Comentario a la respuesta de la obra al artículo del Financial Times.- Eilad
Fecha Monday, 18 March 2024
Tema 060. Libertad, coacción, control


 

Comentario a la respuesta de la obra al artículo del Financial Times

Eilad, 18/03/2024

 
En respuesta al artículo aparecido en el Financial Times, donde se narran principalmente las historias de tres numerarias auxiliares, la obra ha respondido con una nota en su página web. Hay bastantes inexactitudes en esa nota. Como siempre está el recurso al "ahora ya no se hace así; antes quizá hubo algún error", etc. Es decir, hacer afirmaciones en tiempo presente, según convenga, cuando están hablando de hechos del pasado. Como Claire Fisher muestra en su artículo este cambiar de tiempo los verbos para ocultar la verdad es algo común en la obra. De todos modos, lo que me ha enfadado bastante de esa nota, porque no es verdad –y no estoy diciendo que el resto de la nota sea verdad, sino que esta parte me ha enojado especialmente– es lo siguiente...



Las personas son miembros del Opus Dei por voluntad propia y con total libertad a partir de su mayoría de edad, después de un largo proceso de incorporación. En primer lugar, se debe expresar el deseo de ser miembro. Luego, a lo largo de seis meses el candidato recibe una formación y acompañamiento personal que le permiten comprender a fondo el tipo de compromiso para el que se está preparando. Esto es seguido por, al menos, otro año de formación. Luego, la persona, una vez incorporada de manera temporal, durante cinco años debe confirmar anualmente su deseo de seguir adelante. Es decir, de hecho, una persona tiene que reafirmar su deseo de ser miembro no una, dos o tres veces: tiene que hacerlo al menos 8 veces. Estas directrices pretenden evitar cualquier tipo de reclutamiento no informado o forzado: solo aquellos que realmente lo desean con todo su corazón, conciencia y libertad pueden elegir una vida vocacional en una institución de la Iglesia.

Esto quizá sea verdad (no lo sé) ahora que casi no se incorporan célibes, pero históricamente nunca lo ha sido, y es fácil de entender. La realidad es la siguiente. La doctrina que pongo aquí está claramente expresada en los libros de meditaciones (6 tomos) de los que, en la "nota a la segunda edición" se dice literalmente:

"En varias ocasiones, nuestro Padre comentó que reconocía como suyo todo lo que se contiene en estos libros: no sólo los textos escritos con la letra cursiva de trazo más fuerte, que se eligió para las citas literales, sino también el resto."

En esos tomos se afirma varias veces, y era doctrina común (no creo que haga falta que ponga las citas, porque la mayor parte de los numerarios reconocerán que es verdad), que

  1. La voluntad de Dios se manifiesta a través de los directores.
  2. El primer proselitismo es no dejar que se pierda ninguna vocación: no estaba libre de pecado, que podría ser mortal, el que conviviese con un "hermano" que abandonase la vocación.
  3. No se dice en los libros de meditaciones, pero es verdad que la mayoría de los numerari@s y agregad@s se hicieron de la obra siendo menores de edad.

Ahora basta un sencillo razonamiento. (1) La voluntad de Dios viene por los directores; (2) esos directores pueden cometer un pecado, que puede ser mortal, si dejan que alguien se vaya de la obra, y (3) gran parte de las renovaciones se hacían siendo menores de edad (porque 14,5 + 6,5 = 21 años). Con esto, está servido el cóctel: la "santa coacción" para renovar la incorporación por parte de los directores (no lo olvidemos, representaban la voz de Dios) era fuerte. En el tiempo en que los miembros tenían que hacer sus incorporaciones y renovaciones, la información que se daba sobre que se trataba de un periodo de discernimiento estaba completamente ausente, para evitar que alguien decidiese abandonar su vocación. Y cuando alguno planteaba alguna duda, el sacerdote y los directores le decían que eran tentaciones del demonio, que Dios no se equivocó cuando te dio la vocación y cosas por el estilo. Es lógico, a los directores y sacerdotes se les hacía creer institucionalmente que esa coacción era necesariamente "santa" porque se jugaban cometer un pecado mortal si alguno bajo su custodia se iba del opus.

