Vocaciones jóvenes: la experiencia USA.- Jose Carlos
Fecha Tuesday, 21 September 2004
Tema 050. Proselitismo, vocación


Vocaciones jóvenes: la experiencia USA

Desde mi perspectiva de quince años como numerario en Estados Unidos (cinco como director de una residencia universitaria), quiero dar una impresión un poco más amplia que la que han proporcionado un par de artículos recientes.

Tuve la buena fortuna de coincidir con las nuevas vocaciones durante casi todo el periodo de mi estancia en USA, sea porque los semestres de verano ocurrían al mismo tiempo que los cursos anuales de vocaciones recientes, o porque se me asignó al consejo local de dichos cursos anuales. Total, creo haber conocido a la mayor parte de los varones que pidieron la admisión como numerarios en Estados Unidos entre 1984 y 1999.

Puedo decir que la inmensa mayoría de los que piden la admisión en USA son universitarios o mayores: calculo que más del 90%. Recuerdo 4 ó 5 vocaciones de bachilleres (casi todos, en el último año de secundaria), y decenas de universitarios o profesionales jóvenes. En el caso de los bachilleres, siempre venían con el conocimiento y beneplácito de sus padres sobre la decisión que acababan de tomar.

En Chicago había colegios de la Obra y el grupo de supernumerarios más nutrido del país; campamentos de verano, clubes, círculos y otras actividades formativas para los estudiantes de secundaria. De todas formas, las vocaciones maduras llegaban casi siempre a través de la labor con universitarios, sobre todo en la residencia universitaria en la que viví 12 años (casa en la que también vivió Ridgewood en su día, cuando era la sede de la delegación).

Creo que esto daba cierto carácter a las vocaciones norteamericanas:

- Siempre había un clima de libertad personal en los que pedían la admisión, los cuales lo hacían conscientes y deseosos de tomar ese paso por propia iniciativa.

- Por no haber tenido el entorno familiar y social impregnado con el contacto diario con el Opus Dei, se les daba abundante información antes de que tomaran ese paso: algo así como lo que ocurre con los conversos adultos al catolicismo, que indagan y estudian la fe con más profundidad de la que conocen los que fueron bautizados en la infancia.

- Por esas mismas razones (la ausencia de un entorno familiar y social como el que ocurre en España), no existía esa presión ambiental que puede ejercer un fascinante atractivo en la adolescencia, aunque no sea algo deliberado.

- No existía el ascendiente - que a veces puede ser muy sugestivo - que puede ocurrir con adolescentes jóvenes; las conversaciones y amistad tenían lugar con numerarios de su misma edad y condición, de tú a tú.

- Los que pedían la admisión eran bien conscientes de las etapas de incorporación, y lo que ellas representaban en cuanto a sus derechos jurídicos.

Creo que el resultado era personas que hacían lo que hacían verdaderamente "porque les daba la gana." Ese motor interior - endógeno y libre - sostenía su dedicación, y guiaba sus decisiones posteriores. Quizá por eso es muy poco frecuente encontrarse con norteamericanos ex-miembros (limito mi experiencia al contacto con varones) que guarden resentimiento o la sensación de haber sido engañados.

En cuanto a los que pedimos la admisión antes de los dieciocho años, creo hablar no sólo por mí - también por muchas personas que conozco, dentro y fuera - cuando agradezco el haber tomado un compromiso de vida cristiana en mi adolescencia, y la formación que recibí desde entonces. Pero han de reunirse una serie de condiciones ilustradas por lo que puede darse en sitios como Estados Unidos.

Finalmente, me parece que los que limitan su perspectiva a contar lo que ocurre en determinados países sin adquirir una visión más global, o hacen una labor investigadora pobre o escriben con ideas preconcebidas: en vez de informar, editorializan.

Un saludo,
José Carlos







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