Para Kaiser:
¿Dónde estaban las vidrieras que limpiabas en Aralar? Yo no recuerdo ninguna. La verdad es que no recuerdo casi nada de los dos oratorios, el primitivo y más grande, junto a la entrada, bajo la sala de estudios (más o menos) y el posterior y más pequeño, robado al jardín del campo de bochas, y que se construyó en el segundo año de mi estancia en el entonces secreto seminario. Y donde resonaba como en el infierno la voz airada y destemplada -cuam leo rugens- de la Bestia Honorífica.
Un abrazo de ex colegial.
Bastián.