Carta a todos. Reconducir el discurso.- Tomás López
Fecha Thursday, 23 September 2004
Tema 140. Sobre esta web


de Tomás López - En adelante firmará con el nick "Pentium")

Carta a todos. RECONDUCIR EL DISCURSO

Después de leer vuestras respuestas a mis dos anteriores correos, he estado pensando y recapacitando sobre los mismos. Lo primero que os querría decir es que, quizás, fui demasiado tajante en mis afirmaciones, tratando de echar por tierra de un plumazo todo lo que aquí se escribía. Quiero que sepáis que nunca fue mi intención ofender a nadie, burlarme de nadie, insultar o ridiculizar. Si alguien se ha sentido molesto –creo que sí-, pido públicamente perdón. Sin embargo –tampoco me voy a echar un quilo de cieno encima-, muchos de vosotros –seguramente- tampoco habéis obrado en vuestros testimonios con total objetividad hacia la Obra y si aquí se trata de ser honestos, os invito de corazón a que lo consideréis.

Voy a tratar de explicarme, si me dejáis.

Por diversas circunstancias –cada uno/una las suyas- la mayoría de los que aquí hemos escrito, digamos, que no lo hemos pasado del todo bien en la Obra: bien porque vimos que no era nuestro sitio, bien porque nos insistieron reiteradamente a formar parte de ella sin tenerlo claro, bien porque hubiera personas concretas con nombres y apellidos que, llevadas por un “santo celo”, quisieron hacerlo bien pero el resultado fue otro,… por lo que sea, ahora no voy a entrar en los motivos, puesto que habría tantos como personas que lo han dejado. A lo que voy: que por lo que fuera, no lo hemos pasado del todo bien. Lo acepto. Pero también considero que sería injusto decir que toda nuestra vida en la Obra -fuera ésta de meses o de años- resultara ser un infierno. Si hacemos un poco de memoria, en muchas ocasiones nos lo hemos pasado humanamente bien y, seguramente, en muchos casos, sobrenaturalmente también. No obstante, eso con frecuencia tendemos a olvidarlo.

Desconozco, sinceramente, si en la Obra hay personas que estén por motivos humanos y aguantan años y años. Afirmarlo con rotundidad sería, por mi parte, un juicio temerario. Si así es –repito, no lo sé-, no es mi problema, Dios les juzgará. En cualquier caso, no creo que duren mucho tiempo dentro, pues renunciar a tantas cosas, a un amor humano, y a todo lo hermoso y lícito que tiene la vida, simplemente por motivos, ya no digamos humanos, pero sí quizá “poco sobrenaturales”, además de ser una locura, no hay bípedo que lo aguante.

No obstante, en la Obra también hay gente –conozco muchos casos- que está toda su vida segura de su camino, que es fiel al espíritu, que vive su entrega con total libertad y, además, es feliz, muy feliz. Y eso debemos respetarlo, como quien es franciscano, dominico, claretiano, de la trapa o cartujo. Por poner un ejemplo, yo, personalmente, no logro entender cómo se puede ser feliz, por ejemplo, siendo cartujo, pero la realidad de las cosas me dice que hay personas que lo son. ¡Pues bravo!, que sean felices y que lleguen al Cielo, pues eso es lo que de verdad importa, por lo menos a mí. ¿No os parece?

Dicho todo esto, querría hacer pensar en algunos aspectos concretos y, os lo aseguro –de veras-, siempre de buen rollo, como ahora se dice, y de todo corazón:

1. En alguna de vuestras respuestas se me ha insultado también y se me ha ridiculizado. Bien podríais decir: “empezaste tú primero”. De nadie he recibido disculpas. Mirad con qué palabras he iniciado mi carta. Dicho sea de paso, el tema del tan manido desodorante, era una manera de hablar, para tratar de decir, que en la Obra me han enseñado desde cosas muy humanas, hasta cosas muy sobrenaturales como, seguramente, a muchos de vosotros y vosotras y, entre ellas, a vivir la caridad.

