Mi fiesta empezó a los 14,5 años (I).- Hormigonarmado
Fecha Friday, 29 September 2023
Tema 010. Testimonios


 

Llevo devorando desde hace meses esta página web. Me lo he leído casi todo. También es cierto que tengo desde hace un tiempo, más tiempo libre para hacerlo. He devorado los escritos del bueno de “Satur”, de "No_valio_la_pena" y el libro de María del Carmen Tapia. Os voy a contar algunas cosas que siento en primera persona tras darle vueltas a lo que explicáis...



Hace 12 años abandoné la Obra. Fui numerario desde los 14'5 años. Ahí empieza la fiesta. Echando la vista atrás, tras muchos años lo veo y pienso... ¡No puede ser! Pues lo es. No estamos hablando de los años 50 en España; estamos hablando de 1998. Y cuando me fui en 2012 se seguía haciendo. A niños y niñas de 14'5 años, sin ningún criterio de nada, se les plantea una vocación durísima. Pero ahí no acaba la cosa. Se les habla de una vocación a Dios sin explicarles en qué consiste. Cuando antes de pitar me dijeron... “Hemos venido al Calvario y no al Tabor” no entendí absolutamente NADA. Conviene comentar que mi familia no es ni ha sido especialmente religiosa.

Nadie me comentó a los 14'5 que tendría que ponerme el cilicio 2 horas al día, ducharme con agua fría, un curso de retiro de 5 días al año, entregar todo mi sueldo, dejar de ir a la playa y al cine y mil cosas más. 

Que yo sepa, todo contrato en el que se ocultan datos es inválido. Sí, bien, no hay ningún contrato a los 14'5 años... Ahí está el juego. Todo aquél que ha pitado sabe cómo va la cosa. El plano inclinado de las narices. Esto te lleva a que lo entiendas y lo aceptes. Y así van pasando los años… Primera convivencia de adscritos, segunda, otra más y centro de estudios. Veranos insoportables estudiando el bienio, el apostolado como instrumentalización total de la amistad...

Más cosas. El tema de las administraciones. Se nos decía que teníamos administración para dedicarnos al apostolado al 100%. Eso es mentira. Voy a contar una anécdota: fui secretario en un centro y allí fue cuando se decidió que los numerarios “contrataran” a la empleada del hogar de turno (estoy hablando del año 2008). Gran revuelo entre los numerarios contratantes por aquello de tener que pagar seguridad social y cosas así. En mi ingenuidad, pensaba que estas cosas ya se pagaban. Me ha hecho mucho daño el comprobar cómo se ha abusado sistemáticamente de estas mujeres. Me siento culpable y también abusador. He vivido en centros donde la administración nos lo hacía absolutamente TODO a unos mequetrefes. Os pido perdón, numerarias auxiliares, por todo en lo que en mi caso os haya hecho sufrir. Porque habéis sufrido y mucho.

Avanzan los años, de centro de estudios a club juvenil, más tarde de miembro de consejo local al curso de estudios de supernumerarios jóvenes. El año en el club juvenil me abrió los ojos: planteaban la vocación a púberes que en ningún caso podrían haber correspondido (ni siquiera intentarlo) Sólo importaban las cifras. Les importaba (e importa) “un huevo” (NADA) el bien de las almas. Sólo importan los pitajes de adolescentes. No entiendo de ningún modo esta manera de actuar. Es evidente (ayer y hoy) que esas “vocaciones” no van a durar nada. En conciencia, los directores no deberían haber hecho eso. A mí me dio mucha pena. Por supuesto, de esos chavales no queda ni uno. No aguantaron ni un año.

Seguimos avanzando. Miembro de Consejo Local. Doy fe y así lo vi y lo viví, que se manosearon las conciencias hasta límites terribles. En el CL se me obligó a “cantar” las confidencias de todos los que atendía (que no eran pocos). Sufrí mucho por tener que hacerlo y asimismo pensaba... si esto lo hacen con los demás... ¿qué no se hará conmigo? Informes por doquier. He visto muchísimos. Del mismo formato de los que aparecen en esta web. El secreto de confesión nunca lo he visto violado explícitamente... pero sí implícitamente. El sacerdote que lo hacía, ahora tiene un cargo importante.

He visto pasar tanta gente... ¡Pero tanta! Es imposible que digan que los que se van son muy pocos. Hay más de los que se han ido que los que permanecen. ¡Tanto abuso de conciencias! ¡Tanto abuso personal a tantas personas! Echo la vista atrás y me estremezco y, entre otras cosas, me siento muy muy mal por haber colaborado de forma activa en esta GRAN INJUSTICIA DE LA IGLESIA que es el Opus Dei (parafraseando a lo de la "partecica"...) Qué desastre todo.

Tras expresar mis dudas sobre estas cosas, se me cambia a un colegio mayor abierto. Fuera de un CL y de indio. Allí lo pasé muy muy muy mal. En un Colegio Mayor abierto, casi no se duerme. Hay un follón constante. Por suerte, sólo duré un año. Y llegó el fin. En un centro de universitarios. Tras volver a plantear mis dudas, me sometieron al psiquiatra y a las pastillas. Lexatines y Venlafaxina. Aquello ya fue demasiado. Ni estaba depresivo ni estaba en mal plan. Estaba enfadadísimo viendo las injusticias que se cometían día a día. Rendir el juicio, espíritu crítico, problemas de pureza... Esas palabras resonaban en cada confidencia y de ellas no había un ápice de verdad. Estaba quemado, simplemente. Eso no se cura con pastillas, sino apagando la fuente que te quema.

Un inciso a todo esto. Tras tanto cambio de centro, me había quedado sin amigos. Tal cual. No tuve a nadie a quien poder confiar mis problemas. Estaba hecho un guiñapo. Se me sometía a vigilancia constante. Llegué a leer un informe mío y me escandalicé por las mentiras que se decían. Si la Obra es madre, una madre quiere a sus hijos y jamás diría esas cosas de alguien y más, siendo mentiras.

Para mi desgracia, llevaba 2 años y medio trabajando en una labor personal (ya sabéis, esos colegios que no, pero sí, pero no...) y cuando dejé de vivir en el centro, al día siguiente me echaron del colegio sin acabar el curso. Ya os podéis imaginar la rumorología que se organizó. Se portaron todos muy muy mal. Me hicieron, entre todos y de forma corporativa, esta vez sí, mucho daño. 

Estuve un año y medio viviendo con mis padres y dependiendo de un centro de numerarios de una ciudad pequeña. No tenía un euro ni donde ir, pero me armé de valor y pedí la dispensa. Me fui con lo puesto, pero años después sólo me arrepiento de una cosa: no haberme ido antes. 

Tras 12 años, tal vez tenga algo de síndrome de Estocolmo, pero cuando lo sufro, pienso en lo que me dijo el director del centro cuando le entregué la carta de la dispensa... ¿Piensas entregar en la caja del centro la indemnización de cuando te despidieron? Y mi respuesta... aún se oyen las carcajadas (lo propio no hubieran sido carcajadas).

Concluyo ya... La Obra no es una familia, sino una picadora de carne; no es una familia, es una serpiente que te pica y necesita más y más y más. Y cuando ya no hay más, te escupe. En otra entrega os contaré anécdotas ilustrativas que son muy muy duras. 

Hormigonarmado

 







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