Delirios y recuerdos.- Emevé
Fecha Monday, 18 October 2004
Tema 010. Testimonios


Queridos Orejas, me alegro que se haya solucionado lo de Telefónica. Les mando este escrito y mil gracias por estar allí... un enorme abrazo y bendiciones de una futura santa que agradece que ustedes existan...Emevé (con acento en la é, como Beyoncé, hoy estoy artista)

Delirios y recuerdos.- De Emevé (futura santa)

Y yo que pensaba que me iba a ganar el nobel exopusiano, resulta que hoy me entero que para los “pesos pesados de la web”, soy una anónima. Gracias Flanpan (15.10) por seguir con tan buena pluma el tema que inicié con menos arte (a pedido de una amiga querida) sobre el corazón y por desear que encuentre el amor, yo soy escéptica, pero no por falta de ganas sino por la cruda realidad que ya dije; y gracias a otros (pocos) que leen lo que pongo y tienen la gentileza de responderme. Me quejo de la poca lectura porque como soy futura santa considero que por su propio bien todos deberían seguir lo que yo digo, pero ya se enterarán… sufro y llevo el anonimato como una cruz en silencio (como esa de palo que miraba con amor cada vez que levantaba los ojos del microscopio en aquel laboratorio de mi juventud… ¿o no era yo?), y lo ofrezco por ustedes “pesos pesados” que me ignoran, ya se enterarán… pero mejor que no, que no lo sepan, no vaya a ser que me quieran imitar (en eso no me imiten) y resulten más santos que yo.

Delirios aparte, no sé cómo fue que me encontré con el escrito de Daniela del 30 de marzo que se llama “Mis padres me necesitaban más que nunca”, el corazón me late con fuerza de solo pensar que es una chica a quien conocí, y si no lo es, su historia se parece de modo asombroso (y espeluznante) a la historia que yo conozco de una chica de mi tierra.

A esta “Daniela-mi-paisana” la conocí siendo todavía una niña (ella) y yo una joven e impetuosa numerata, sobre ella hablaba en las tertulias Pepa, la directora de su colegio, que decía que “tenía que pitar” y yo cada vez que podía le “metía letra” (¡ella era una niña de colegio y yo una diecisiete añera inconsciente! que Dios me perdone, pero quería que pitara más que nada en el planeta). Total, su edad, la rebeldía, las amigas o lo que sea, la llevaron a hacer una cosa dolorosa para mi familia con lo que me sentí traicionada y muy herida. Esta actitud probablemente no tuvo relevancia para ella, pero sí para mi, de modo tal que me quejé tanto y tanto hasta que la referida Pepa (numeraria de mi centro con la fidelidad recién hecha) tuvo que cargar con las consecuencias de los actos sus “amigas” (ella no hizo nada, sino sus alumnitas, pero a ella le cayó parte del castigo) tuvo que dejar el cargo e irse de la ciudad a ser una “de a pie” en otro lado, y de las alumnas no se supo más. De Daniela-mi-paisana me aseguraron que “jamás pitaría” ya no recuerdo si me lo dijo la de San Miguel que vino especialmente a mi centro a decirme que defenestraban a Pepa, o la de San Rafael de mi centro…, pero me lo juraron… porque yo la verdad en ese entonces y con 17 años, no la quería ver ni en foto…

No recuerdo cuánto tiempo pasó (uno o dos años) y todo se calmó y Daniela volvió a frecuentar el centro, ya hecha una chica universitaria, y me pidió disculpas de manera muy adulta y yo las acepté y traté de olvidar del todo y ofrecer (de nuevo, por milésima vez) a Dios esa contrariedad de la que todavía me acordaba y ocupaba tiempo de mi charla. No sé si quedó claro que con el problema este, las numerarias (sobretodo las directoras) de mi centro se pusieron de mi lado, recayendo el castigo en Pepa, para quien las expresiones de la que llevaba mi charla no eran muy caritativas.

Poco después, no sé si estando yo afuera o por salir me dijeron que Daniela-mi-paisana había pitado, lo que me llevó a agradecer a Dios, ya que la contrariedades que ella me había causado (no fue a mí, sino a mi familia “de sangre”, que es donde más me duele, como se lo dije) habían sido ofrecidas por su vocación (ya sé que no fueron mis oraciones las que consiguieron la vocación, sino la presión por tantas de nosotras que la seguíamos desde niña, un trabajo lento, pero seguro). El asunto es que estando ya “fuera”, pero con el síndrome de Estocolmo, fui, una de las pocas veces que me recibió, a “hablar” (versión exe-buenplan de la charla) con mi ex directora (la que me dijo que me fuera) y me contó un poco sonriente la desgracia de la familia de Daniela-mi-paisana (sus padres quedaron en la ruina) y me hizo ver que Dios había sido justo, porque la castigó por lo que le “hizo” a mi familia. A mi me duele el poco corazón que tengo de pensar que lo que “hizo” una niña merecería más castigo que una expulsión de un colegio o dos jalones de orejas bien dados…en ese momento algo se me estremeció y no quise saber más del tema, y hoy, con la venda más caída, me digo a mí misma ¿es así como una hermana habla a extraños de los problemas de otra hermana? porque en ese entonces Daniela era hermana suya, a mi me habían echado (yo estaba fuera de la “familia” era una extraña, pero Daniela era pobre… y yo quizás volvía si me curaba), y en vez de callar el problema (si ella no me lo dice yo nunca me habría enterado), ¿me lo dice como esperando que me regocije en dolor ajeno? ¿Cuál es el bien que obtendría mi alma al alegrarme del dolor de otros? ¿Me haría más santa? a esto me refería cuando le hablaba a Rafaela (27.09) sobre las faltas de caridad entre las personas de “dentro”… ¿que es culpa de las personas? no lo sé, no lo sé... Por supuesto que no me alegré, sino todo lo contrario, pero esa no era la reacción que mi ex hermana se esperaba…

Mi corazón desea con todas mis fuerzas creer que la Daniela que escribió: “SOY MUY FELIZ! mucho mas feliz de lo que imaginé ser cuando estaba en el opus, mucho más feliz y libre de lo que me sentí capaz, mucho más tranquila y alegre q hace un par de años, mucho menos rebelde, mucho más NORMAL” (30 enero) sea aquella Daniela-mi-paisana, y que el Dios a quien tanto recé por ella, le dé la felicidad que se merece muy lejos de gente que no la quería y que la usaba hasta exprimirla como un limón, como lo hicieron conmigo. Así y sólo así sentiré que todo lo que recé por ella, las horas de cilicio, las amarguras pasadas y las lágrimas, valieron la pena… que seas feliz Daniela-mi-paisana, y que seas feliz Daniela que cuenta sus historias en la web y gracias por darme la esperanza de imaginarla feliz (no he dejado de pensar en ella desde que la que debió ser su directora en su centro de formación me dijo eso, pienso en ello con horror y espanto, con pena, y con ganas de gritarle “sal de allí”. Supe por una amiga mía y de ella -U- que la mandaron a vivir con una tía suya: ojalá seas tú… si quieres pide a los orejas mi mail, ya a estas alturas debes saber de sobra quién soy…)

Saludos a todos

Emevé (f.s)







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