La travesía del desierto (Cap. 53 de 'El buen pastor').- Nacho Fernández
Fecha Wednesday, 13 October 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos



LA TRAVESIA DEL DESIERTO

Cap.53 de 'El buen pastor'
Enviado por Nachof el 13-octubre-2004

Existe una etapa en la historia de la obra que puede ser denominada de 'La travesía del desierto'. Es la que se refiere al tiempo en que los entonces asociados rezaban por algo que no se sabía, que estaba rodeado de gran misterio y que denominaba 'la intención especial', sin que ningún director se atreviera a revelar en qué consistía exactamente. Muchas personas sospechaban, pero a los que estábamos dentro no nos revelaban detalles.

Yo pité el 19 de marzo de 1965. Creo que ya entonces estaba vigente "la intención especial". Solo nos decían que rezáramos por ella. Incluso en la obra nos pedían que invitáramos a los enfermos que conocíamos a rezar por esa intención, que era la de su fundador. Luego supimos que era la solución jurídica de la obra, lo que es hoy la prelatura personal y que solo una institución de la Iglesia tiene hoy esta denominación, aunque no me extrañaría que se incorporara el llamado Camino Neocatecumenal, fundado por el español Kiko Argüello.

Como se sabe, la solución jurídica de la obra fue aprobada por la Santa Sede el 30 de noviembre de 1982, bajo el pontificado del Papa Juan Pablo II. El día de Santa María Reina, a finales de agosto de ese mismo año, en España, ya corrió el cava por algunos centros de la obra, como señal de que había acabado, por así decirlo, "la travesía del desierto". Joaquín Navarro Valls, numerario del opus dei y portavoz de la Santa Sede, confirmó a los periodistas que estaba en marcha la solución jurídica de la institución fundada por el Santo Marqués de Peralta. El hecho se confirmó poco tiempo después, a finales de noviembre.

Este nombre de "la travesía del desierto" no es mío. Se lo oí decir a don José Montañés, sacerdote numerario del opus dei, hoy fallecido, uno de los primeros que se incorporaron a la obra en Valencia y que, durante algún tiempo, trabajó en la oficina que se encargaba de administrar los bienes de la obra. Era un hombre todo corazón que allá donde iba conquistaba a todos por su simpatía, pero a la vez era muy listo. Tuve la suerte de que durante algunos años fue el sacerdote del centro donde estuve, denominado 'Monte Esquinza', situado en el número 22 de la calle del mismo nombre, muy cercano a la plaza de Colón de Madrid. Todavía le estoy viendo cuando decía que "en la obra no somos tontos" y ponía un dedo junto a sus ojos. Fue elector de Don Alvaro del Portillo como presidente del Opus Dei cuando falleció el fundador. Hasta su muerte tuvo esta condición de elector.

Don José Montañés, que tenía un hermano supernumerario y una sobrina numeraria, solía comparar la marcha de la obra hacia "la tierra prometida" con "la travesía de los israelitas a través del desierto para llegar al lugar que Dios les había prometido". Antes tuvieron que pasar penalidades y eso mismo es lo que sucedió en la obra.

Mis primeros años en la obra, sobre todo en los finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX, fueron de absoluto desconocimiento sobre lo que pasaba a mi alrededor. Con mucho misterio se nos decía de vez en cuando que el Papa Pablo VI había recibido en audiencia privada a Don Alvaro, entonces secretario general del opus dei, que se presentaba como asociación internacional de fieles que busca la santificación del trabajo ordinario y en los deberes ordinarios del cristiano. Con esas palabras lo aprendí yo y todavía las recuerdo. Se nos aventuraba que Pablo VI no entendía la obra. A uno de los que se culpaba de la situación era a monseñor Giovanni Benelli, sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano.

