Gruñones y cascarrabias. (Alguien sabe... Cap.5).- Satur
Fecha Sunday, 26 October 2003
Tema 100. Aspectos sociológicos


Capítulo 5 de '¿Alguien sabe qué es el Opus Dei?'

(Enviado por Satur el 26-oct-2003)

Uno de los asuntos que más me llamó la atención al vivir en un centro de mayores fue la cantidad de gruñones que convivían por metro cuadrado. Se ha tratado mucho en los escritos sobre el alto número de depresivos, y es cierto, pero el de gruñones y cascarrabias es muy superior.

Y es que la suma de actos perfectos no hacen un hombre prefecto; no lo olvidemos. Se puede ofrecer el día besando el suelo, rezar miles de jaculatorias, hacer media hora de oración por la mañana y por la tarde, asistir o celebrar la Santa Misa, ofrecer el trabajo, rezar el Ángelus, las tres partes del Rosario, poner la sal de la mortificación en todas las comidas, leer a diario diez minutos de lectura espiritual y cinco del Evangelio, ponerse dos horas el cilicio, mirar con devoción las imágenes de la Virgen, saludar al Custodio del centro al entrar en casa, saludar y despedirse del Santísimo, rezar las tres avemarías antes de acostarse, rociar con unas gotitas de agua bendita la cama. Se puede hacer todo eso y más: ser un tipo capaz de recordar que los lunes hay que tratar a los Ángeles custodios, los martes al Espíritu Santo, los miércoles a San José, los jueves la Eucaristía, los viernes la Pasión, los sábados a Nuestra Señora, los domingos laTrinidad, y sembrar de jaculatorias el tiempo de la tarde y de la noche; se puede rezar el trium Puerorum, el salmo II, el símbolo Quicumque, el Adoro te devote, el Acordaos y el Jesusito de mi vida, eres Niño como yo, el trisagio Ángelico ...hasta dar consejos santos en la direccón espiritual tipo "deja obrar al Espíritu Santo en tu alma". Se puede, en fin, flagelarse el culete los sábados en plan marcando el compás, no merendar, dormir sin almohada, asistir a un círculo, dar otro, hacer apostolado en plan "esa chica es míaaaa, sólo sólo míaaaaa"... Todo eso y más, y ser un perfecto gruñón, un cascarrabias de tomo y lomo. Alguien absolutamente insoportable, histérico, lejano a los intereses de los demás, acortezado en su mal carácter, engreído, agrio, avinagrado y, con frecuencia, solitario, incapaz de dar cariño y, lo que es peor, de recibirlo.

Suelen tener entre cuarenta y cinco y setenta tacos, biografías donde en su tiempo fueron alguien, o así lo creen ellos: o vivieron con el Fundador, o tuvieron encargos de gobierno, o fueron profesionalmente unos top ten del patín de la baraja. Lo saben todo del opus, los demás no saben nada, no se enteran. Montan pollos de vez en cuando en el centro, en la delegación o en el Vaticano (si pudieran); si son sacerdotes aprovechan la mesa de meditaciones para endilgarte un paquetón del universo mundo contra todos o contra alguien en concreto. Son, la verdad, inaguantables; ya se sabe que si rascas en un gruñón hay una persona que no se gusta nada, un tipo que merece compasión.

Unas de cascarrabias.

Yo estaba en mi habitación; la una y media del mediodía. De repente, como un rayo, escucho la voz atronadora de un sacerdote de sesenta años en medio del pasillo gritándole al mundo, (me recordó los gritos de mi madre la primera vez que me vio saltando con mis zapatillas de deporte sobre su maravillosa cama de matrimonio que estrenaba una colcha inmaculada, limpísima, hecha a mano primorosamente por mi abuela, ): ¡¡¡ESTO NO ES EL OPUS DEIIII!!, ¡¡¡ESTO NO ES EL OPUS DEIIIIII!!!". Me quedé quieto, haciéndome el muerto, "este se ha vuelto loco" (lo imaginaba agitando un cuchillo y buscando una pieza por la casa). Nada, yo quieto. El cura seguía: "¡¡¡ESTO NO ES EL OPUS DEIIIII!!!". Bien, allí no salía nadie a socorrer a Cruella de Ville así que decidí atenderle. Abrí la puerta y me lo encuentro en pijama (estaba con gripe, el cura, no yo), despeinado, mirándome como Moisés al ver al pueblo hebreo adorando al becerro. Y, hala, a gritarme a mi: ¡¡¡ESTO NO ES EL OPUS DEIIII!!!, ¡¡¡PRIMERO DIOS; LUEGO LAS PERSONAS; LUEGO LAS COSASAAAAAS!!!". Y yo, "pero, ¿qué le pasa?". Contestación: ¿QUÉ ME PASA?, ¿QUÉ ME PASA?, ¡¡¡PRIMERO DIOS; DESPUÉS LAS PERSONAS; LUEGO LAS COSAAAAAS!". "Vale, ya le he oído, coñoooo, ya le he oído, pero ¿qué le pasa?" -respondo fuera de mi-. "¡¡¡PUES QUE ES LA HORA DE COMER, ESTOY ENFERMO, Y NO ME HABÉIS TRAÍDO LA COMIDA!!!". -Pero si es la una y media y la administración saca la comida a las dos y media. Falta una hora, le digo.

