No han cambiado las cosas en absoluto.- Miguel Angel
Fecha Thursday, 07 October 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


En primer lugar, agradecer el detalle de colocar una canción que envié hace unos días en el lugar solicitado.

En segundo lugar, y también relacionado con el correo anterior, mis disculpas por no presentarme en ese mi primer mensaje. Me llamo Miguel Ángel, y fui numerario durante siete años. Mi historia tiene muy poco interés, pero ya os la contaré, pues a mi me gusta leer las vuestras.

Escribo en esta ocasión para contaros uno de mis últimos “contactos” con la opus. Digo contactos, por llamarlo de alguna manera, pero que me han dejado claro que no han cambiado las cosas en absoluto. Allí, por faltar, falta hasta el sentido común más elemental.

Ocurrió hará un par de años, en la habitación de un hospital. En la cama, mi padre, agonizante; de hecho, falleció unas horas después. En el cielo estará, cuidando de mí y los míos. Se acerca un gachó bigotudo; de referencias, me sonaba que era del director del centro de mi padre, supernumerario como fácilmente habréis supuesto. De sopetón, me suelta:

- Oye, que te quería decir que igual te interesan unos cursos para padres que...

Ya empezamos. Primero, ante todo la naturalidad. ¡Tío, primero preséntate, leñe!. En segundo lugar, la oportunidad, ¡Tío, que mi padre está aquí presente, muriéndose!. En tercer lugar, la caridad. Oye, tío, por cierto, me podrías explicar de dónde sales ahora, de repente, después de un mes y medio de estar mi padre en el hospital.

Como hay que ser buenecitos, le seguí la conversación. Ya tenemos, en el colegio de mis hijos, una escuela de padres, organizada por nosotros mismos, según nuestras necesidades.

- Pues no, que ya tenemos una escuela de padres en el colegio, y estamos muy contentos.
- ¡Bah!, contesta el bigotudo, eso no vale para nada...

Lo mismito de siempre, lo de ellos es lo único bueno y santo, lo demás caca. Bueno, no pasa nada. Seguimos, le pregunto:

- Oye, ¿pero se tratan problemas reales de los críos de hoy, que si se van de casa, que si se drogan, que si tienen malas amistades?. ¿Se estudia cómo ayudarles en esas aficiones sanas que tienen?. ¿Hablaremos de cómo aprender a escucharlos mejor?. ¿O de cómo compaginar los horarios y las tareas del hogar?.
- No, que va... Una charlica, una meditación,...

En medio del mundo, si señor, que los niños no dan problemas, y todo eso son sandeces. ¿Escuela de padres?. Anda ya. El bigotudo continúa:

- Son los lunes, a las 10 de la noche. Por cierto, hoy es lunes, ¿no?, pues vente, que te lo pasarás pipa. Y viene gente muy maja.

Olé, olé y olé. Con mi padre en su estado, y yo me voy de juerga con unos tíos güays colega de la vega sí señor. Como hay que ser buenos cristianos, le sigo la corriente:

- ¿A las diez?. ¿Y a que hora termina?, no es por nada, pero mañana tengo que madrugar, como todos los días. ¿Y dónde dejo a los niños?. En el colegio, las reuniones son los sábados por la tarde, para que puedan ir casi todos. Y además nos dejan un aula y monitoras para que cuiden a los críos mientras tanto.

- Este... puesssss... se los dejas a un vecino, ¿vale?.

Eso, eso, como quien le deja una planta, para que la riegue. Los que asistieran "voluntariamente", léase de relleno, ¿eso hacen, dejarlos al vecino?. Así que le dije que no, que no me interesaba; pero no le di una razón “mística”, tipo soy ateo, no me gusta eso del opus, o similares. Simplemente, que no me fío del vecino.

Veo que las cosas no han cambiado. No sé en qué estaría yo pensando esos años, como decía una amiga mía. Mucha visión sobrenatural, mucha naturalidad, mucha amistad, mucha lo que quieras, pero falta lo más elemental, lo más mundano, eso precisamente de lo que más “presumen”. Vaya, si hasta hay un refrán para esto.

Y que conste que no tengo nada en contra de los bigotudos, ¡eh!.

Como hay que ser positivos, en justicia debo nombrar a B., un numerario que sí estuvo muchas noches con mi padre en el hospital, para que mi madre pudiera ir a casa a descansar. Estuvo con nosotros, sin dejarnos un instante, prácticamente dos días seguidos, los de las últimas horas de mi padre. Le agradezco desde aquí el apoyo sincero y la compañía que nos prestó a la familia en esos momentos tan duros.

Hasta otra.
Miguel Ángel.







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