Regalos de Reyes.- Dionisio
Fecha Friday, 07 January 2005
Tema 070. Costumbres y Praxis


Hola orejas:

Algunos me han comentado que no se pueden creer lo que escribí el lunes pasado sobre el cambiazo del Niño Jesús (3 de enero). Lo comprendo, a mí también me parecería increíble si no hubiera sido testigo presencial y víctima del cambiazo. Si es que en el lado oscuro pasan cosas que no hay quien se las crea, pero pasan, ya lo creo que sí.

Por ejemplo, en varios centros en los que he estado, no me creían que en el centro de estudios, los regalos de Reyes nos llegaban después de Reyes, el 11 o el 12 de enero, como si nada. La explicación que nos daban es que después del 6 se podían comprar regalos mucho más baratos, cosa muy apropiada para una familia "numerosa y pobre." Los chavales del centro de estudios simplemente tragábamos lo que nos dijeran: total, habíamos tragado cosas peores. Sin embargo, eso no me lo creen algunos.

A lo mejor tampoco me creen que los regalos en el centro de estudios y en los centros de gente joven no son de valor semejante para todos. Hay diferencias. Al menos las había en los centros en los que estuve. En los de mayores ya era otra cosa. Lo que pasaba con los jóvenes es que algunos tenían sus cuentas muy saneadas, porque papi, a veces supernumerario, ponía las pesetas, mientras que otros vivían permanentemente amonestados por el secretario por estar con números rojos. La verdad es que para un pobre estudiante, pagar la pensión, el curso anual, el curso de retiro y las convivencias que surgieran, eran un agobio importante. Quizá algunos no se lo crean, pero estos últimos, los de menor poder adquisitivo, recibían para Reyes regalos de valor económico significativamente inferior que los que tenían superávit financiero. Como pasa en todas las familias, ¿verdad?

Sin embargo, la primera vez que estuve en un centro de mayores yo alucinaba con el despilfarro que se hacía con los regalos de Reyes. A mí me habían dicho que una o dos cosas bastaban para hacer una fiesta familiar, íntima y cariñosa. Nada, Dionisio el ingenuo no se enteraba de nada. Durante bastantes años me encargué en aquel centro de mayores, porque nadie más lo quería hacer, de comprar esos regalos, los compraba todos, excepto los míos propios, aunque me parece que alguna vez también compré los míos. De verdad, aunque no me lo crean algunos, yo estaba escandalizado de las exigencias y caprichos de muchos, que el consejo local consentía, a propósito de los regalos de Reyes. Al final, el ingenuo Dionisio, había gastado muchas, pero muchas, horas para econtrar las idioteces que se le ocurrían a cada uno, y había gastado mucho, pero mucho dinero, que se supone que una familia "numerosa y pobre" no tiene. Todo eso para que el día de Reyes algún descerebrado comentara que no era eso precisamente lo que el quería y lo dejara tirado en la sala de estar. Más o menos lo mismo que hace mi esposa, que aunque le compre un esperpento igual me come a besos.

Para terminar, una anécdota en la que un "ex-hermano" mío con muy pocas luces demostró el amor por los pobres que se inculca en la prelatura. Pues un día este caballero se gastó una fortuna de alrededor de cinco euros y compró una bolsa de caramelos arrebatado por el espíritu de la Navidad. Con ese mismo arrebato salió a la búsqueda de niños pobres a los que empeorar las caries y los encontró. Al principio eran cuatro o cinco niños, y la cosa iba bien, pero de repente la masa se enteró y se puso en movimiento. El benefactor aterrado se vió rodeado de una turba de niños pidiendo caramelos, entró en pánico, tiró la bolsa de caramelos y huyó despaborido de la escena. ¿Cómico? Más vale reírse, pero es para llorar.

Pues nada más por hoy, que los Reyes os traigan muchos regalos.

Dionisio.









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