2. También se ha dicho que he contestado con violencia, con menosprecio, con ridiculez, etc., y que no lleva a nada devolver mal por mal. Aceptada la moción. Pero pensad que algunos de vosotros –no todos, claro-, también habéis devuelto mal por mal. Personas de la Obra obraron mal con vosotros. De acuerdo, los directores también se equivocan, faltaría más. Conmigo también hubo personas concretas, con nombres y apellidos, que obraron mal conmigo o que llevados, como antes he dicho, de un “exceso de santo celo”, pero con buena intención, no me supieron dirigir correctamente. Pero eso no nos tiene que llevar a devolver mal por mal. El mal engendra mal, la violencia engendra violencia. ¿No os parece? Exigís que se os trate bien, pero algunos de vosotros no todos, en esta página, no tratáis bien y quizás os dejáis llevar por cierto rencor. De veras, de corazón, os invito a que lo consideréis. Tampoco hay que olvidar –por lo menos en mi caso- que también hubo personas que obraron conmigo bien, muy bien, que me comprendieron, me “supieron llevar” y me ayudaron. Es de justicia –ya no digo caridad- reconocerlo.

3. No devolvamos mal por mal. ¿Qué vamos a adelantar con eso? Vamos a ver, muchos de nosotros seguimos siendo cristianos católicos, y amamos a Dios y queremos llegar a ver cumplida nuestra Salvación. Por tanto, de lo que se trata es de que seamos buenos cristianos y, buen cristiano, es el que se parece a Cristo y Cristo es Dios, pero también es Hombre. Por tanto, apliquémonos –yo me lo aplico o trato de hacerlo- lo que dice el Padrenuestro: “así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

4. Otros comentáis –no lo pongo en duda- que cuando os fuisteis, los que hasta la fecha habían sido vuestros “hermanos o hermanas” no os reconocieron, os trataron con desprecio, no os saludaban por la calle, etc. A mí también me ha pasado con algunos, pero no con todos. Con otros muchos (directores y no directores, jóvenes o menos jóvenes) me tratan con cariño, con AMISTAD DE LA DE VERDAD. A los segundos, les agradezco ese trato y sería injusto negarlo. A los primeros, ellos sabrán lo que hacen y si hacen juicios temerarios, si inventan “mi historia”, si piensan, si dicen, si murmuran, o si no viven la caridad ¡¡qué me importa a mí!! Dios y yo sabemos muy bien lo que hice y porqué me fui y estoy convencido que obré con rectitud, como muchos de vosotros, pues no me considero mejor que nadie, aunque os lo hubiera podido parecer en mis correos anteriores. Si ellos juzgan, es su problema. Repito, Dios les juzgará a ellos. De entrada, me parece que obran con cierta inmadurez, pues no conocen la verdad.

5. Respecto a esto último, por ejemplo, os contaré que por la labor que desarrollé durante algunos años, traté y conocí a muchos supernumerarios jóvenes. Cuando me fui, equivocadamente, pensaba que “todos eran mis amigos” y que no tendrían ningún inconveniente en “ayudarme” a que me siturara en determinados ambientes con chicos y chicas. Pronto descubrí que no son así las cosas. Con algunos, lo único que nos unió, durante un tiempo determinado, fue participar de la misma vocación. Cuando uno de los dos –o sea yo- rompió, se acabó lo que se daba. Con otros, por el contrario, he seguido y sigo viéndome, haciendo planes familiares, tomándome un refresco o quedando para comer. ¿Por qué? Porque cuando los dos éramos de la Obra, además de participar de la misma vocación, éramos amigos de verdad y no “amigos particulares”, sino amigos de los de verdad, amigos –como digo yo- de aquellos a los que les puedes contar la más íntima de las intimidades, porque son AMIGOS. Ah, y ellos siguen como supernumerarios y aquí no pasa nada. Lo mismo me pasa con algunos numerarios o agregados, con los que tengo verdadera amistad humana. Y ninguno de ellos me ha invitado a formar parte de la Obra ni nada que se le parezca. Simplemente, hay amistad verdadera.

Creo que me estoy alargando demasiado y no querría “saturar” el servidor. Pienso haber resumido con mayor o menor acierto, mis impresiones, mis convencimientos. De nuevo, de veras, disculpad si he sido ofensivo y, repito, no fue nunca mi intención. Nunca es tarde para rectificar. Por lo menos eso creo yo.

Un saludo

Tomás López
(a partir de ahora "Pentium")

P.D.: Por cierto, Atticus, no acierto a saber quién eres. ¿Hemos vivido en la misma casa? He pensado quién podrías ser, pero no consigo acertar. Dame alguna pista, me haría ilusión reencontrarnos, amigo.







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2974