La cuestión del currículum.- Kaiser
Fecha Friday, 05 November 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


La cuestión del currículum.


Tiene razón Nasius al plantear la cuestión del currículum vitae. Esa es una buena prueba del nueve de que la vida en Casa es de este mundo o es algo irreal que se desvanece como el humo. Lo cierto es que son pocas las actividades desarrolladas en esa etapa de nuestra vida susceptibles de verse reflejadas en un CV. Yo no tuve ningún inconveniente en incluir en su día aquellas que tenían una relación más o menos directa con la vida civil. Y he de decir, en honor a la verdad, que llegado el caso de tener que certificarlas no encontré ningún inconveniente. Claro es, también, que a la hora de contrastarlas con las huellas dejadas en los registros públicos tales como la Seguridad Social o Hacienda, la realidad vuelve a mostrársenos tan esquiva como enmarcar un sueño.

En cuanto a las actividades propiamente internas en las que uno ha podido demostrar ciertas habilidades en el trato con otras personas, idoneidad para la docencia, gerencia y dirección de equipos e instituciones, desempeño en público de la palabra, nivel de estudios de orden filosófico y teológico, etc... es evidente que quien más quien menos intuye que de bien poco le van a servir en la vida corriente.

Particularmente no creo que sea una cuestión de vergüenza del pasado. Puede que sí algo de rechazo a la idea de tener que volver a pedirles algo. Quizá el temor a tener que dar explicaciones a extraños que no estamos dispuestos a dar porque consideramos que hemos de tener guardado y bien guardado ese capítulo de nuestra vida en nuestro interior y nos incomoda que se asomen a él miradas ajenas que sabemos de antemano que no van a entender nada de lo que les digamos.

Por último, merecería la pena conocer el grado de utilidad concreta que la formación y la experiencia interna ha proporcionado a cada cual. En este sentido me aventuro a decir que el grado de utilidad directa de las labores apostólicas en la vida corriente es cero. En el polo opuesto estaría el caso de aquél a quien el mero hecho de haber sido ex le hubiera servido, por ejemplo, para dar clase de religión en un colegio. ¿Hay algún caso? ¿Es posible imaginarlo? He ahí, quizá, otra vara de medir el grado de identificación del Opus Dei con la Iglesia o, siquiera, con el carácter confesional del Opus Dei. ¿Sirve la experiencia de haber sido sujeto de formación de élites en la Fe e incluso de haberla impartido a esas mismas élites como garantía de capacitación para hacer lo mismo en un plano menos presuntuoso entre el común de los mortales?

Como he dicho al principio, ésta podría ser la prueba del nueve del grado de enajenación que se vive en el instituto. Piénsese que en un sistema social medianamente avanzado como es aquél en el que hasta los excarcelados cuentan con programas de inserción social y laboral, el que haya quien admita que los suyos queden sin más en medio de la nada puede presumir de lo que quiera menos de Caridad. Y ya se sabe en lo que quedamos todos sin ella según nos enseñó San Pablo.

Kaiser.







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