Orejas: ¿Os definís por un modelo de Iglesia?.- José Carlos
Fecha Wednesday, 19 January 2005
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Queridos Orejas:

Me tengo que dirigir a vosotros por el grave giro que acaba de dar vuestra página de opuslibros. Espero que me perdonéis el atrevimiento.

Desde el principio habéis querido dejar claro que opuslibros es una página “sobre el Opus Dei, no contra la Iglesia.” Lo decís explícitamente en vuestro portal de entrada, y enlazáis vuestro pronunciamiento a un largo y enjundioso tratado escrito por Flavia, así como otros textos que lo apoyan.

Con esto, me imagino que queréis salir al paso de la acostumbrada y simplista acusación de que todo aquel que cuestiona ciertos modos de proceder en el Opus Dei es enemigo de la Iglesia. También querréis hacer ver que entre los ex-miembros de la Obra, caben todo tipo de opiniones sobre la Iglesia Católica, inclusive las de los que mantenemos esa fiel ortodoxia que aprendimos como miembros del Opus Dei. Así, evitáis sabiamente enfrentaros a la Iglesia misma (o al Magisterio o a su Jerarquía), pues la reforma de ciertas prácticas dentro de la Obra podría ocurrir – y tendría mayores garantías de éxito, desde mi modo de ver – por medio de los canales eclesiásticos reglamentarios. Hasta ahora.

En la práctica, hasta ayer mismo, la página no se pronunciaba sobre modelos o visiones de la Iglesia. Recogía, entre sus testimonios, todo tipo de opiniones particulares dispares, que afectaban a la Iglesia solamente en tanto en cuanto el Opus Dei es parte legítima de Ella. Ateos convencidos, agnósticos, cristianos ex-católicos y católicos de todo signo conversaban con plena libertad de expresión sobre el Opus Dei y los mayores o menores cambios que debían darse en la Obra, sin apenas cuestionar la naturaleza misma de esa otra institución que la ampara y trasciende. Y la web no tomaba una postura oficial en lo que a la Iglesia compete.

Aunque habéis dicho alguna vez que opuslibros no posee línea editorial porque los orejas sois muy variopintos-as y guardáis vuestras propias opiniones, todos sabemos que sí que la tiene. La hebra conductora es la crítica contra la Obra: y todo lo que encuentra espacio en secciones permanentes como “Tus Escritos,” los “Libros Silenciados” y “Recortes de prensa” ha de pasar ese baremo más o menos antagonista. Y alguien entre vosotros ha de decidir qué escrito, de los muchos que recibís, merece tal promoción.

Puedo entender, conociendo ciertos puntos de vista, que encuentre espacio entre los “Recortes de Prensa” una elucubración sobre la sucesión al Papa (publicada en “Religión Digital” por Nancy Escobar Cardoso), carente de sentido sobrenatural y teñida de catastrofismo y teorías de complots sobre los poderes fácticos que conspiran por hacerse con la cúpula de la Iglesia. Lo entiendo, porque entre esas especulaciones casi siempre se suele mencionar a la Obra, universalmente para mal.

Pero me parece muy grave que el mismo día se recoja entre los mismos “Recortes de Prensa” un escrito que no menciona al Opus Dei para nada: el artículo “Esperanza realista” de José Luis Vigil publicado en el diario español “El País” (que no se distingue precisamente por su imparcialidad ideológica o su aprecio hacia la Iglesia oficial), en el que se presenta una visión de la Iglesia muy específica.

Es esa visión alternativa, heterodoxa, anti-jerárquica, que cuestiona la trayectoria de la barca de Pedro durante el curso del último lustro: que critica la claridad doctrinal del Catecismo y la renovación legislativa del Código de Derecho de Canónico, ignora la profundidad antropológica y teológica de Juan Pablo II, lamenta la aplicación fiel y auténtica de los decretos del Concilio, deplora la caducidad de ideologías disidentes, resiente que la Iglesia de Cristo sea una vez más signo de contradicción en el mundo, y olvida que las corrientes regenerativas de nuevas espiritualidades producen vocaciones de juvenil entrega precisamente en los movimientos, órdenes religiosas y seminarios diocesanos que demuestran mayor fidelidad y unión con la Cabeza visible e invisible.

