El mundo detrás de la puerta

Ma. Elena García, 13/09/2023

Al leer el escrito de Copinol hablando de la media de cocina en la Administración, me vino a la cabeza la época en la que yo me encargue de lo que llamábamos “la despensa”. Hacíamos la compra para las dos casas de retiro y la administración y nos encargábamos de hacer la media de cocina, la nuestra (me refiero a la de la administración). En esos años 90´s estaba en unos $17 pesos mexicanos, lo que sería ahora un dólar, y lo lográbamos gracias a que la administración siempre comía lo que llamábamos “excedentes”, es decir lo que sobraba de la comida de la residencia. Cuando no había residentes aprovechábamos al máximo la leche del rancho. Creo recordar que nos llevaban 20 litros por la mañana y otros tantos por la tarde, así que se hacía queso, cajeta, y otras cosas. De la huerta se traían peras y membrillo que nos ayudaban a pasar esas épocas.

Comprábamos la fruta y verdura por semana, solía ir yo con una numeraria o con otra numeraria auxiliar. En el mercado los vendedores nos ayudaban a cargar cajas o bultos, pero estando ya en casa me tocaba separar cajas y bultos. Era una labor muy pesada y desgastante físicamente. No recuerdo a ninguna numeraria que me hubiera ayudado nunca el tiempo que realice estas actividades. Se tenía un control maniaco de cada cosa, los vinos, chocolates para las fiestas se tenían bajo llave y solo la administradora abría para disponer el extra que se pasaba en las celebraciones.

Con el tiempo empezó a decirse que había pocas vocaciones de numerarias y que eran muy pocas las que se querían dedicar a la administración. (Claro, era nuestra culpa porque las auxiliares “éramos muy exigentes con ellas”. Recuerdo que nos decían que las tratábamos mal porque queríamos que trabajaran a la par nuestra y ese no era el papel de la administradora) Y que las numerarias auxiliares teníamos que “cubrirlas”: hacíamos los menús, la media de cocina, listas de compras, compras en centros comerciales de mayoreo, lo cual implicaba cargar cajas, subir a la camioneta y luego descargar todo. Yo tendría unos 30 años o menos y no tenía ningún inconveniente ni pensaba que aquello pudiera tener alguna consecuencia. El tiempo me hizo ver lo equivocada que estaba.

Cuento esto porque mucha gente aún no sabe lo que era el día adía de las numerarias auxiliares. Había incluso numerarias que eran totalmente ajenas al mundo detrás de la puerta de la administración.

Copinol gracias por ayudarme a recordar estas cosas que formaron parte de mi vida y que hoy forman parte de la de muchas numerarias auxiliares, que siguen creyendo que en eso consiste su vocación.

Ma. Elena García