Cuando ya estaba decidida a pedir la admisión (14 años) la directora del centro al que yo acudía me dijo exactamente:

Hay tres cosas que por ser numeraria NO PODRÁS hacer:
1ª NO PUEDES llevar pantalones
2ª NO PUEDES ir con chicos
3ª NO PUEDES fumar

Y no dijo, hay tres cosas que debes decidir no hacer, como cosa exclusivamente tuya. Recuerdo perfectamente los verbos y los tiempos de los verbos que la directora utilizó.

Más adelante, cuando ya estaba decidida a abandonar la ¿secta? (17 años), pero todavía estaba dentro, yo decidí llevar pantalones (siempre de chándal, como si fuera a hacer deporte), ir con chicos, y fumar. Así que, es verdad, que era decisión nuestra el hacerlo o no hacerlo. Sin embargo, y no sé muy bien cómo explicarlo, estas “imposiciones/decisiones-propias” son más bien una obligación de tipo moral, es decir, tú puedes hacerlo, pero entonces no eres una buena numeraria, del mismo modo que cualquier miembro célibe de la opus puede tener relaciones sexuales, o cualquier persona puede quitarle la vida a otra. Poder, puedes, pero… ¿debes?. Seguro que muchos orejas pueden explicarnos cómo el verbo poder, en este caso, no se refiere al hecho de poder hacer algo físicamente, sino ¿moralmente?.

A pesar de que una parte de mí pensaba que hacer esto no era pecado en sí, otra parte (influenciada por la directora y el sacerdote) pensaba que mi condición de numeraria ponía el listón de la ofensa a Dios, bastante más alto de lo normal, es más, me confesaba únicamente de haber fumado, y el cura de la opus me daba la absolución, es decir, admitía esto como pecado. Probé lo mismo, con un cura de la parroquia y me dijo que fumar era malo para la salud pero no era pecado, que si no decía algo más me podía marchar en paz, y me marchaba, pero no en paz.

Más tarde, cuando yo quería casarme por la Iglesia (exclusivamente para hacer felices a mis padres), mi pareja, que no quería casarse me quiso chantajear con el tema: si dejas de fumar me caso contigo. ¡Pobre infeliz!, mucho más había perdido por no dejarlo (la paz interior).

A César (08/12) le quiero decir que no pierda la esperanza con su familia, que también mi familia fue muy radical con lo que se debe hacer (lo que manda la opus) y lo que no, y no os podéis hacer una idea de lo que han cambiado. Hubo épocas en que muchos hermanos teníamos prohibida la entrada en casa de mis padres, sin embargo, ahora, no podemos dejar de ir, mi madre, que siempre fue mucho más fanática que mi padre, me llama a menudo y me recuerda que tengo que ir a verles, que les gusta recibir mi visita y la de mi familia (la de verdad, la buena). Mi hermana (agregada desde hace más de 40 años) me ha dicho no hace mucho, textualmente: Pepito y tú sois realmente un matrimonio a los ojos de Dios (yo flipaba cuando lo oía) ¿por qué no os decidís a serlo a los ojos de todos los demás?. Además al recibir el sacramento, Dios os dará la Gracia para superar todos los obstáculos. A mi particularmente y con todo respeto para el que crea lo contrario, estas ideas son lo que me hace realmente gracia, porque digo yo, que Dios debería estar ocupado en cosas mucho más importantes, pero me alegra profundamente el cambio producido en sus cabezas, así que César, ten paciencia que el tiempo es la mejor medicina, y confío en que dentro de un tiempo, mucho o poco podrás decir lo mismo de tu familia.

Quiero desear a todos los orejas una feliz Navidad y un próspero año 2005, y especialmente a los orejas que están de guardia y hacen posible que disertemos como algunos lo hacemos.

Besos a todos
Valle

P.D: hace casi un año que no fumo, pero se ha cumplido en mi el refrán que dice: "Dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma opinión", y ya no quiero saber nada de matrimonio.