Los derechos humanos, Franco, la familia y el Opus.- M.J.
Fecha Sunday, 07 November 2004
Tema 080. Familias del Opus Dei


Los derechos humanos, Franco, la familia y el Opus.

Leo en el correo de Epi del 5 de noviembre que Franco "Quizá por ser católico no anuló los derechos individuales, sino sólo los políticos, así que nunca atacó a instituciones como la familia, ni impidió la libertad de movimiento dentro del país, ni obligaba a los españoles a elegir el trabajo que el Estado designara para ellos"...

Mucho hay que retorcer el concepto de "derechos individuales" para considerar que los respetó quien hizo ejecutar, torturar y encarcelar por sus ideas a decenas de miles de personas (y me refiero a lo que ocurrió después de la guerra, no durante ella). Quien cercenó la libertad de pensamiento, la libertad religiosa, estableciendo el Nacional-Catolicismo obligatorio.

Quizá no restringió la libertad de movimiento dentro del país, pero en lo que se refiere a la posibilidad de salir fuera, el pasaporte no se consideraba un derecho, su concesión era potestad del estado, sin más explicaciones; yo no lo pude conseguir hasta 1976 (y ni siquiera había estado nunca detenida).

Respecto a que no obligaba a los españoles a elegir el trabajo que el Estado designara para ellos, quizá no a los españoles, pero, desde luego, sí a las españolas, para las que estableció el papel de amas de casa. El acceso a muchos trabajos quedó vetado a las mujeres, y solo se amplió en la década de los 60. Y hasta el final, una mujer, para cualquier decisión económica (abrir una cuenta bancaria, comprar un coche) necesitaba el permiso de su marido. ¿Eso no son “derechos individuales”?

Mención aparte merece lo de la familia. Que no atacó a la familia quien prohibió cualquier matrimonio que no fuera el católico (durante décadas, el matrimonio civil requirió un certificado de apostasía expedido por el obispado, que convertía a quien lo solicitara en un apestado, le incapacitaba para ser funcionario, etc..). Que, al abolir el divorcio, anuló los matrimonios de los divorciados de la República, rompiendo así sus nuevas familias, y convirtiendo nuevamente en matrimonio a personas que llevaban años separadas y que habían rehecho sus vidas. Que impidió a las parejas decidir libremente cuántos hijos querían tener. Qué obligó a las mujeres maltratadas a seguir casadas con sus verdugos. Y para qué vamos a hablar de los homosexuales. Así que ¿de qué familias estamos hablando?

Y aquí vamos a un núcleo fundamental del pensamiento del Opus y de todo el integrismo religioso: la identificación del concepto de familia con su estrecha y particular versión.

Lo que menos le perdono al Opus es, precisamente, el daño que hicieron a mi familia. Mis padres, supernumerarios, siguiendo las consignas de sus directores, se negaron a aceptar cualquier opción de sus hijos que no fuera el matrimonio católico. Y eso que la Iglesia considera válido el matrimonio civil de los no creyentes; pero sus directores les dijeron que, aunque uno no crea en Dios, si está bautizado es católico y está obligado a casarse por la Iglesia. Y aquí funcionaron todos los chantajes, todos los resortes de la Santa Coacción y la Santa Intransigencia.

Esta actitud no es exclusiva del Opus, y probablemente no todos los matrimonios del Opus funcionan así; supongo que en otros el amor a los hijos pesó más que las consignas. Pero, quizás si no hubieran tenido a la Organización detrás, mis padres habrían ido, poco a poco, flexibilizándose y aceptando la realidad. Tal como fueron las cosas, nuestra familia se fue rompiendo, nos fuimos alejando. En momentos clave de nuestra vida, matrimonios, rupturas matrimoniales, divorcios, nuestros padres no estuvieron ahí. No asistieron a nuestras bodas civiles. No permitieron la entrada en su casa a nuestros maridos, a nuestras parejas. No les interesó saber si sufrimos por la ruptura de una pareja que, según sus principios, nunca había existido.

Así que, que no me vengan con la defensa de la familia. Cuando la esencia de la familia, el amor, el apoyo a los hijos, el respeto a sus opciones, pasa a segundo plano, lo que se está defendiendo no es sino una cáscara vacía. Una jaula.

M.J.







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