Yo estuve con Gómez, pero no en Colombia.- Pez
Fecha Monday, 01 April 2024
Tema 115. Aspectos históricos


Me refiero al artículo en que Gómez relata sus experiencias en el Opus Dei colombiano años ha, y a los comentarios que ha suscitado por parte de Mediterráneo. Creo que yo estuve en el mismo Opus Dei que Gómez, aunque en España años 70. Me explico. Tras pedir la admisión (ver mi reciente escrito “Acoso y derribo: historia de un infanticidio”) pasé dos años como adscrito al Centro de Estudios y otros dos como residente del mismo, que externamente, ya se sabe, era un Colegio mayor-Residencia de estudiantes patrocinada de algún modo por la Universidad. La verdad es que había buen ambiente cultural y se procuraba potenciar actividades de nivel para atraer así a los universitarios. Conferencias con prestigiosos empresarios, científicos de primer orden, catedráticos de universidad y hasta incluso cantantes de relumbrón como la mismísima Mª Dolores Pradera, (que santa gloria haya). Había los sábados noche un cine-club con películas muy bien escogidas y de amplia temática: “Queimada”, “El Séptimo sello” (un buen peñazo…) Casablanca… Romeo y Julieta (de Zeffirelli) y -lo siento, Mediterráneo- “Lejos del mundanal ruido” (que creo que, efectivamente, tocó la fibra romántica a más de uno, yo entre ellos), otras más ligeras como “El baile de los vampiros” de Polanski o la famosa ”Hello Dolly”. Y muchas otras que acompañadas de un buen coloquio eran formativas y atractivas apostólicamente.

Anexa a la sala de estudio había una buena biblioteca, básicamente de buenos clásicos españoles y extranjeros, antiguos y modernos: recuerdo haber leído allí a todo Delibes, Cela, Lorca… y muchos otros. Eso sí, no había marxistas ni existencialistas ni similares. Entre los numerarios (casi ochenta, eso eran tiempos gloriosos) éramos muchos los lectores empedernidos, aunque no todos, y las consultas al encargado, que era el cura, eran fructíferas y nada ñoñas. En el centro se recibía un cierto número de periódicos y revistas prestigiosas, al alcance de cualquiera, residente o no, numerario o no. Igualmente había una sala de música bien dotada, aunque era muy difícil usarla porque siempre estaba usándose para otras cosas, pero recuerdo ponernos de acuerdo varios numerarios para ocuparla a determinada hora en fines de semana para oír jazz, los días laborables no se debía usar. Todo este ambiente de cultivo intelectual era potenciado por un Consejo local de alto nivel también, con sus doctorados simples o dobles, como el cura.

Cuando fui después a un centro de san Rafael el ambiente cultural era acorde al público adolescente, bastante más sencillito todo, pero la menguada biblioteca no era mala. Siempre me sentí libre para leer libros, consultando antes claro, en el salón u oyendo música clásica. No me faltaron correcciones fraternas por poner el Watermusic de Haendel en aquellos cassetes mientras arreglaba mi cuarto el sábado (no había administración) o por pasar demasiado tiempo leyendo el periódico (¿para qué se compraba?) cuando empleaba en ello los veinte minutos de espera al comedor, desde que llegaba de mi trabajo. Me especificó mi fraterno corrector que ese tiempo lo podía emplear en hacer la lectura espiritual y del Evangelio… Yo pensé que esas normas las haría cuando me viniera bien. Sí que fui a museos siempre que pude o quise, solo o acompañado. Y no estaba mal visto, al contrario. Respecto a la belleza de los centros que he conocido… ninguno me pareció lujoso, quizás de casa bien, con cierta elegancia algo pasada de moda. Mi casa actual, un adosado de tres plantas con un jardín no muy grande, me parece mucho más bello que muchos centros. Las casas de retiro en cambio sí me aparecieron casi siempre exageradamente ostentosas, a la vez que incómodas muchas de ellas. Castelladaura Mas… ufff, Can Nadal… Y el edificio de la Delegación de Barcelona eso sí era un palacio con jardín enorme, arboleda y piscina en el barrio más caro de Barcelona, muy cerca de dónde vivió la Hija del rey de España. Aunque los muy cucos hacían entrar a la gente desde una calle lateral (Monederos) a través del garaje, a unas pequeñas salitas de recepción, con fotos antiguas de unos señores que resultaban ser los padres de Escrivá. (viva la humildad del curita aragonés).

Lo que sí fue cambiando con los años fue el personal, los numerarios. Empecé a notar la desaparición de muchos de los que creían en que el Opus Dei iba a cristianizar el mundo de la cultura así como la progresiva dominación del espíritu clerical y de los prelatureitors, las notas de Roma cada vez más cortantes y estrictas… la clericalización del Opus Dei y el descenso raudo del número de vocaciones, hasta que me empezaron a impedir leer libros fundamentales para mi profesión: mal mirado por leer escritos de Newton en público (La “Óptica”, ¡por Dios!), corrección fraterna por leer libros de Galileo, (justo cuando Juan Pablo II acababa de entonar el mea culpa de la Iglesia por el “affaire Galileo “)y la prohibición de leer a Einstein “porque es ateo”. A mí, doctor en Ciencias… Con eso, otras cositas y la falta total de cariño… duré poquito.

Respecto a la Admón-Sección femenina, nada puedo decir. Ignorancia total del mal trato que se daba a las nax: sólo en alguna ocasión el secretario del centro nos dijo que había que recortar gastos y entre otras razones nos contó que a la Administración se le pasaba una cantidad muy considerable de dinero porque estaban muy bien pagadas. Tal cual… aunque suene asombroso eso es lo que nos decían. Parece que todo era mucho más duro para ellas. Siempre estuve muy contento con la comida que nos servían, aunque no era lujosa sino la normal; salvo los días grandes, que se “soltaban el pelo” (y muy bien). Por eso cuando afirma Gómez: “ya ven ustedes que el Opus Dei que me tocó a mí en los años 70 en Colombia era un Opus Dei lleno de belleza, poesía, literatura, música, arquitectura, pintura, moda y comportamiento elegante y sofisticado. Tal vez hoy no sea así, pero en esos tiempos lo fue.” Yo lo suscribo, para la sección de varones y para aquellos años en España. Y me lo avala el testimonio de un famoso ingeniero catalán, de los primeros que fueron a Colombia, regresado a España a mediados de los 80.

Acabo con anécdota risible. Nos convocó el director del Centro de estudios para anunciarnos que iríamos por riguroso turno a que nos hiciera examen médico un prestigioso médico agregado. Que no olvidáramos decirle que nos mirara si pensábamos que podríamos tener fimosis (anomalía del prepucio que si es demasiado estrecho no permite asomar el glande y puede producir determinados problemas). Eso es muy adecuado en chavales jóvenes y lo hacían también en la Mili, como es lógico. Pues muy bien. Al acabar se hicieron circulitos en torno a los encargado de hacer los turnos. Un recién incorporado al centro de estudios preguntó a unos cuantos que estábamos allí, qué era eso de la fimosis. Un estudiante de medicina se lo explicó en términos médicos y el chaval no entendió nada. Yo, medio muerto de risa le dije a lo bestia: “Pues te mirará el pito a ver si descapullas bien“ (capullo es el término vulgar español, no especialmente obsceno, para el glande). Al día siguiente corrección fraterna por obscenidades… Empecé a ver la corrección fraterna con otros ojos.

Pez.









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