Tu llamada de ayuda. Para C. Martínez.- José Carlos
Fecha Sunday, 12 September 2004
Tema 040. Después de marcharse


Querido C. Martínez:

Quiero responder cuanto antes a tu llamada de ayuda. Yo, como tu hijo, también dejé de ser numerario y sigo amando a la Obra. Mi madre es supernumeraria, y mi padre, aunque guarda sus distancias, es un hombre de enorme piedad cristiana y compromiso con la Iglesia. Tengo que confesar, con profundo agradecimiento, que ambos me ayudaron sobremanera en esos momentos difíciles: tú tienes un gran papel que cumplir ahora en relación a tu hijo.

Primero, es fundamental que vea en ti apoyo incondicional, acogida, comprensión: inmenso cariño, incluso ternura. Que te vea contento, optimista, disponible, dispuesto a conversar y a pasar tiempo con él si lo necesita. Yo procuraría estar por casa las tardes y los fines de semana, y ofrecerte a salir con él a pasear o tomar algo, sin agobiar: respetando su silencio pero abierto a escucharle.

Unido a todo eso, creo que es absolutamente crucial que vea claramente que le respetas, que no piensas menos de él por la decisión que ha tomado: ni un asomo de juicio por tu parte. Por eso, te diría que tengas cuidado con esos sentimientos de pena que te embargan: creo que debes superarlos, para que él no los advierta.

Razones humanas:

1) La decisión de tu hijo demuestra gran madurez, un sopesar razones a favor y en contra que no han sido meditadas a la ligera; seguro que la ha tomado en la presencia de Dios y después de consultar con muchas personas.

2) Demuestra también un entendimiento serio de su libertad, que Dios creó para él precisamente para que la usara con las luces y gracias que le concede en cada momento.

3) Tu hijo es joven, tiene toda la vida por delante, y por tanto se podrá adaptar con relativa facilidad a una nueva vida, porque todavía no ha cerrado puertas o desarrollado pautas de conducta que condicionan mucho ese paso en personas de más edad.

Razones sobrenaturales:

1) Nos dices que tu hijo está terminando el Centro de Estudios: por lo tanto, no debe de haber hecho la fidelidad, es decir, no tiene la incorporación definitiva. El Derecho de la Iglesia sabiamente establece estos plazos de incorporación, precisamente para que las personas tengan un tiempo suficiente para discernir si una vocación particular es su camino; tu hijo está haciendo el uso adecuado de esas medidas de prudencia que concede la Iglesia.

2) Debes estar muy orgulloso, pero mucho, de la generosa decisión que tu hijo tomó en su juventud, y de los años que se ha pasado tratando de servir a Dios: Él mismo está muy contento con todo lo que tu hijo le ha entregado en este tiempo, y lo ha de recompensar.

3) Aunque te duela por las nociones que te habías formado de su futuro o porque te cuesta verle sufrir, ahora es el momento de poner esos sueños de padre supernumerario en la patena de la Misa: ofréceselos a Dios precisamente por la felicidad de tu hijo, y pídele que te ayude a superar esas querencias, mientras le acompañas en su dolor ("com-pasión").

4) Pienso que en tu actitud hacia él, puede radicar buena parte de la respuesta que él formule hacia la Obra en particular, y hacia la vida de piedad en general.

Tomando de mi propia experiencia, te diré que para mí supuso un redescubrimiento de la filiación divina el constatar cómo mi padre mi trató por aquel entonces. Nuestras conversaciones (siempre iniciadas por mí), largas, frecuentes, llenas de sentido humano y sobrenatural, me sirvieron de ancla en un tiempo de deriva. Vi muy de cerca, en su ejemplo, algo que ya sabía: que se podía vivir muy cerca de Jesús y buscar la santidad dentro de nuestra ancha y vasta Iglesia, sin seguir estrictamente un cierto estilo de vida que había incorporado en mi forma de ser después de tantos años.

Como padre creyente, tú querrás que su nuevo proyecto de vida siga incluyendo la búsqueda de la santidad y la relación con Jesucristo y con su Iglesia. Para mí, la pérdida de esa dirección que a veces veo en algunos ex miembros es lo que más me duele en lo hondo del alma. Que vea en ti la convicción de que se puede vivir ese ideal sin ser miembro numerario del Opus Dei.

Habrás de tener paciencia: tu hijo va a entrar en una época de zozobra, de definición personal, de cuestionar planteamientos y su propia autoestima, de perder ciertos soportes sociales. Proporciónale esos soportes familiares que nunca le han faltado, pero que han de sustituir a la carencia afectiva que va a sentir desde mañana mismo. Apiñaos en torno suyo; que note que todos tenéis unalto concepto de él, y que sigue siendo tan miembro de la familia como antes. Y deleitaos, todos, de esos ratos de más compañía que ahora vais a disfrutar, en tantas entrañables celebraciones familiares.

Yo, desde tu mismo continente, te envío mi afecto y oraciones para esta nueva entusiasmante oportunidad de ejercer tu paternidad que se te presenta. No tengas reparo en comunicarte conmigo personalmente, si lo deseas, o en ofrecérselo a tu hijo: los orejas te pueden proporcionar mi dirección electrónica.

Un abrazo enorme y mucho ánimo,
José Carlos







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