene nada de amor ni de unión? Pongamos que la mujer ha decidido en conciencia que es hora de limitar el número de hijos, y querría utilizar medios naturales como manda la Iglesia. Pero el marido no está por la labor, y después de llegar de un viaje en el que ha visitado todo tipo de bordeles, fuerza a su mujer. Si el acto en sí es una violación, ¿añade algún tipo de carga moral el que la mujer quiera protegerse pidiendo al marido agresor que al menos use un preservativo?

Tampoco hemos de confundir la intención con el objeto moral del acto, como creo que hace Txiki (2-II) cuando pone el ejemplo de la morfina en los enfermos terminales. La Iglesia enseña que el fin no justifica los medios: si el acto en sí es desordenado, no hay intención que lo justifique moralmente. Dar morfina, en sí, no es un acto desordenado; pero por ejemplo el asesinato directo de un inocente, aunque sea por salvar a mucha más gente, sí lo es. Desde el punto de vista del Magisterio, prevenir la concepción separando artificialmente los aspectos procreativo y unitivo también lo es.

No es un tema nada sencillo, incluso desde la más estricta ortodoxia, y si es posible usar el preservativo moralmente en unas circunstancias y en otras no, la Iglesia tiene que andarse con suma prudencia antes de recomendar algo a nivel de salud pública mundial.

José Carlos









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