El ombligo del mundo (Cap. 60 de 'El buen pastor').- Nacho Fernández
Fecha Sunday, 14 November 2004
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


   EL OMBLIGO DEL MUNDO

Cap.60 de
'El buen pastor'
Enviado por Nachof el 14-noviembre-2004
 
Tengo la sensación de que el opus dei se cree el ombligo del mundo y su fundador es el santo más grande que ha dado la Iglesia Católica a lo largo de sus veinte siglos de historia. Eso me dijo uno de los primeros agregados, aue aún viven y que trabajan actualmente en la sede del gobierno de la obra en España, en la calle Diego de León, 14 de Madrid. Mis 34 años dentro confirman esa tesis. Ese fanatismo no es que haya sido una salida de tono de mi ex "hermano" agregado sino que lo he visto en más gente de la prelatura, que, para mí, son unos ignorantes o no quieren ver lo que está claro...


Ese fanatismo me recuerda a lo que pasa a los niños cuando son pequeños: van al colegio y cuando se encuentran a un compañero que tiene más fuerza o les domina dicen que "ya verás cuando venga mi papá, que es mucho más listo y fuerte que tu". Luego, si hablan de sus profesores a los amigos del barrio resaltan que son los más listos de España. Así, a base de repetir, se lo creen realmente.
 
   Pues bien, cuando me hice del opus dei, el 19 de marzo de 1965, el Concilio Vaticano II estaba muy adelantado. Terminó a finales de ese año. Yo entonces casi no leía los periódicos. De ahí que mi mente estaba virgen para recibir todos los mensajes que dirigieran los directores que sí tenían la mente más clara que yo.
 
   Uno de esos mensajes que aún me perdura es que el fundador había sido un adelantado a su tiempo al proclamar la llamada universal a la santidad, desde que fundó el opus dei. Como el entonces instituto secular tenía tanta gente en el Concilio Vaticano II --don Alvaro del Portillo , don Ignacio Orbegozo y poco más-- se tuvieron muy en cuenta sus tesis. Solo se tuvieron en cuenta las tesis predicadas por Escrivá. Vamos que eran "el obligo del mundo".
 
   Para aparentar esa falta de presencia en el Concilio Vaticano II, recuerdo que se nos indicaba que "el Padre" (con mayúscula se le llamaba al fundador dentro de la institución) había recibido durante las sesiones a numerosos obispos, que habían ido a consultarle lo que iban a hablar en las sesiones. Yo dejo constancia del hecho. Cada uno que piense lo que quiera. Lo que está claro, y lo se por experiencia como informador religioso, es que la obra suele tender sus tentáculos cada vez que existe una reunión a alto nivel eclesial. Así sucede cuando existe una asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal española, en que cada día un obispo español es invitado a almorzar a la sede del gobierno del opus en España. Puedo decir, con terminología habitualmente empleada dentro del Episcopado, que la mayor parte de los que van a almorzar son de tesis "de derechas" o de la ortodoxia católica, aunque en España no puede decirse que exista alguno que destaque por su heterodoxia.
 
    Terminó el Concilio Vaticano II. Los directores nos insistieron una y otra vez --prueba de ello es que se me ha quedado dentro la canción-- que "el opus dei había sido un adelantado a las tesis del Concilio Vaticano II". Pero en la aplicación de lo acordado en esta reunión vino la primera tragedia para la obra. Los directores  de la obra amortiguaban el goipe asegurando que el hecho de que se produjeran excesos era seguir lo ocurrido en otros concilios.
 
   Durante los "Dos Meses de Catequesis" --asi se llama internamente  el viaje que realizó monseñor Escrivá en 1972 por toda España--, el fundador insistió frecuentemente en la necesidad de guardar la ortodoxia y de aprender los viejos catecismos. Al final de las tertulias se pedía "por el Papa y los obispos en comunión con el Papa". Por lo que se ve no habían triundado tanto las tesis del llamémosle "adelantado" al Concilio.
 
   Recuerdo que el fundador de la obra nos dirigió una carta con ataques fuertes contra la falta de ortodxia en la liturgia. Esa carta se llamaba internamente "la tercera campanada" y Escrivá comparaba la situación con esas circunstancias en que el los pueblos se utiliza el campanario de las iglesias para llamar a los fieles ante una situación difícil. En tertulias en pequeños grupos de la obra se dirigían los ataques contra el autor de la reforma, monseñor Annibale Bugnini, que luego el Vaticano nombró nuncio en Irán y que estaba allí cuando fue derrocado el sha Rezza Pahlevi. Este hecho se vio casi como un caso de castigo divino, no a nivel de los directores, sino en pequeñas tertulias de sacerdotes y directores locales.
 
   Como las tesis del opus dei eran las correctas y eran el ombligo del mundo, son las que hoy "imperan en la liturgia". Escrivá se agarró al clavo ardiendo del Concilio de Trento y siguió diciendo la misa de San Pio V, que no es cara al pueblo. Eso sí decía públicamente que Don Alvaro del Portillo le había conseguido una autorización para seguir con la fórmula antigua. Cuando en la calle se decía la misa cara al pueblo  en lengua de cada país, en el opus se decía la misa en latín, que se considera una lengua que debe ser conservada, lo que no dejan de tener razón. En fin, ya lo conté en el artículo titulado "Resistirse a la reforma litúrgica". Como agregado que fui puedo asegurar que había una distancia considerable entre la misa que celebraban en las iglesias públicas y la que se decía en el opus dei. Cuando yo me fui en 1998, se seguían diciendo las preces de la obra en lugar de las de los fieles que se recitaban en las templos abiertos al público. Por ello las mismas preces se recitaban prácticamente íntegras en los centros de la obra. 
 
    ¡Qué frustración la mía! Me creía que eran el ombligo del mundo y no lo eran. He visto la triste realidad cuando se me ha caido la venda de los ojos al salir de la institución. ¿Y pensar que aún existe gente dentro del opus que de buena fe siguen pensando lo que yo pensaba cuando me sali en 1998? 


Los orejas que estuvieron ayer en tu casa, te mandan un abrazo y te dan la enhorabuena como anfitrión. Y saludan, de paso a todos los comensales que estaban presentes. ¡Eso sí que fue una comida y una larga sobremesa llena de afecto, de confianza y de verdaderos amigos! Un abrazo.





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