Las mentiras de Adel.- Luis
Fecha Friday, 24 September 2004
Tema 010. Testimonios


las mentiras de Adel.


El señorito Adel ha logrado demostrar paladinamente que para los opusianos fanáticos (que no son todos, pero dan el tono a la organización) el fin justifica los medios. Pienso que ha quedado "con el culo al aire". Pretendiendo dejar al descubierto nuestras faltas, sólo ha logrado que aún nos convenzamos más de su perfidia y del odio que tienen a los que nos fuimos. Lo suyo es caridad de la fina fina filipina. Utiliza medios que en cualquier tribunal de justicia serían rechazados.

Y como a otros también se nos murió un padre siendo del Opus Dei, contaré mi caso.


Cuando llevaba unos dieciséis años en la Obra, mi padre se puso grave y no me pusieron ningun ìmpedimento para ir a verle a una ciudad algo lejana, así como alargar mi estancia hasta que falleció.

Al día siguiente era el funeral, y vinieron expresamente el director y otro más de los que vivían conmigo. Llegaron a la hora de comer a casa de mi familia, pero yo no estaba pues velaba el cadáver de mi padre en el tanatorio. En casa de mi familia, los dos numerarios hicieron todo lo posible para quedarse a comer, con cierta impertinencia, aunque no conocían a nadie de mi familia (aduciendo el largo viaje y el desconocimiento de la ciudad) hasta que una hermana les dijo expresamente que había demasiado lío como para invitar a nadie y se fueron a comer a un restaurante algo molestos. Les acompañó un tío y su mujer; un poco por culpa de todos, pero en parte debido al mosqueo de los dos numerarios, durante la comida se enzarzaron en una inoportunísima pelea de tomo y lomo a cuenta de la Obra. Si hubieran ido al tanatorio hubieran podido estar conmigo dos o tres horas, aunque fuera comiendo un bocadillo.

El funeral fue a primera hora de la tarde. Yo, ocupado en todas las gestiones propias del caso, no comí en casa como he dicho, sino que acompañé a la iglesia a los restos mortales de mi padre. Mis hermanos me avisaron de que habían venido dos numerarios de mi centro y estaban allí, en la iglesia, y me relataron, algo escandalizados, la pelea con mis tíos. Ví a los dos numerarios cuando sacaba en hombros el ataúd de mi padre. Cuando metimos el féretro en el coche fúnebre, se me acercaron, me dieron el pésame y me dijeron que regresaban a toda velocidad para poder cenar en el centro. Yo les sugerí, casi les rogué, que me acompañaran al cementerio y que así luego podríamos estar juntos. Ni hablar. Ya habían cumplido. Se fueron inmmediatamente, cuando aún estaba yo (y el resto de familia) recibiendo pésames a la puerta de la iglesia. Me quedé destrozado, pues realmente echaba en falta alguien en quien apoyarme, como veía que tenían en sus cónyuges mis otros hermanos y hermanas.

De hecho, al entrar en el cementerio, acompañando al cadáver de mi padre, cada hermano iba estrechamente cogido con la respectiva esposa o esposo, mientras yo iba solito, sintiendome más solo que la una. Finalmente, una sobrina ¡de quince años! se me acercó, me dio un beso diciéndome "no llores tío, que te quiero mucho" y se me abrazó como si fuera mi pareja. No lo era, evidentemente, pero tuvo el cariño y la sensibilidad que faltaron a los que se decían "mi familia". Nunca se lo agradeceré bastante.

¡Qué diferencia experimenté cuando años después de dejar la Obra, murió mi madre y mi pareja se desvivió por atenderme, con gran esfuerzo físico y profesional !En ese caso sí que me sentí acompañado, sostenido y querido, aunque apenas llevaba un par de años de relación.

Tuve tiempo de comprobar después que lo que me pasó a mí no era una anécdota y que la "caridad oficial" había desplazado totalmente al cariño. Fue uno de los motivos principales que me hicieron dejar la Obra.

Creo que Adel nos está dando otra buena muestra de caridad oficial, de ir a buscar la oveja perdida dejando las otras noventa y nueve, y de buen samaritano poniendo vino en las heridas. Que el Opus te premie y cuente tus hazañas en tertulias. Pero que Dios te perdone, porque mentir es pecado y mentir en materia grave es pecado grave. De entrada, que te perdone en la confesión sacramental a la que deberás ir rápidamente, si no quieres seguir comulgando en pecado. Aunque para eso es necesario el "Dolor de corazón" y el " propósito de la enmienda".....

Y que un día se te puedan aplicar los versos de Machado:

"A un olmo seco
hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las aguas de abril
y el sol de mayo
unos brotes nuevos le han salido"


Yo no digo mi nombre porque me constan las represalias que toma la Obra.

Llámame Luis







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