Contaban que al cardenal Mindszenty (que fue primado de Hungría) le obligaron a firmar un papel donde puso, junto a su firma, las letras "C.F."; le preguntaron qué significaba y contestó que "cardenal foráneo", cuando en realidad significaba "coactus fecit": lo hice bajo coacción. Quizá las amenazas al cardenal eran más físicas: cárcel, torturas, etc., pero el apremio que se ejercía en el opus no era menos real. Por una parte internamente: el fundador no daba un céntimo por el alma del que dejaba la obra, y el que se salía iba a ser infeliz en esta vida (rejalgar) y con casi toda probabilidad en la otra. Y por otra la externa: los sacerdotes y directores, bajo la amenza de que ellos podrían cometer un pecado mortal si se les iba una vocación, sometían a presiones indecibles a los miembros. Así que de discernimiento y de libertad no había nada de nada. No niego que hubiese quienes libremente renovasen, pero la "santa coacción" para cualquiera que manifestaba alguna duda era realmente fuerte. La consecuencia de esa política de hacer que pidieran muchos la admisión y luego presionar para que los que podían ser útiles al opus no se fueran era prolongar el sufrimiento de las personas que pensaban que no era lo suyo, del que es testigo innegable esta página web.

Luego en el texto que estoy comentando sigue: "le permiten comprender a fondo el tipo de compromiso para el que se está preparando". Esto tampoco ha sido verdad históricamente. Durante la mayor parte de la existencia de la obra nunca se dieron a conocer los estatutos a los miembros, y se recibían mensajes contradictorios del tipo "no vivimos como religiosos", cuando en realidad sí que se vivía realmente como un religioso. Nos decían que el catecismo (que se conocía bastante después de pedir la admisión) era una explicación de los estatutos, pero ya hemos visto cómo el catecismo afirmaba, a diferencia de los estatutos, que los célibes debían entregar todo su dinero a la obra (esto es difícil de negar: está escrito). ¿Cuántos "matices" más cambiaban al "traducir" los estatutos (desconocidos) al catecismo (que tampoco era muy conocido: solo se veía en las convivencias)? No lo sé.

Casi seguro que la afirmación siguiente ("Estas directrices pretenden evitar cualquier tipo de reclutamiento no informado o forzado") es verdad en teoría. Pero las incorporaciones y renovaciones jamás se entendieron de ese modo en la obra. Lo cierto es que la información que se recibía en la obra sobre esas directrices era que solo era un trámite, que la vocación estaba clara desde el principio, y que cualquier movimiento para irse de la obra era una traición a Dios, una falta de generosidad, un vender la primogenitura por un plato de lentejas, un ser un "Judas", y cosas por el estilo. Ahora sí que voy a citar el libro de meditaciones. Ahí se afirma lo siguiente: "ninguno de nosotros tiene el derecho, pase lo que pase, a dudar de su llamada divina" y "tengo que agradecer a Dios no haber dudado nunca de mi vocación, ni de la divinidad de mi vocación. Vosotros tampoco debéis dudar". No parece que estas frases del fundador sean precisamente una invitación al discernimiento en esos años de prueba para ver si realmente Dios llamaba a una persona al opus.

Está bien que se intente por todos los medios mantener una imagen "pura" de la obra, pero que, por favor, no sea a costa de no decir la verdad. Se debería reconocer de una vez que se forzó la vocación de muchas personas menores de edad, y luego no solo no se les permitió discernir nada, sino que más bien se les forzó a seguir adelante por un camino que con casi toda seguridad no era el suyo. Se trató muy mal (sin justicia ni caridad) a muchas de las personas que –después de haber sufrido un montón al entregar gran parte de su vida en la obra– al final la abandonaban por no poder aguantar, o por las incongruencias entre lo que se decía que era su vida y lo que vivían realmente. Mi opinión es que todo esto no ha sido una consecuencia de fallos humanos de algunas personas de la obra, sino de una política fomentada desde lo más alto de la organización. Si no es así, y se quiere mantener lo de los fallos humanos, es fácil: basta publicar abiertamente todas las praxis, notas, etc., que han sido históricamente el fundamento del gobierno de la organización. ¿Ahora se quieren hacer las cosas bien? No lo creo. El mejor modo de comenzar a hacer las cosas bien es decir la verdad completa y resarcir a los damnificados. Y tampoco sería mala idea dejar acceso libre a los investigadores a todos los documentos históricos. Y, aunque sea curiosidad malsana, ¿se podría publicar el número de personas que habiendo pedido la admisión no ha seguido en la obra y el número real de personas en la obra? Sería un "puntazo". Gracias.

Eilad







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