Mi historia completa (9).- Mercy
Fecha Wednesday, 24 November 2004
Tema 010. Testimonios


MI HISTORIA COMPLETA (9)

Entrega nº 9
MERCY, 24 de noviembre de 2004

 

Es difícil crecer

Esta parte de mi vida me es especialmente difícil contarla, ya verán porqué.

Obviamente salí de la obra sin trabajo, sin dinero y sin tener ni idea de por donde empezar. Gracias a Dios existe gente muy buena en el mundo (y que no son de la Obra) la persona que me ofreció su casa me daba un poco de dinero para poder trasladarme por la ciudad en busca de trabajo. Mi primer problema surgió cuando quise trabajar en la rama hotelera, según los estudios cursados en el internado, en eso me podía desempeñar. Pero con lo que no contaba era que esos estudios no tenían validez oficial, al menos no cuando yo estudié y después de diez años menos, eso no me servia para nada. Toqué muchas puertas, pero sin respuesta...



Como ya saben yo tenía una situación familiar un poco complicada, la salud de mi papá cada vez se veía mas difícil de recuperar y yo tenía que ayudar como fuera.

Acepté un trabajo en seguridad de la embajada de Estado Unidos. No era lo que yo quería ni lo mas apropiado pero lo necesitaba con urgencia. Yo salía de la casa donde vivía a las 4:00 a.m. para estar en mi trabajo a las 5:50 a.m. la hora de entrada era a las 6:00 a.m. Terminaba el trabajo, en principio, a las 6:00 p.m. siempre y cuando el relevo llegara a tiempo o no necesitaran que cubrieras algún tiempo extra. Con esto yo venía regresando a la casa entre 9 y 10 de la noche más o menos, y si me apresuraba a las 11.00 ó a las 11:30 p.m. ya podía estar en la cama para al día siguiente volver a empezar. Por estos días me comunicaron que oficialmente ya no pertenecía a la Obra. Enero del 2001.

¿Cómo me sentía? No lo sé. Acababa de dejar la Obra, mis padres estaban enfermos, mi trabajo no era muy bueno pero estaba viviendo MI vida y Dios ya me había dado uno de mis más grandes regalos en la vida: Me puso en mi camino al hombre que me haría la mujer más feliz del mundo, mi esposo. Ese hombre que se apareció en mi vida en el momento en el que yo más lo necesitaba y que ya no me dejaría sola nunca más.

Ustedes se podrán imaginar cómo me sentía.

Gracias a Dios y a mi ahora esposo, ese trabajo no duró mucho, él me ayudó a buscar uno nuevo y otro lugar dónde vivir. Ahora tenía un horario mejor y me podía ir caminando desde la casa donde vivía.

Pero se presentó lo que mis hermanos y yo temíamos que pasara. Mi papá tuvo que ser internado en Neurología. Yo era la única que vivía en la ciudad y prácticamente en mi recayó la responsabilidad de su cuidado. Para mi mala suerte mi horario de trabajo era por la tarde y coincidía con el horario de visita, con lo cual yo no podía ir a verlo mas que los domingos y ¿adivinen quien iba a visitarlo entre semana?... Así es, mi esposo. No tenía ninguna obligación de hacerlo pero lo hacía por un solo motivo: AMOR.

Después de realizarle una serie de estudios y de estar internado unos meses, los médicos desahuciaron a mi papá, no supieron explicarnos exactamente qué era lo que tenía, lo único que nos dijeron fue que sus músculos se irían endureciendo poco a poco hasta perder toda movilidad y morir. Teníamos que estar al pendiente de él todo el tiempo para evitar un posible problema de asfixia o algo parecido.

Como lo había echo en casa, comencé a pedirle a Dios me permitiera estar a su lado en el momento de su muerte, lo amaba y lo amo con todo mi corazón y deseaba poder quedarme con su último suspiro, su última mirada... Pero no fue posible.

Mi padre vivió todavía dos años más, pero la que nos sorprendió fue mi mamá.

Yo había encontrado un trabajo un poco mejor y llevaba tres meses trabajando. Ya habíamos fijado la fecha de la boda y hasta había mandado a hacer mi vestido, de hecho la boda por el civil sería en un par de meses.

Un día martes recibí una llamada de una de mis hermanas para avisarme que mi mamá se había puesto mal, yo no podía ir sino hasta el fin de semana y así se lo expliqué a ella. Al día siguiente tuvieron que internarla urgente, presentaba una bronconeumonía y su diabetes estaba complicando la situación. El viernes por la mañana estaba a punto de salir hacia el trabajo cuándo me avisaron que mi mamá había fallecido.

Es imposible intentar plasmar con palabras lo que sentí en ese momento, solo quien ha sufrido una pérdida semejante se lo puede imaginar.

Nuevamente el brazo fuerte de mi esposo me ayudó a levantarme. Tomamos juntos el primer autobús que salía a mi pueblo y llegamos con mi mamá, lloré hasta el cansancio y él se me unió después de ayudar a meter a mi mamá en su ataúd, nunca pensó que haría eso y antes de terminar de meterla ya estaba llorando.

A mi papá no se le dio la noticia, el médico nos aconsejó que no lo hiciéramos, ya tenía muy pocos momentos de lucidez y era inútil causarle semejante dolor si de todas maneras no lo iba a retener después.

Un par de semanas después de la muerte de mi mamá confirmamos una sospecha: estaba embarazada. La noticia nos alegró y nos preocupó, no teníamos un sustento bueno y un lugar donde vivir juntos. Pero nos sentíamos felices.

Luchamos con todas nuestras fuerzas para salir adelante, ya estábamos casados por el civil pero faltaba la boda religiosa. Para aumentar la angustia sucedió que en mi trabajo se enteraron de que yo estaba embarazada y me despidieron. Pero eso no era lo peor.

Llegó el día de la boda y mi papá no pudo acompañarme, su estado de salud ya era muy delicado: ya no se podía mover para nada. Pero mis hermanos estuvieron conmigo y fue un día maravilloso.

Dos meses después falleció mi papá. La noticia me dolió mucho pero al mismo tiempo me sentí tranquila, ya era justo que mi papá descansara. A nadie le extrañará que les diga que por parte de las personas de la Obra no recibí ni un solo pésame, ni una pregunta, ni una palabra de consuelo. Y no era porque no estuvieran enteradas de lo que me pasaba.

Ahora comprenderán por qué esta parte de mi relato era un poco difícil para mi...


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