Eran los tiempos en que la obra disponía de una serie de personas que se presentaban como obreros ante las autoridades eclesiásticas para decir que en el opus había personas que se dedicaban también a esas actividades que en la sociedad figuraban como no universitarias. Así, lo tengo confirmado, había, entre otros, dos o tres agregdos que eran mineros en Asturias. En la primera reunión de la asociación de amigos de la Universidad de Navarra, en noviembre de 1964 --yo entonces empecé a entrar en contacto con el opus-- dos aparecieron con lámparas de las minas de carbón para ponerse a los pies de su fundador, que afirmaba que amaba todas las entregas de la obra, pero si Dios le hubiera dado a elegir, el escogía la "vocación" de oblato (hoy agregado), por ser humilde. Esto enorgullecía a los que eran como yo. Por cierto, con el tiempo, esos "mineros" se fueron de la obra. Uno de ellos se llamaba Luciano. No se lo que ha sido del centro al que pertenecían, "Peñavera". Me han dicho que ha cambiado.

Todo era misterio dentro de la obra. Sabíamos que al fundador no le gustaba eso de que "otros", otras instituciones de la Iglesia se hubierabn incorporado al carro de los institutos seculares, de los que el primero de ellos aprobado fue el propio opus dei. Les acusaba de tener formas más bien de religiosos, órdenes y congregaciones, que del "medio del mundo", como le gustaba decir. No se me olvidan las misas de la fiesta de San José en el centro que estaba en la calle (no el paseo) Recoletos, 5 de Madrid. Por entonces, en esa fiesta los oblatos (hoy agregados) que habían hecho la oblación y no se habían incorporado definitivamente a la obra a través de la fidelidad debían expresar en alto los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, a lo que se añadía "según el espíritu del opus dei". El momento de hacerlo era después de la consagración de la misa. Ellos, que se decían tan laicales, hacían votos. Nunca me pareció bien. Al producirse la aprobación de 1982, en la obra no ha vuelto a existir lo de los votos. Eso sí aconsejó vivir "las virtudes propias del cristiano", entre las que se encuentran la pobreza, la castidad y la obediencia, pero no hacer votos.

Ese tiempo de 1982 vino acompañado por algunas acusaciones internas del opus dei contra otras instituciuones de la Iglesia, como son los denominados "Legionarios de Cristo" que, según ellos decían en privado a los que éramos veteranos, habían escrito a los obispos de todo el mundo para que se mostraran en contra de la aprobación de la prelatura personal de la institución de Escrivá.

Recuerdo que, una vez aprobada la obra como primera prelatura personal por parte de la Santa Sede, me aconsejaron que acercara a la institución a un agregado que se había ido del opus en Bilbao (había sido expulsado de un colegio tras permanecer años y luego supe de otros casos parecidos), con la fidelidad hecha, y fue localizado en Madrid, que necesitaba cambiar los votos de pobreza, castidad y obediencia por lo que dentro denominan "el contrato" que vincula a los fieles con el grupo fundado por Escrivá. Yo así lo hice, pero no sirvió para nada, pues poco después Txomin (Domingo), que así se llamaba, hizo una tímida marcha atrás que luego no se confirmó. Esta misma táctica que emplearon, luego la hicieron con el que esto escribe cuando me marché. No sirvió para nada. Es la forma de utilizar a alguien que no ha chocado con la persona, pero que tampoco ha tenido gran confianza con ella. Eso sí, me le encontré algunas veces a la salida de la misa del domingo en la iglesia a la que iba con mi madre.

Como se ve, todo tiene relación. Las cosas no ocurren porque sí. Siempre existe alguien que maneja los hilos y que se sirve de otros. En la obra --se nos decía-- estamos para obedecer y el mandato más fuerte es "por favor". Yo he contado mis vivencias. Fueron años de misterio. No sabíamos qué pasaba. Luego nos hemos enterado lo que sucedió. Precisamente Don Álvaro del Portillo, primer prelado del opus dei, lo explicó en una carta a los fieles que tenía encomendados. Supongo que esa carta se filtrará algún día.


continuará







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