Se queda callado, en silencio, mirando al suelo, los ojos perdidos, como observando una ameba en la baldosa, y sin más se mete en la habitación dando un portazo. ¿Pidió disculpas?; pa tu morro las disculpas.

La verdad es que éste las montaba de Fredy Kruguer. Un día viendo una película de nazis uno comentó " joé, que mal lo han pasado esos tíos (se refería a los judíos)". Y va Kruguer, el sacerdote, se levanta y empieza a gritar que Felipe González está haciendo cosas peores porque es un abortista, un asesino como Hitler, y que mucha pena con los judíos, y mucho tolerar y tragar con los socialistas y comunistas... Y allí estábamos diez tipos escuchando en la oscuridad de la sala de estar, mientras seguía proyectándose la penícula, esperando que se le pasara el ataque. Acabó y, como era habitual, se largó dando un portazo: ¡cómo le gustaban los portazos!. Ahora que pienso en él me viene, instintivamente, ¡POUM!,¡POUM!,¡ PATAPOUM! (hala, a portazo limpio).

Con esta clase de gente la delegación tiene un problema "Houston" porque después de años en el opus son criaturas incompatibles con casi todos los centros de la ciudad: en tal sitio hay dos gruñones más, en tal otro hay otros tres cascarrabias, en aquel estuvo viviendo hace dos años y dejó al director oliendo pegamento, al secretario con la mano en el pecho hablando de la batalla de Waterloo y, lo que es peor, nadie aparecía a la hora de comer, así que la pobre numeraria auxiliar, pensando que era por su culpa, andaba leyendo " Alégrate de tu propia fealdad". Al final, pagan, como casi siempre, justos por pecadores: mantenemos a los gruñones y cambiamos a la peña.

Hay un tipo de cascarrabias que suele tener pedales apocalípticos; les encanta saber cosas del fin del mundo, de los mensajes de la Virgen aquí y allá (sitios realmente extraños tipo " Revelaciones de Midjokovo Fasso" y cosas así). Detrás de textos del Papa adivinan complejas claves sobre la próxima caída del Universo Todo... Entre ellos, los gruñones apocalípticos, suelen tener confidencias en cursos anuales, convivencias, etc. Hubo una época que se les reconocía porque en su habitación tenían el Evangelio de la Valltorta - L`Ûomo Dio: siete tomos de un espesor como la nariz de Cyrano que trataban de la vida que Jesús le reveló a María de Valltorta. Luego resultó que el libro se calificó con un 6 y la tribu del 666 anduvo un poco de capa caída; pero, nada, estos remontan enseguida; son como el corcho, no se hunden nunca. En un centro viví con dos de ellos y recuerdo en una tertulia que trataron del próximo Fin de los Tiempos Mortales. Se basaban en un texto de Juan Pablo II. Se me ocurrió decir que no lo veía así, pues si el Papa supiera que el Fin está por llegar, no entendía el porqué de su afán misionero, de su mensaje positivo... Bueno, que defendí la tesis contraria. Y, en esto, que se levanta uno y me expeta señalándome con el dedo: ¡¡¡PUES , SI CREES ESO, HAZLE UNA CORRECCIÓN FRATERNA A LA VIRGEN!!. No pensemos que hablamos de un chico joven, fogoso, un yogurín, no, no: el tipo tenía sesenta tacos y muchos crustáceos en el casco. Lo miré alucinado, ¿corrección fraterna?, ¿a la Virgen?... "¿Que dices?- le contesté. "¡¡¡ QUE SÍ; QUE SÍ; QUE LE HAGAS UNA CORRECCIÓN FRATERNA A LA VIRGEN; QUE ES LA QUE DICE QUE HABRÁ FIN DEL MUNDO!!!, ¿¡¡¡ TE ENTERAAAAAS!!!.

Éste no daba portazos; éste se levantaba, te señalaba con el índice, te gritaba, agarraba el cojín del sillón, y lo aplastaba de nuevo contra él sillón, mientras se sentaba casi simultáneamente sobre él. Rarísima habilidad, de muy difícil ejecución, que a mí me tenía admirado porque por más que lo intenté siempre caía sobre uno de los brazos del sillón dejándome el culete moñigo total. No me duelen prendas reconocerlo: en eso el tío era fashion.





Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=399