El fantasma del Opus Dei.- Yuppita
Fecha Friday, 07 January 2005
Tema 080. Familias del Opus Dei


Mi historia no es muy distinta al resto de las que se han escrito en esta web. Soy hija de supernumerarios, soy la pequeña de doce hermanos (uno de ellos numerario), he pasado la mayor parte de las tardes de estudio en clubes del Opus, he sido alumna de colegios del Opus, pasé mis veranos de niña y adolescente en El Tozal (Torreciudad). En conclusión, como podéis comprobar estuve sometida a la influencia severa del Opus desde prácticamente el día en que nací.

No era consciente. Vivía en una burbuja color de rosa en que todo era perfecto, armónico, no existía ningún factor externo que pudiera corromper mi alma inocente. Y yo era tremendamente feliz. Pero la adolescencia y el empezar a cuestionarme las cosas de la vida dieron a luz el carácter rebelde que escondía dentro –la filosofía y la lectura de los libros que me prohibían en casa y en el colegio acabaron por abrirme los ojos-.

Anécdotas: MILES.

1. Una de mis hermanas se salió después de estar 10 años numeraria, drogada hasta la cabeza de Prozac. Aún hoy el círculo social y tristemente el familiar la acusan de estar loca. A mí no me lo parece: muy felizmente casada, sigue siendo creyente –no se rebotó como hacen la mayoría-, madre de tres hijos, se dedica a lo que siempre soñó… Así que me parece bastante cuerda. Eso sí, el trauma no se lo quita nadie.

2. En Torreciudad cohabitan los miembros del Opus más ortodoxos. Las niñas no pueden llevar bikini (eso sí, todas las chicas tienen en su espalda morena la marca del bikini que llevaron antes de llegar allí); una embarazada antes del matrimonio es la misma mujer marginada que era en la España de Franco; vivir en pareja “Quién? Cuando?!”, y un largo y triste etc.

3. También en Torreciudad: recuerdo con amarga tristeza cuando hace sólo unos años un niño francés jugaba en la piscina. Llevaba un bañador tipo slip (de los que en España se ven tan poco). La gente que estaba en la piscina, incluidos adultos ya creciditos, se empezaron a burlar del pobre niño ridiculizándolo hasta tal punto que el chiquillo se acurrucó en un rincón del jardín de la piscina envuelto en su toalla… llorando. Lo que me revolvió más el estómago es el comentario de la gente cuando la madre lo fue a buscar indignada: “Ella se lo ha buscado. ¿Qué esperaba?” No puedo olvidar la carita del niño asustado, sus ojos rojos por el llanto, escondiendo tras la toalla su cuerpecito infantil tan obsceno a la vista de esos degenerados y la mirada sorprendida de la madre preguntándose quienes eran los diablos que habían asustado a su hijo.

4. Más Torreciudad: un verano tuve un novio divino. Un extranjero que iba obligado como yo a ese lugar, al que le asqueaba la ignorancia e intolerancia de la gente que veraneaba allí, la frivolidad de los que pasean sus Mercedes, Chrysler Voyagers, Audis, etc, buscando reproducir en medio del monte aragonés el más puro estilo de Saint Tropez (ups, perdón, que no falte lo de “Santo” estilo). Pues bien, el verano siguiente no coincidimos y él dejó una carta lindísima para mí. Una amargada pre-numeraria (me refiero a una que ya olía a numeraria antes de pitar -no recordaba esta jerga, je-) cogió la carta y con todas las de la ley (la del Opus, claro) abrió la carta para ver de qué se trataba. Conclusión: todo el grupo supo antes que yo que ese chico había roto conmigo. Bonito, ¿verdad? Como sabía que Dios amaba la intimidad deduje que, en Torreciudad, seguro que Dios no estaba, así que ese fue el último verano que pasé en El Tozal.

5. Querido colegio: recuerdo que en una de las clases de religión, cuando ya éramos todas mayorcitas y sabíamos qué sensaciones puede tener el cuerpo aparte de las de recogimiento, para que no olvidáramos ésta última, una profesora nos enseñó la “contraseña” de la sociedad “De 100 cosas, haz 99 bien y una sola mal, que la gente te juzgará como si hubieras hecho las 100 mal” por lo que siempre nos recordaba que “No sólo hay que ser bueno sino parecerlo”. Y dale con el vivir de cara a la galería (de ahí su manía por gastar y aparentar más nivel del que pueden pagar).