Es vuestra página, por supuesto, y podéis tomar la dirección que mejor veáis. Creo se os presentan tres opciones a seguir: 1) abstenerse de todo pronunciamiento editorial sobre la Iglesia en sí; 2) la neutralidad, dando acogida a diversos puntos de vista, que encuentren igual publicidad en las secciones permanentes (cosa muy difícil de hacer de modo imparcial); o 3) decantaros por una visión sesgada, como parece que habéis hecho.

Si es así, me parece un serio error para la naturaleza de la página, pues puede dar entrada al sectarismo. No sólo porque creo que esa visión de la Iglesia es equivocada por reduccionista (prescinde de ciertos elementos eclesiales fundamentales, queridos por el mismo Jesucristo); sino también porque emplazáis la crítica al Opus Dei desde un enfoque anti-jerárquico (y por tanto con menores probabilidades de obtener una reforma real y duradera), y corréis el riesgo de alienar a todos aquellos-as que coincidimos con una visión más tradicional de la Iglesia. No sólo no me parece correcto: no es prudente ni necesario.

Quiero creer que la inclusión de ese escrito en los “Recortes de Prensa” sin un balance equitativo y sin advertir lo que implica sobre la línea editorial fue un lapsus del Oreja de guardia; que no ha sido una revelación del plumero orejil; que no explica por qué han ido dejando de escribir en opuslibros otras plumas que sí conservaban entre sus creencias el modelo de Iglesia perenne que aprendimos en el Opus Dei. Os leen y participamos muchos que todavía pensamos así: no queráis dar juego a las sospechas que algunos albergan sobre esta página, si realmente estimáis el objetivo común.

Espero preocupado vuestra respuesta, que aclare definitivamente – con precisión y sin ambages – por dónde van los tiros.

Un abrazo sincero,

José Carlos

P.D. Un beso a Mercy (17-I) por ser comprensiva y cariñosa, y un abrazo a Dany (16-I) por su lealtad y entereza.


Respuesta de Flavia Dezzutto en nombre propio y en el de la WEB:

José Carlos, entiendo necesario aclarar algunas cosas a tu correo:

- La publicación de diversos escritos, entre los que se incluyen los recortes de prensa, responde al objetivo de recopilar material informativo que ofrece algún tipo de interés en relación al Opus Dei. -El artículo de José Luís Vigil sí menciona al Opus Dei. ¿De verdad que lo leíste? Me referiré a él más adelante-. Así mismo, no comprendo la magnitud y "oportunidad" de tu reacción, dado que ya hay materiales en la WEB, por ejemplo, el libro "La fabricación de los santos" de Woodward, que dan cuenta de variados aspectos de la Iglesia actual, en los que puede enmarcarse o comprenderse al Opus Dei. Es claro que la recopilación de material informativo tiene como condición su seriedad, y, por supuesto, la congruencia con los conocimientos que los ex miembros de la Obra tenemos de ella, lo cual no es menor, si contamos con la férrea política de ocultamiento de su realidad, que el Opus Dei ha sostenido y sostiene.


Por ello me parece una conclusión errada de tu parte, cuando identificas lo que dicen estos recortes de prensa, con una suerte de "opinión oficial" de la WEB. En la medida que la WEB no es confesional, puede publicar textos con tonos variados respecto de las cuestiones eclesiales, que para el leal saber y entender de quienes la sostienen, puedan brindar informaciones o análisis relativos a la Obra.

