Un caso de violación de sigilo.- E.B.E.
Fecha Monday, 04 October 2004
Tema 070. Costumbres y Praxis


un caso de violación de sigilo

Mucho se ha hablado de la violación del sigilo sacramental en los sacerdotes de la Obra. Es muy interesante el caso que trae Amapola (en el capítulo "El pabellón", párrafo 12, aunque es mejor leer desde el comienzo).

Como el sacerdote no puede violarlo directamente, le ordena a la acusada -con violencia gestual- que lo viole ella misma, que sea su propio verdugo (yendo contra su conciencia, porque para eso acude al sacerdote: para no contarlo afuera sino en confianza, en confesión).

Esto es terrorífico, es una forma retorcida -como tantas otras que hay en la Obra, para hacer "limpiamente" las "tareas sucias"- de violar el sigilo "sin mancharse las manos". Es perverso.

O sea que si alguno dice que no se viola el sigilo, este caso es clarísimo. Y no es un caso aislado: es una práctica de gobierno, el sacerdote debe hacer que el penitente vaya y se acuse frente a las autoridades públicas de la Obra. Y así se mezcla -o mejor, se somete- la dirección espiritual a los intereses de gobierno.

Habrá sacerdotes que no sean así, pero lo que hizo ese sacerdote no es invento propio: es lo que le enseñaron a hacer sus gobernantes.

En la Obra, en general, uno es obligado a ser el propio verdugo que ejecute las perversidades "que la Obra le tiene preparado": tanto en este caso, para acusarse a sí mismo, como en otros para suicidarse vocacionalmente (el caso de la carta de dispensa, por ejemplo). Así la Obra "nunca se mancha las manos". No quedan pruebas.

Así de hipócritas y retorcidos son algunos de los mecanismos de control de la Obra.

Saludos,
E.B.E.







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