6. En clase de Historia, pobre de mí, se me ocurrió comentar que veía en Jesucristo a un ferviente comunista y que Marx debía estar en el Cielo. ¡Por Dios, como pude sospechar siquiera que Dios desaprueba su tan amado capitalismo! La propiedad la inventó Jesucristo, me dijeron, y Karl Marx era un progresista revolucionario que sólo ha traído miseria al mundo. “Ya, pero -rebatía inocente de mí- al fin y al cabo la sociedad de Marx era la que deseaba Cristo”. Respuesta: suspenso y afectando a mi nota de corte para la universidad (suerte que soy un hacha y en selectividad arrasé).

7. En COU la filosofía me infló las venas y, junto a mi estupidez, acabó de inflar el sueño de servir a Dios (sin ánimo de ofender a los que así lo han elegido). De modo que tuve un par de dudas al respecto y se las comenté a mi tutora. Empecé a frecuentar el club, a cumplir con las obligaciones de oración, dejé al novio que tenía –un trozo de pan, por cierto-, a prepararme para firmar la carta… Pero, después de un par de meses, la tutora me interrogó sobre las costumbres e intimidades de una gran amiga mía. Cuando me negué a darle tales datos me informó que era mi deber facilitar el camino del apostolado. Mi respuesta fue rotunda: “no, gracias” y renuncié a firmar la carta. A partir de esa tarde empezó mi calvario psicológico. Una compañera de clase me comentó que estaba rechazando la oportunidad de conseguir un puesto más alto en el Cielo, mucho más cercano a Dios que el de los débiles supernumerarios; también viví la gran experiencia de viajar a Roma con todos los gastos pagados (y con toda mi rebeldía en su máximo esplendor, para estupor y escándalo de las pobres marionetas que viajaron conmigo); también viví la traición de una que se hacía llamar amiga con el chivatazo a mi tutora de mis intimidades; también soporté un descenso vergonzoso de mis notas; etc.

8. La peor experiencia de todas y que aún me retuerce el estómago: en la boda de aquel antiguo novio extranjero. Anteriormente él también asistió a la mía. Pero mi elección fue la más errónea de todas y tras un calvario de matrimonio me separé y más tarde encontré la paz en el que ahora es mi marido. La cuestión es que acudimos los dos invitados a la boda de este amigo nuestro. En la cena se acercó el primo del novio, numerario, al que conocí un verano cuando aún no lo era, y mirando cualquier cosa que no fueran mis ojos (ni mi escote, Dios lo salve!) me preguntó sobre mi ex-marido, sobre la decisión de separarme, sobre mi obligación de pedir la nulidad, sobre mi falta de respeto a Dios, etc. Mientras hablaba de todas estas tonterías yo iba pensando, cobardemente en silencio, “¿Me hablas tú de respeto, pedazo de imbécil, cuando estás hablando delante de mi esposo de mi ex? ¿Hablas de respetar al prójimo cuando con no sé que derecho te atreves a opinar de mi vida?”. Resultado final, desastroso. Consiguió hacerme revivir los miedos del pasado, la congoja de enfrentarse al Opus,… es como si tuvieran una extraña fuerza oculta que hipnotiza y bloquea tus sentidos.

En realidad cada vez que recuerdo alguna de estas anécdotas me vienen a la cabeza las imágenes de filmes de terror en los que los miembros de una secta repiten como autómatas las palabras de conjuro con la mirada perdida en el infinito mientras las víctimas huyen despavoridas, indefensas, sin poder creer que lo que están viviendo sea aceptado por la Sociedad, peor aún, que forme parte de ella. Los instrumentos de tortura física que están obligados a utilizar no hacen sino confirmarlo. Me parte el alma imaginar que a ese hermano mío numerario le obliguen a usar el silicio, las disciplinas, etc. y que le hayan hecho creer que lo hace voluntariamente!! Esta es la peor de las sectas, ya que tiene bajo su poder a algunas de las personas más influyentes en el mundo económico, político, eclesiástico, etc. Por este motivo, mientras mis padres sigan con vida, por amor a ellos, todavía no puedo dar nombres, ni el mío propio. Mientras tanto, sinceramente, mucho ánimo y mi enhorabuena a todos los que estéis luchando día a día contra el fantasma del Opus Dei y sus adeptos.

Yuppita









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=3777