- Con todo, me interesa referirme en particular a la concepción que tu correo trasunta acerca de la "fidelidad" a la Iglesia Católica. En primer término, yo no creo que el Opus Dei sea "fiel" a la Iglesia Católica, pues también entiendo que la proclamada "ortodoxia doctrinal" no basta, no se trata de decir "Señor, Señor...", sino de vivir según los mandatos de Dios. Es el problema clave de la relación entre ortodoxia y ortopráxis, además, la Obra sostiene una peculiar forma de la fidelidad, una "fidelidad secundum quid", según quién sea el Papa, según cuáles sean las líneas eclesiales dominantes en el momento. Así que la "fides" del Opus Dei está más cerca de la primacía de la propia conveniencia, que del servicio apostólico a la Iglesia de Cristo.


El asunto es que la fidelidad, la fides, la confianza depositada en la Iglesia, el respeto debido a los pastores legítimamente constituídos no responde a la lógica del temor servil, sino a la del temor filial, a la reverencia santa por las cosas de Dios, complementado por el amor filial que demanda caminar con humildad y verdad, y hablar cuando corresponde, con la "libertad de los hijos de Dios" (también, tan famosa y tan poco vivida en el Opus Dei).

Desde la famosa frase de San Gregorio Magno en la Regla Pastoral a los obispos, demandándoles que no fueran como perros mudos, que callan cuando el rebaño está siendo agredido, o la de San Bernardo de Claraval, que amonesta a Eugenio III, recordándole que es sucesor de Pedro, y no de Constantino, hasta la infatigable lucha de Santa Catalina de Siena para que el Obispo de Roma volviera a su Sede, a confortar a su pueblo, los grandes "amadores" de la Iglesia, los que nos dan ejemplo al respecto, son los que tienen el valor para decir, en conciencia, lo que ese amor les demanda.

De los recortes de prensa que señalas, justamente es el de Vigil, (teólogo cuyas opiniones pueden ser discutidas ampliamente, lo cual no pienso hacer, pues no es el cometido de esta respuesta) el que pone en discusión la clave de un problema más general, del cual el Opus Dei es parte explícita, y por ello es mencionado en el texto:

"Juan Pablo II no dudó en minusvalorar y recortar más y más la colegialidad episcopal recuperada por el Concilio, centralizando, tomando decisiones contrarias al sentir manifestado de los obispos de la Iglesia, como entre otras la elevación a categoría de diócesis universal del Opus Dei, interviniendo autoritariamente por vía de excepción jurídica sobre grandes congregaciones religiosas y hasta sobre la Conferencia Latinoamérica de Religiosos".

En tal sentido he de decir que las observaciones de Vigil son más extensas, y vos en particular aislás un grupo de ellas, sin ponerlas en discusión, y recensionando con cierta rapidez y descuido su posición. Nobleza obliga.

Pero lo que me interesa resaltar, José Carlos, es que el bautismo no le quema el cerebro a la gente, y, oh paradoja, así como Vigil (que es un teólogo, y un hombre muy comprometido con la realidad del pueblo pobre en América Latina, según me consta) realiza un balance de algunos aspectos de este pontificado que pueden compatirse o no, sí se compromete en un análisis nacido de su conciencia personal, y, si lees el final del texto, en la postulación de una forma de la esperanza que comparto: la Iglesia es para Cristo, no Cristo para la Iglesia, y esa salvación por la que la creación "gime con dolores de parto", es el horizonte primordial en el cual todos los demás temas deben ser discernidos, incluído el Opus Dei, incluído el daño que, según entiendo, el Opus Dei hace a la Iglesia, actuando escandalosamente contra las palabras de Jesucristo. Si no, para algunos, entre quienes me incluyo, sería muy difícil seguir siendo católicos, de hecho, para muchos ex miembros lo ha sido. Reitero, se trata del pecado de "escándalo".


Transcribo sus palabras:

"Porque la esperanza no tiene como objeto 'la figura de esta Iglesia que pasa", sino la misteriosa voluntad de Dios sobre la Humanidad, contando con que pueda ser Él el primero que no se inquiete la posibilidad del deterioro o hasta de la desaparición de esta Iglesia. Yo me apunto a esta esperanza realista".

