La pregunta homosexual.- Robredal
Fecha Wednesday, 04 October 2023
Tema 010. Testimonios


Hola Pez, Fer, Amadeus, Indagar (especialmente),

Estáis tocando un tema todavía tabú, tanto dentro –donde solo lo saben quien lo lleva encima–, pero también desde fuera. Al menos en el lado de los hombres. De las mujeres, supongo que es todavía más tabú. Todo lo que contáis es verosímil y razonable, y se encuentra en ese halo gris y poco ventilado que existe en el opus sobre tantas cosas. Gracias por vuestros testimonios.

Lo que cuento no dejan de ser anécdotas personales relacionadas, pero de las que no crean categoría. Son solo vivencias e impresiones.

Fui un pitable muchos años al que finalmente pescaron en la carrera. Casi como curiosidad, tengo que contar que vestía bien porque así lo había mamado en mi casa, con una madre modista y un padre de buena percha, siempre elegantemente vestido por ella. Son ya muy mayores y todavía visten muy bien, con coquetería y buen gusto. Estilo Windsor modernizado. Me gustaba la ropa y la moda masculina (y también la femenina). Las telas, los cortes, etc. Incluso me atrevía con algunas prendas que raramente llevaría un joven –de cualquier época, allá en los años 80-90; alguna robada a mi padre, otras a mi madre. Esto llamaba un poco la atención.

Aunque todo fue bien de inicio, al año de pitar un director nuevo que llegó al centro en el que estaba adscrito, proveniente de otro –y hoy director top-, me hizo un auténtico interrogatorio lleno de circunloquios sobre la moda, el gusto, el modo en que vestía en ocasiones, mis gustos personales… y, finalmente, tras muchas vueltas y revueltas, llegó a donde pretendía y yo no intuía. En ese momento se puso muy serio y algo furibundo en su interrogatorio, ya más concreto. Sobre todo porque no acaba de creer, del todo, mi respuesta entre simple e sorprendida: no me gustaban los chicos/hombres y no sentía ninguna atracción hacia ellos. No era, tampoco, amanerado en mi forma de actuar (creo). Solo era un tanto coqueto con la ropa. Ese fue otro rollo que me rompieron. Pero no del todo.

Me resultó chocante. No lo hizo cuidadoso, aunque tras quedarse tranquilo con mi respuesta la llevó al terreno de la broma. Pero no me indignó como debiera haber sido aunque se me ha quedado grabada la conversación. También la cara del sujeto –al que luego vi bastante-; y a quien, ahora, pasado mi proceso de liberación, me gustaría recordárselo y trasladarse su mierdita.

Es cierto que en la temprana adolescencia y como pasa a menudo me había resultado atractivo un compañero de colegio con mucho aire femenino, pero sin pluma (dicho sea con respeto); con melena y muy guapo que su madre y hermanas cuidaban. Él, según intuyo, era un gay no reconocido. Pero a mí me gustaron las chicas. No tuve el éxito esperado y quizá esto tuvo que ver en mi aproximación al centro.

Aunque en ello pesó mucho un amigo, que también pitó cercanamente, curiosamente un mujeriego empedernido en la tardo adolescencia, con una mano muy larga… que resultó ser gay al cabo del tiempo. No sé si por experimentación o por agotamiento de otras posibilidades.

También recuerdo dos chicos que pitaron unos años después en ese mismo lugar. Pero que fueron despedidos, abruptamente, al conocerse su tendencia una vez dentro y tras poco tiempo. De haber sido consultadas cualquiera de sus muchas amigas –muchos gays tienen siempre una corte de buenas amigas alrededor-, ellas me han dicho que es porque tienen muy desarrollado su lado femenino y a la par el masculino y, encima, no son ‘amenaza’, le hubieran dicho al director y al numerario que los llevó al centro donde pitaron que eran de la otra acera…

Al cabo del tiempo, en el centro de estudios, enganché con dos numerarios –de los ciento y pico que éramos- que, precisamente, sí que eran un poco amanerados. Los dos dejaron de ser numerarios al cabo de un tiempo. No sé si por eso. Mi amistad no fue tanto por ellos; mis sueños seguían llenos de chicas normales y, también, de modelos guapas. Mi enganche fue porque ambos, con su propio estilo, vestían fuera de lo común; con detalles bonitos y ropas mejores que la media provinciana-prelatística a la que estábamos acostumbrados. Así como porque había afinidades musicales, deportivas y culturales que nos alejaban –a ellos y a otros pocos- de la masa futbolera y mamporrera…

Siguieron gustándome las chicas. Normalmente las de mi edad. Cuando, muchos años después, salí por fin, del nopusdei –cosa que algún día contaré- acabé casado, con una linda chica normal, pero elegante y coqueta, de mi edad. Y tan felices.

Durante esos mis años en el Nopusdei, no obstante, llevé muchas charlas, por tener cargos más o menos importantes “de gobierno”. Al menos me encontré con dos numerarios que me indicaron, de un modo más o menos claro, que tenían gustos homosexuales. No supe cómo tratarlo, en parte porque no eran de mi incumbencia competencial habitual –era durante convivencias-, así que sólo les dije que se auto-supervisaran y fueran buenos. No sabía qué más decirles y tampoco hubo, en ninguno de ambos casos, situaciones que, según me contaron, pudieran haber dado lugar a cosas más o menos graves desde la perspectiva sexual. Ambos ya eran algo maduros y ambos estaban en centros de jóvenes. No sé qué ha sido de ambos. Espero que sean felices y libres.

Intuyo –pero solo eso que a otros dos numerarios jóvenes con los que coincidí puntualmente en varios lugares de España y el mundo no les “dejaron” seguir por temas relacionados con sus gustos en esta área. Pero no lo sé.

Me sigue gustando vestir bien o muy bien. Empleo una cantidad importante de mi sueldo en buena ropa. Diferente. Duradera. Discreta pero original. Siguen sin atraerme los hombres. No entiendo –cerebral, mentalmente– a quien le gustan; trato de comprender y aceptar que eso pueda ocurrir, pero desde el corazón. Creo que nunca los enjuicié. Ahora menos todavía. Al contrario.

Eso sí. Por diversas razones atadas a todo lo anterior, yo sí gusto a los gays y con frecuencia algunos a los que he conocido hacen bromas y, desde luego, tengo claro que cuando me cruzo con alguno les resulto atractivo. Me lo dice, entre bromas, quien lo ve: mi compañera del Alma y de la Vida. Ella sabe que no hay peligro porque me conoce.

Robredal









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