El magnetofón del florero (Cap. 61 de 'El buen pastor').- Nacho Fernández
Fecha Friday, 19 November 2004
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


EL  MAGNETOFÓN DEL FLORERO
 
Cap.61 de 'El buen pastor'
Enviado por Nachof el 19-noviembre-2004
 
 
   En estos días han salido a la luz algunos artículos que se refieren a la mala relación que existe entre entre el Opus Dei y la Compañía de Jesús, dos instituciones de la Iglesia que debían de llevarse bien, pero que no se llevan. Así queda claro en los artículos de Dionisio, César, Tapatio y Frida. No es que en un calentón de uno de ellos hayan salido a relucir unos trapos sucios que han sido inventados. Son totalmente ciertos y así lo pueden confirmar personas que lo han vivido.
 
   Dionisio, refiriéndose a la tradición oral de la prelatura, hace alusión a una visita de monseñor Escrivá, fundador del Opus Dei, al padre Pedro Arrupe en el edificio de  la curia generalicia de  la Compañía de Jesús. En esa reunión --dice--se encontró un magnetofón dentro de un mueble. No especifica el tipo de mueble. Pues bien, a mi me llegó en versión de un magnetofón dentro de un florero. Es de película truculenta. Esto lo he oido por varios lugares...


   Como en el Opus son tan amantes de la Iglesia en general y de los religiosos, cuando participa un opusino en un hecho él siempre queda como bueno y los demás son malos. La versión que me llegó dentro de la obra sobre ese hecho es que el fundador expresó su malestar por estar controlado en la conversación. Se ve que en la obra de Escrivá no se controla lo que se dice y, al final de las entrevistas con personajes principalmente de la Iglesia, hay que escribir una reseña sobre los temas tratados. Claro que como era el fundador y mandaba, él no lo escribiría y sí su ayudante del momento. Eso sí corregido hasta el extremo por el Santo Marqués de Peralta.
 
   Esta es una de las lindezas que se oían dentro de la Obra sobre los jesuitas. Más de uno podrá ratificar mi versión. También se me comentó que cuando el Padre Arrupe fue a visitar al fundador de la obra, quedó claro que en la sede central del entonces instituto secular (el opus) las mujeres del servicio iban con cofia y en traje de gala para servir a la mesa, mientras que en la Compañía no había esa limpieza que se observaba en Villa Tevere  y que hacía que algunos eclesiásticos dijeran que el domicilio de Escrivá estaba hecho con mármoles, cuando la verdad, según ellos, era que estaba más limpio y con mayor cantidad de cera que lo hiciera más brillante.
 
   Algunas veces he leído aquí comentarios del "mucho cariño" que demostraba Escrivá por los miembros de órdenes y congregaciones religiosas, a las que a veces comparó a niñas de colegio. Para decir que eran buenos, aseguraban que contaban con algunos religioso/as contemplativo/as y unos poco/as de vida activa que eran cooperadores del O.D.
 
   A los pocos años de fundar la obra, Escrivá tuvo como confesor al padre Valentín Sánchez Ruiz. Con el tiempo cambió de confesor, pues el citado jesuita, según lo que decían en la obra, le daba plantones por indicación de los superiores de la Compañía de Jesús.
 
   No se me olvida la anécdota que se contaba en el Opus de aquella religiosa que se encontraba en un centro sanitario que manifestaba que en su congregación se le trataba con "caridad" y ella deseaba ser tratada con "cariño". El siguiente razonamiento es que en la obra se nos trataba con cariño. En los casi 34 años que pertenecí a la obra  pocas veces se me trató con cariño. Luego se trata de un caso de "autobombo" y de soberbia, que puede ser hasta considerada colectiva.
 
   Pero la animadversión de la Obra contra los jesuitas iba más allá. Se decía que en los años posteriores a la terminación de la Guerra Civil, el fundador tenía prohibido visitar Barcelona, lo que le hizo cambiar de nombre en el documento de identidad. Se acusaba a la Compañía de Jesús de haber promovido tal acoso, tras haberse hecho de la obra algunos de los que formaban su congregación, llamada de "los Luises". El gran defensor de la obra en aquellos momentos fue Alfonso Balcells, que luego se hizo numerario y que ya ha fallecido, según comprobé cuando hice el estudio sobre la gente que fallece en la prelatura. El boletín "Romana" publica los nombres de los fallecidos. Claro que en estos momentos lleva un considerable retraso, al llegar solo hasta junio de 2003, por lo que la demora es de casi año y medio.
 
   Era tal la animadversión que había contra la Compañía de Jesús que yo oí muchas veces que era la culpable de toda la crisis que ha vivido la Iglesia Católica tras la celebración del Concilio Vaticano II. A ello se añadió que en España no había obispos pertenecientes a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, vinculada al Opus Dei, por lo que los culpables, según ellos, eran los jesuitas.
 
   Todos estos hechos han provocado que en mi interior hayan existido reservas hacia la Compañía de Jesús. Si es otra institución de la Iglesia Católica que a lo largo de la historia ha dado muchos santos, ¿por qué se le va a mirar mal?






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