En fin, como siempre, seguimos, respecto del vínculo entre la Iglesia y la Obra, rondando el problema de la conciencia personal, de la responsabilidad del creyente, y, el punto clave: en Quién hemos puesto nuestra esperanza.

Luego, hay muchos puntos discutibles en lo que decís en tu correo, por ejemplo, el hecho de que la Iglesia pueda entenderse en sus aspectos organizativos en sentido "perenne", y según un sólo "modelo", lo cual es eclesiológicamente falso: basta conocer un poco de historia de la Iglesia, y no la escrita por sus detractores, sino por probados creyentes, así como distinguir a la Iglesia como misterio, y como realidad humana, la dialéctica propia de nuestra finitud, por la que Dios atraviesa la historia humana, no es inmanente a ella, ni es extraño a ella, sino que Dios acampa en nuestra historia, también la eclesial, para salvarla y sanarla.


Y, una cosa más, mientras estuve en el Opus Dei no aprendí nada de la Tradición de la Iglesia, sino un repertorio de normas y formalidades, carentes de espíritu, con las que uno se vincula servilmente: nadie ama lo que no conoce, nadie ama lo que no ha discernido y elegido en su corazón. A mí el Opus Dei no me enseñó nada acerca de la fidelidad a la Iglesia, y esa fidelidad la aprendí, en la doctrina y en la práctica, de muchos creyentes, laicos/as, religiosos/as, sacerdotes, que me comunicaron con libertad y verdad el amor a la Iglesia nacida de la Cruz de Cristo, fecundada en su Resurrección, enviada por el Espíritu en Pentecostés, a proclamar la Buena Noticia del Dios Vivo.

"Si el Señor no vigila la ciudad, en vano madrugan los centinelas, si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles", dice el salmo: creo que es bueno considerar quién mora y cómo en la casa que es la Iglesia, para entender mejor cuál sea la sustancia del "celo por la casa del Señor" que ha de consumir a los creyentes.

Y si hablamos de tradición, y de "celo" por las cosas de Dios, me gustaría compartir el capítulo final de la Regla de San Benito, que se titula, bellamente, DEL BUEN CELO QUE HAN DE TENER LOS MONJES, Y DE LA CARIDAD FRATERNA, y dice:

"Así como hay un mal celo de amargura que separa de Dios y lleva al infierno, hay también un celo bueno que separa de los vicios y conduce a Dios y a la vida eterna. Practiquen, pues, los monjes este celo con la más ardiente caridad, esto es, "adelántense para honrarse unos a otros"; tolérense con suma paciencia sus debilidades, tanto corporales como morales; obedézcanse unos a otros a porfía; nadie busque lo que le parece útil para sí, sino más bien para otro; practiquen la caridad fraterna castamente; teman a Dios con amor; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; y nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna".

Habla aquí la Tradición, en la transmisión fiel de la doctrina de la Iglesia de Cristo, ese es el Opus Dei "verdadero", la obra de Dios pura y santa: el mandato del amor que nos hace hermanos, que nos hace hijos, que nos lleva a la bienaventuranza, al encuentro con el Dios Vivo, el que nos ha creado y restaurado. Sancta discretio: discernimiento, en conciencia, en libertad, en fidelidad a la Verdad, que en Jesús el Señor se nos ha manifestado como amor extremo y fraterno.

Existen más que tres opciones a tomar respecto del problema del vínculo entre la Iglesia y la Obra, y hay una central, justo la que no mencionas: hablar en conciencia, buscar la verdad, obrar la justicia. Esas actitudes siempre plantean riesgos, ir más allá de lo aceptado, de lo que en ciertas circunstancias es la "opinión común", o al menos, la "dominante". No confundamos los tantos, y veremos "por dónde van los tiros", con el Opus Dei fundado por Josemaría Escrivá, y con las cosas que importan, porque son aquellas por las Dios nos pedirá cuentas. Saludos cordiales. Flavia Dezzutto, en nombre propio y en nombre de la WEB.









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