Lo que dice el Opus Dei sobre los que se van.- Oreja de Guardia
Fecha Saturday, 27 December 2003
Tema 040. Después de marcharse


Respuesta a Félix Ángel González Coello de Portugal

(Amigo, tu correo da para mucho y no sabes el esfuerzo que voy a hacer al responderte sólo con palabras que para ti te serán muy familiares y guardarme las mías. Javier Echevarría, Pilar Urbano y Alvaro Portillo ya se han referido antes que tú a los ex miembros de esa institución que se han atrevido a hablar de lo que vieron y vivieron. Como verás a continuación, te quedas corto en tus juicios sobre nosotros:

Dice Carmen Tapia en su libro "Tras el umbral", capítulo X: Represalias:

"El Opus Dei tuvo miedo, no cabe duda, de que aquellos que conocimos de cerca a monseñor Escrivá dijéramos la verdad y de que con ello pudiera verse disminuida la posibilidad de su beatificación y eventual canonización. A fin de que no interviniéramos como testigos en esta causa, lo mejor era alegar hechos que nos convirtieran en testigos no idóneos sin lugar a dudas. Por ello, no vacilaron al ser esas declaraciones secretas y estar convencidos de que nunca llegaríamos a conocerlas los interesados, en atacar con calumnias bajas y ruines referidas a conductas sexuales. Así lo demuestran las declaraciones hechas sobre mí por monseñor Javier Echevarría, vicario general del Opus Dei, aparecidas en las páginas 610 y 611 del Sumario del Proceso Romano sobre la Causa de Beatificación de monseñor José María Escrivá que trascribo a continuación, y que se refieren a mí":

2.347. Desgraciadamente no debió ser así, porque al cabo de los años intentó la perversión de unas cuantas mujeres con las peores aberraciones. El Siervo de Dios, apenas tuvo conocimiento de algunos hechos, llamó a Carmen Tapia -que estaba en Venezuela- a Roma; aquí le anunció que no volvería a ese país, y por su reacción dedujo que había cuestiones más importantes que las ya conocidas, en las cuales había involucrado a varias personas. Ante tan horrenda depravación, que costó mucho llanto al Siervo de Dios por las gravísimas ofensas al Señor, y que trató de reparar con una constante oración y penitencia, dijo a esta mujer que tenía dos soluciones: pedir la dispensa, que se le concedería inmediatamente, o no pedirla, y entonces habría de someterse a un proceso, que sería enviado a la Santa Sede, quedando -como se merecía- completamente deshonrada por su extraviada vida. Aquella mujer pidió la dispensa; y como el Siervo de Dios comprendió que era una persona sin conciencia, le advirtió que si calumniaba a la Obra con su corrupción, no habría más remedio que informar sobre quién era la calumniadora. Hemos sabido que, desgraciadamente, esta mujer ha seguido por esos desastrosos derroteros.

"La falta de caridad manifiesta hacia un ser humano, como puede verse, es notoria. De haber sido verdad la "horrenda depravación" aludida, su misión de caridad era silenciarlo, a no ser que fueran a beatificarme a mí, en cuyo caso sí tendrían obligación de decir cuanto supieran. Pero no es cristiano que, para evitar que una persona pueda testimoniar en el proceso de monseñor Escrivá, se valgan de la calumnia y la difamación".

[...] "Monseñor Javier Echevarría, o Javi, como le llamaban familiarmente en el Opus Dei, no fue jamás mi confesor ni fue superior de la sección de mujeres durante los dieciocho años que yo pasé en el Opus Dei. Jamás hablé yo con él confidencialmente durante todos esos años ni nunca. Él sólo presenció las broncas llenas de improperios que con motivo de mi dimisión me lanzó monseñor Escrivá, y fue él quien, por orden de monseñor Escrivá, recogió en acta las admoniciones que éste me hizo. Monseñor Javier Echevarría está destinado a ser el sucesor de don Álvaro del Portillo; es decir, monseñor Escrivá sugirió que fuera el tercer "Padre". Le pido a Dios que, cuando lo sea, pueda reflexionar sobre sus errores "fundamentales" y emprenda un nuevo "camino", dirigido al amor y no al poder; más caritativo, o sea más "cristiano"; más universal, o sea "más católico".

"He considerado necesario, aun a riesgo de poner mi reputación en tela de juicio, que el lector vea lo que el Opus Dei es capaz de hacer en cuanto a represalias se refiere".

Pilar Urbano nos califica de "pasantes del demonio", "oficiantes de enredos", "orquestadores de trampas, granujerías y campañas calumniosas" o "lucíferos detractores" [Pilar Urbano. "El Mundo" 17-2-92] a los ex miembros de la Obra que no nos callamos.

D. Alvaro dice en una carta de marzo de 1992, que tú tendrás más a mano que nosotros:

"¿A qué nos ha de conducir la calumnia de esos desaprensivos?. Se aferran a su prejuicio y se obstinan en no salir de ahí, hagamos lo que hagamos ... Notamos como un desgarrón en el alma si alguien no persevera en la vocación. Nos hace sufrir, pero no tambalear. El mismo Jesucristo experimentó la amargura de la traición de Judas. No hay que extrañarse si les irrita nuestro afán de vivir plenamente la vocación cristiana en medio del mundo. (...) les inquieta que seamos felices sin vivir como ellos. Hay otros que causan aún más pena: unos pocos que volvieron la cara atrás después de haber puesto la mano en el arado y han caído en la ceguera."

(Amigo, eres un buen aprendiz en enjuiciar y descalificar, como habrás observado. Lo mejor por ahora es lo de "lucíferos detractores"; intenta superarlo la próxima vez. Feliz año.)
Oreja de guardia







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