Afectos.- Guiomar
Fecha Sunday, 16 January 2005
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


De siempre me ha llamado la atención y, en cierto modo, me ha preocupado ese proceso difícil e incómodo que deben pasar aquellos que han vivido un largo período dentro del Opus Dei con una entrega en la que se les pedía, exigía, el celibato. Pero no solamente este aspecto creo yo que les acarrea grandes conflictos emocionales, grandes carencias afectivas, sino aquél que les impide tener "amistades particulares", que los trata "como niños" y que obliga a solicitar permiso para cada acción o iniciativa personal.

¿Qué les ocurre a estas personas cuando después de 10, 15, 20 o 30 años dentro de la Institución deciden dejarlo y reincorporarse a la vida?. Y he dicho bien "a la vida" y no "a la vida corriente" porque pienso que lo que han vivido hasta ese momento no era vida.

Encontré en Internet una página, la verdad es que muy simple, cuando en el buscador puse la voz "afectividad", que dice lo siguiente:

EL AMOR, el cariño y la amistad , no solo deben ser sentidos en toda su profundidad, sino que tenemos que expresarlos y exteriorizarlos para que produzcan en nosotros sus afectos más beneficiosos al llegar a mayores.

Pues bien, creo que es bastante explícita y a mí me ha llevado a escribir esto. Evidentemente no pretende ser nada científico, sino el fruto de la observación y el afán de que pueda servir como inicio de aportaciones, experiencias y consejos de quienes lo han vivido y superado.

Mi percepción es que hay 'ex' que salen al mundo sin saber expresar su afectividad porque ni la han demostrado ni se la han manifestado, porque se les ha prohibido durante años exteriorizar el amor, el cariño y la amistad. La espontaneidad estaba prohibida. Se le une una baja autoestima (a pesar de haber sido "escogidos"), una inmadurez emocional, y una tremenda sensación de haber perdido gran parte de su vida en algo que, o lo ven como un engaño o como una decepción.

A esto hay que sumarle, en muchos casos, la terrible circunstancia de no tener profesión definida, como es el caso de administradoras o numerarias auxiliares, o no tener experiencia profesional, o no tener un trabajo determinado. A mayores, muchos de ellos deben volver con sus verdaderas familias y depender económicamente de ellas. Y todavía peor, la práctica totalidad salen con un buen tratamiento farmacológico para mitigar sus angustias, su depresión o simplemente con un tratamiento que fue puesto con poco rigor científico, menos rigor moral y deontológico, simplemente para aplacar "el monstruo que se rebela". Por no hablar de que la mayoría han dejado a las personas que conocían y a las que consideraban amigos dentro de la Institución; han de reconstruirse ellos y construir una vida que la mayoría de la gente, a esa edad, ya tiene más que formada.

Pues bien, yo he observado que gran parte de ell@s tienen prisa por estabilizar su situación en la vida, ante la sociedad y ante sí mismos. Recuperar la "seguridad" que tenían cuando estaban "dentro". Todo estaba pensado, para todo había un criterio a seguir. Necesitan esa seguridad. Por eso, y esto es el meollo de este escrito, son presa fácil para una equivocación. La falta de trato con el sexo opuesto hace que no sepan identificar qué es enamoramiento o qué es simplemente atracción o deseo. Ante cualquier sentimiento de estos últimos se lanzan al vacío comenzando una vida con la persona, probablemente, equivocada.

¿Qué y cómo se pueden sentir personas a las que durante veinte años se les prohibió cualquier trato que supusiese una amistad verdadera? ¿Cómo pueden identificar una amistad? ¿Cómo el enamoramiento?.

Yo no tengo ninguna solución. Más bien se me ocurrió escribir para que sean otros más experimentados los que aporten sus razonamientos. Creo que lo mejor es tener paciencia con uno mismo, procurar estabilizarse en su nueva vida, intentar hacer amig@s, vacunarse contra los buitres que acechan, que los hay, y quererse mucho, mucho. Pensar que serán una persona tan atractiva como quieran serlo. En una palabra: quererse a uno mismo. No volver nunca jamás a decir eso de... "no soy nada, no valgo nada"...

Un abrazo
Guiomar









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