Efímero cumpleaños a los 40 (Cap.49 de 'Elbuen pastor').- Nachof
Fecha Friday, 10 September 2004
Tema 070. Costumbres y Praxis



UN EFIMERO CUMPLEAÑOS A LOS 40

Cap.49 de 'El buen pastor'
Enviado por Nachof el 10-septiembre-2004

En la obra se celebran pocas fiestas fuera de las establecidas con motivo de los patronos o intercesores o del fundador o el pitaje de don Alvaro. Supongo que cuando me fui hace cinco años se habrá añadido otra relacionada con el actual prelado. Una de esas celebraciones que no se incluían era la de cumplir 40 años de edad, que se celebraba a bombo y platillo, como si fuera el programa "Reina por un día", que se emitía por televisión española en los años sesenta y no sé si a los setenta. Creo que en otros países sucedió algo parecido...

El origen de la fiesta de los 40 años es porque en un determinado momento de la obra se consideró que esta edad es la de la madurez y, a partir de ese momento, la vida estaba mucho más asentada. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Yo me fui del opus con 53 años, sé de otros que se han ido con 60. Un amigo mío, que había celebrado los 40 años como numerario en la obra, seis meses más tarde, se le aconsejó que la dejara, con el truco de buscarse un nuevo domicilio para vivir. Como se sabe, lo establecido para los numerarios es que vivan en residencia.

Como salía de la obra con 53 años, una edad ya talludita, puedo hablar de cómo fue la celebración de mis 40 años. Ese día, uno del mes de febrero de 1985, los de la comisión, la delegación y el centro "me quisieron demostrar cuánto me querían": mucho, muchísimo. Días antes hablaron comn mi madre --antes apenas lo habían hecho-- para pedirle fotos de mi album familiar y de mis correrías por la vida. ¡Cuánto me querían! Luego todas las fotos seleccionadas pasaron a formar parte de una exposición, una especie de esta es su vida, con la que se decoró parte del centro donde estaba.

Qué fiesta más bonita. Solo era para los del centro y los que Nacho Fernández hubiera invitado. Así aparecieron en la celebración personas a las que yo había ayudado a pitar, antiguos compañeros del centro Recoletos 5 y algunos de la comisión y de la delegación. Quise que ese día algunos directores de la obra fueran a almorzar a mi casa y así mi madre, con la que vivía solo desde cuatro años antes, pudiera participar de la alegria. Fue estupendo. No lo olvidaré.

El día de la celebración en el centro Lima (yo pertenecía al apeadero General Yagüe 11, 5 K), fueron tambiien direectores de la comisión y la delegación. Jaime, un pintor de primera categoría en España me pintó un cuadro al óleo, que representaba un burro, con la leyenda 'Nacho es mucho Nacho'. Fue un gran recuerdo de ese día. Todo se acompañó con los últimos acontecimientos de la vida de la obra a cargo de Antonio, secretario de la comisión, canciones de la obra y de las otras, pero con "mensaje", que dirían en algunos ambientes religiosos.

Y pasó aquel día. La realidad se hizo presente. Había vivido en una nube. Yo vivía en el cielo, pero se me olvidaba que era todo un sueño. Mi 40 cumpleaños había sido un espejismo. La realidad se imponía. El cuánto me querían era una frase que sin contenido. No se podía tener cariño con nadie, ya que podía ser interpretado como una "amistad particular" y eso está prohibido en la obra. La realidad era más cruda. En Lima, centro del que dependía el apeadero, no se me dejaba entrar en cualquier habitación, pues, según dos numerarios, llamados Rafael (sacerdote) y Jose María (el director), más conocido como Chema, no se podía estar en ella. Eso sí, otros numerarios como Fernando (también sacerdote) no quería que yo me quedara en el hall de entrada. Hasta el susodicho Rafael me invitó a volver a la sala de estar donde me había echado, cosa que rechacé.

Cuando salí de la obra comprobé la realidad. Jaime, el pintor, que había abandonado también la obra, me llamó un día para preguntarme si seguía teniendo el cuadro del burro de mi 40 cumpleaños. Le dije que sí. Fue a su estudio y me ofreció la posibilidad de cambiarlo por otro. Así lo hice. Hoy tengo uno más actual y, sobre todo, menos que recuerde al opus. Ahora es uno de los cuadros de mi dormitorio.

Los que tanto querían a mi madre se olvidaron cuando ésta murió, no solo en el entierro, sino también en los funerales que fueron oficiados por el secretario de la Conferencia Episcopal. Ya lo he contado otra vez. Lo sabían tres personas de la obra, pero ninguna de ellas se lo comunicaron a los demás. Prefirieron dejarme solo, pues ya no pertenecía a los que ellos llamaban"su familia", que está por encima de la de sangre. Eso sí, don Tomás, el consiliario, me escribió una carta de pésame, con un tratamiento muy duro, por no habérselo dicho. Lo mismo hicieron otros del opus, algunos de los cuales habían mirado para otra parte cuando antes me los había encontrado por la calle.

Para los que dicen que somos unos murmuradores y dicen que estamos haciendo daño prefiero contar la realidad. Así es como quieren en el opus. Lo de mi 40 cumpleaños había sido efímero, como un espejismo. Por ello, propongo a los que nos critican les invito a que piensen que esta es la realidad que una persona ha vivido durante casi 34 años, aunque en algunas etapas me haya visto ciego por lo que se me presentaba.

Continuará





Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2830