No brillamos por nuestras luces.- Salvador
Fecha Wednesday, 08 September 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


En la correspondencia de ayer había un email titulado "tontos" y otro de Josecar se refería a la "falta de inteligencia". En un correo de agosto Otaluto tildaba de tonto a Josecar a causa de un correo que proponía analizar los efectos benéficos de la espiritualidad de la Obra.

Una vez fuera de la Obra tuve que dar la razón a mucha gente en sus críticas a la misma. No solo tuve la impresión de no ser muy inteligente si no que también sufrí de cierta culpabilidad por no haberlas examinado antes. Sí lo hice con el tema, entonces recurrente, de la institución como grupo político, pero no respecto a otros niveles (ver correo de 1-6-04); aunque, la verdad, en el aspecto espiritual no tenía medios.

Los calificativos de la correspondencia me han recordado una conversación de este verano en que mi interlocutora resumía así la cuestión: "lo del Opus es para tontos, para gente que no piensa". Se refería a esa teología de la seguridad existencial que ha creado, e impone, cuya espíritu queda tan bien reflejado en los primeros párrafos del escrito de Satur de "llama muchísimo la atención". (Esa teología de la seguridad es algo muy extendido como nos recuerda, por ejemplo, la política de Busch: estamos en guerra, nos tenemos que defender, la "seguridad" es lo prioritario). Mi interlocutora se refería a esa espiritualidad que se resumía, tal como me recordaba un notario supernumerario conocido mio, ante mi impavidez-vergüenza ajena, que el "camino de la Obra es una autopista que va directa al cielo" (a la salvación). La afirmación revela una concepción herética de la salvación, pero, esencialmente, un desconocimiento de la realidad espiritual que parece pedir a gritos que se cualifique, a su autor, el notario supernumerario, de "burro". Un burro cargado de estudios si se quiere. O un hombre muy inteligente, que lo es, pero, sin lugar, a dudas con muy pocas luces.

En fin, que lo único común que parece que tenemos todos los que nos hemos relacionado o se relacionan o siguen relacionandose con la Obra es que no brillamos por nuestras luces. Con esta amplitud de compas me parece adecuada la calificación de Otaluto y Rapelu, porque todo es relativo ( y así nadie puede pensar que es un insulto). Y esa relatividad salva, a mi parecer, la postura de Jose Carlos en defensa de la espiritualidad de la Obra; porque, efectivamente, puede ayudar a muchos. Me explicaré.

En el campo de la aforística espiritual "Camino" representa bajar muchos, pero muchos, escalones, si lo comparamos con los "Pensamientos" de Pascal. Y sin embargo, no dudo que la espiritualidad de "Camino" haya servido a muchos; especialmente a ese tipo de gente que "por ser militar ya tienes media vocación de la Obra", como decía san josemaría. Es decir, a los que, lectores de los Pensamientos de Pascal, podrían llamar, en según qué circunstancias, los "tontos".

En sus memorias Fabian Estapé, describe a quien fue letrado del Consejo de Estado, militar y posterior ministro, al supernumerario Mariano Navarro Rubio que, en 1959, "pienso que era un hombre de una raza especial que existe en España y que se manifestó en la guerra civil, que no dejaban comulgar a quienes iban a fusilar para que no tuviesen opción de llegar al cielo (...) Creo, honestamente, que Navarro Rubio era de estos, a pesar que el Opus Dei, el oficio y su mujer, le habían civilizado bastante". Es decir, que confirma la eficacia de la espiritualidad de la Obra, que a un hombre tan inteligente, pero de pocas luces, en definitiva, un tonto, le había mejorado sustancialmente, como el mismo reconoció en ocasiones.

Por razones de proximidad y horario frecuento tanto una iglesia pública de la Obra, en la que suelo confesarme, como la de una parroquia. La iglesia de la Obra es un edificio antiguo y un poco sombrío, el mobilario tiene un aliento palaciego y burocrático; todo muy pulcro, con olor a cera. Aspira a un "espiritu de seriedad" que, en otro tiempo, hubiera calificado, sin ambages, de mala fe. Con su iluminación parece que invita al recogimiento. Y efectivamente los clérigos, que presentan un aspecto físico desvitalizado, y un hablar de inseguros, con sus repeticiones de palabras, los "ehh, ehh" a final de cada párrafo, sus "un poco" para afrontar cada tema, fomentan la piedad, la oración. Es una espiritualidad pietista y reglamentista.

El edificio de la parroquia es casi de nueva planta, luminoso, muy sencillo. El centro de gravedad de la espiritualidad del párroco es la luminosidad y la fraternidad. Hay menos devoción y más espontaneidad.

Como defiendo, en el buen sentido, una espiritualidad "a la carta" me parece bien la combinación. Si a Josecar o, a otros, les va bien el "menu" del de la Obra no parece que haya nada que objetar. Pero pienso que no valoran sus riesgos.

¿Quien es un buen médico, el que cumple siempre el protocolo o el que tiene "ojo clínico"? La experiencia nos dice que el buen médico es el que tiene ambas cosas y tiene el "arte" de combinarlos, a veces, saltandose el "protocolo". Siempre hay que recordar que una huelga de celo no es más que cumplir escrupulosamente con la normativa. El resultado es el colapso. La espiritualidad, si es que en puridad es legítimo hablar de tal, de la Obra opta por el cumplimiento de "determinado" "protocolo" sin más. Sus defensores deberían entender que su aplicación debe ser solo para determinadas personas.

Salvador







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2808