En la última correspondencia (Cap.29 de 'A quien pueda...').- Satur
Fecha Sunday, 24 October 2004
Tema 090. Espiritualidad y ascética


En la última correspondencia

Cap.29 de 'A quien pueda interesar'
Enviado por Satur el 24-10-2004

 

En la última correspondencia de Pentium entrecomilla una frase que recuerdo haberla repetida hasta el infinito y más allá: "aquello que no te da paz, no es de Dios".

Con actitud de "Flor de Loto", uno escuchaba al pequeño saltamontes supernumerario que su hija se había quedado embarazada de no se sabe quien, que pasaba por una difícil situación económica, que andaba con problemas de separación porque ya no aguantaba más...



Y uno escuchaba sereno, tranquilo, pacíficamente bienaventurado, levantaba el dedo índice y decía con voz de anuncio de ING Direct: no pasa nada. Achilipú, apú, apú, todo lo que te quita la paz no es de Dios. Ten paz. Mucha paz. Ama y haz lo que quieras. Omnia in bonobús, lo importante es que seas feliz y que te salves.

En la opus corren consejos de esos como moneda de cambio por doquier y se expanden con una rapidez endémica, repetidas como loros, sin saber exactamente si esas frases son verdad, media verdad, una ilusión, una cosa potita, un celofán, o qué é lo qué é que significa de algún modo sí, ya... Pueden nacer de un curso anual donde ha asistido un Jefe Indio de Bruno Buozzi, Caballo Loco, y que en una meditación ha dicho la frasecita y, hala, diez tíos sacan la agenda y la apuntan enfervorecidos y poseídos por una extraño movimiento interior. Salen del curso anual y te la sueltan en el centro en un círculo breve, o en una charla y, zamba, otros que tiran de Finocam y la escriben. A su vez estos, reciben charlas de otros, o dan un círculo a supernumerarios, o hacen una corrección fraterna y, patapamba., te endilgan la sentencia... Y meses después miles y miles de pelsonas cuelpos humanos de los cinco continentes van diciendo "aquello que no te da paz, no es de Dios". Dicen eso como pueden decir "A menudo me recuerdas a alguien, tu sonrisa la imagino sin miedo".

A mi eso de que "aquello que no te da paz, no es de Dios" me parece que no es verdad siempre, en todos los sentidos, ni para todas las personas. Más aún: esa frasecita ha hecho que haya mucha gente con una paz muy cercana a la indiferencia, al allí me las den todas y al " iros a tomal pol culo todos" o, dicho más finamente, "que cada perro se lama su pijo".

Necesitamos, de hecho somos así, ser apasionados, contemplar y amar esta vida -que es relacionarse con los otros- e implicarnos en ella. Y que nos afecte. Jesucristo es un hombre apasionado. Una vida desapasionada no es una vida buena. Quien no se cabrea ante una injusticia, quien no llora ante el dolor ajeno, quien no se asombra ante la belleza - no hay mejor paisaje que el rostro humano - está falto de algo esencial. Es un microcefálico, microcordial y micromina. La pasión nos manifiesta un valor o un desvalor.

El problema de ser apasionados es que la propia pasión nos desfigura las proporciones en que deben de ser contempladas. No es un buen termómetro para entender si la vida nuestra va bien o va mal. Cuando uno se apasiona se afinca en las perspectiva de las cosas en vez de ponerse en el lugar de las cosas. La pasión descubre valores, pero no su jerarquía. Por eso hay que tenerla cierto respeto, pero no se atempera con la paz de flor de loto.

Cuando yo era un golferas - más golferas que ahora - me metía en sidrales movido por pasiones y movimientos un tanto curiosos. Eran los míos. Me consolaba la frase "son cosas que me pasan", como si eso no fuera conmigo, como si yo no fuera exactamente el responsable de esas aventuras, por llamarlas de alguna manera, de esos juegos que chapoteaban entre la ternura, la guarrondería, los afectos, las expansiones, la soledad y esas cosas que ni son del todo malas, ni son del todo buenas, pero son muy egoístas. Muy tristes también. "Son cosas que me pasan", pensaba. Me disculpaba invocando la pasión, en ocasiones disfrazada de pena -cuantas situaciones raras se mantienen por no contristar, por no dar pena... Pero bien sabía uno que eso no servía de disculpa, que esa ceguera no era legítima. No somos animales y podemos cegarnos artificialmente hasta límites insospechados para evitar la responsabilidad.

Muy bien, puedo actuar durante años como si no viese, pero soy responsable de mi ceguera. Y allí ya no caben excusas, componendas, ni argumentos más o menos bien construidos... Y ese momento, que son los momentos más de Dios que existen, cuando sientes qué es eso de la Conciencia y que debes de hacer algo. Esos momentos piden todo menos paz. Y son también, en medio de esa zozobra, momentos donde Dios está muy cerca.

Después acudes a una dirección espiritual mecanicista, a uno de esos que habría que darles de beber agua del pozo de la Virgen Mejicana para que aprendieran a querer, y ante problemas así, donde hay que saber corregir, animar y ayudar a tomar decisiones muy personales, te sueltan "tranquilo, no muevas ficha, estás zozobrando y "aquello que no te da paz, no es de Dios".

Pero un día caes en la cuenta de que sí debes de tomar una decisión. Tú solito y con Dios a tu lado. Sabes que no puedes esperar nada de gente institucional y con un código de barras en la cabeza.

Y decides, sin paz, algo acojonadete porque no sabes donde irán tus días, intuyendo que Dios está contigo, a pesar de rejalgares, de profecías de chichinabo, de promesas de infiernos en vida, de sensaciones de soledad, de traición, de miedos...

Pasa el tiempo y sí. Dios estaba muy cerca de esas decisiones que sólo uno/a puede tomar.


continuará







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