Opus Dei y Política.- Jose
Fecha Sunday, 07 November 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


Opus Dei y Política

No me resisto a pronunciar mi opinión (o a meter las narices, más a lo llano) en el asunto troncal de la correspondencia de la semana: la política y el Opus Dei. Premisas: mi estancia en la Obra fue más bien corta y en una época en que la democracia en España, aunque incipiente todavía, ya se asumía prácticamente como un estado de normalidad. Por tanto, no voy a entrar a opinar si desde las altas instancias de la Obra se había apoyado anteriormente con más o menos fervor el régimen franquista, porque no tengo datos.

La realidad es que en mi centro y en honor a la verdad jamás se trató institucionalmente el tema político. Jamás se nos dio una indicación al respecto, y eso que estábamos inmersos en la etapa del cambio de una UCD descompuesta (partido de centro-derecha que había liderado la Transición, para los que no seáis españoles) a una arrolladora victoria del Partido Socialista Obrero Español de Felipe González, con golpe de Estado de Tejero y primera visita del Papa Juan Pablo II a España de por medio. Ni una sola consigna, ni una sola indicación política que yo viera o conociera. Algunos comentarios a nivel personal entre nosotros pero sin más.

Al menos en ese asunto, el político (y siempre en lo que yo viví), la Obra respetó escrupulosamente lo que pregona. No me duelen prendas reconocerlo.

Mi opinión: yo pienso que en este tema la Obra actúa en un plano que podríamos denominar “pragmático”. Es cierto que la doctrina que inyecta en sus asociados, o fieles, o como se llamen, genera un tipo de individuos (me estoy refiriendo principalmente a numerarios y agregados) que responden al perfil burgués conservador de centro derecha. Raramente un numerario o agregado votará por el socialismo. Es más fácil que apoyen a partidos que defiendan claramente y sin fisuras los valores tradicionales (que no es sólo el PP, pues amigos centralistas os estáis olvidando que en la periferia también hay formaciones –CiU en Cataluña, por ejemplo y entre otros más- que asumen ese perfil conservador-cristiano en su variante más nacionalista). Pero el Opus Dei como tal opta por no identificarse con ningún partido concreto.

También es verdad (sigo emitiendo opiniones personales) que tal y como está montada la vida de numerarios y agregados, la institución como tal no fomenta ni impulsa que sus miembros participen activamente en la vida política.

Lo que sí creo es que una vez algún (o algunos) miembro alcanza un cargo político la Obra intenta obtener beneficios para sí. Por ejemplo, en los últimos años del PP ha sido escandaloso el asunto de los "conciertos" de los colegios de Fomento de Centros de Enseñanza: apoyándose en destacados cargos –este tema lo conozco de primera mano- han obtenido subvenciones y ayudas públicas pero –y aquí está el quid- sin renunciar a determinadas características que por ley estaban obligados. Un ejemplo: mientras los colegios de religiosas y religiosos para ser “centros concertados” (beneficiarios de ayudas públicas, simplificando) tuvieron que dejar que la Administración entrara en determinados aspectos de su gestión y renunciaron a ser sólo de chicas o sólo de chicos y asumieron la educación mixta, en Fomento esto se ha cumplido a trancas y barrancas y sólo la letra de la ley –cuando se ha hecho-, pero no con el espíritu. Es un tema sobre el que Satur puede abundar porque seguro que lo conocerá más de cerca.

Creo que un ejemplo que ilustra gráficamente el carácter instrumental que la Obra da a sus miembros cargos públicos lo refiere el que fue Secretario General de la Obra en los años 60 y consiliario en España, Antonio Pérez Tenessa (que no Hernández, como decía alguien).

Lo cuenta en Historia Oral (de Alberto Moncada), capítulo 6: “Uno de los problemas más graves que yo fui teniendo era mi defensa de la libertad de los socios que actuaban en esas esferas contra la indiscriminada explotación de su situación por parte de la Obra -cuenta Antonio Pérez-. Yo estaba naturalmente a favor, sobre todo al principio, de que esa presencia favoreciera al apostolado, pero creía que ello debería hacerse sin forzar la conciencia de los directamente afectados. Recuerdo el mal rato que pasé cuando vinieron unos numerarios de Roma, italianos, con instrucciones del Padre para que Alberto Ullastres [miembro de la Obra y ministro]les ayudara en unos negocios que habían planteado. Venían incluso con la pretensión de que Alberto, ministro de Comercio, fuera a tratar del asunto a la casa de la Obra en vez de recibirlos en el Ministerio. Yo me negué a ello y me llevé una buena bronca. Al final Alberto los recibió y creo que no se llegó a nada, pero lo desagradable era la sensación de que había un dominio eminente del Padre, no sólo sobre nuestra vida interior y nuestro apostolado, sino sobre la actividad profesional individual de los socios”.

Bueno, espero haber aportado un granito más de claridad (o confusión, que ya no sé) a este complicado tema.

Jose









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