El carisma del Opus Dei.- Ervigio
Fecha Friday, 01 September 2023
Tema 090. Espiritualidad y ascética



EL CARISMA DEL OPUS DEI

Ervigio, 1.09.2023

 

 

Santificarse en lo ordinario no es un carisma nuevo en la Iglesia. Es lo que se ha hecho en todos los tiempos y lo que se nos da a todos los cristianos por medio de Cristo. San Pablo lo afirmó rotundamente: Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación, o sea, que Dios quiere santificarnos; San Benito lo encuadró muy bien con su ora et labora. Se trata de desarrollar la vida santa recibida en el bautismo. Santificarse en lo ordinario parece muy pelagiano, como si nosotros nos santificáramos a nosotros mismos por nuestra actuación. Es Dios el que inicia y consuma toda obra buena en nosotros, el que nos santifica. Cristo ha muerto por nosotros para hacernos un pueblo de santos. Huyamos del perfeccionismo y del voluntarismo pelagiano...



La santificación del trabajo, como carisma, viene a ser lo mismo, pero mal enfocado, porque el trabajo no es susceptible de santificación, solo las personas lo son. Las personas santas son las que santifican lo que hacen. Primero es la persona y, antes, Dios. No conviene trabajar demasiado, como esclavos, sino lo justo. Tampoco confundamos la santificación del trabajo con la perfección del mismo. Hay personas malas que hacen su trabajo muy bien. Hay asesinos que son magníficos en su profesión. Hay profesionales que realizan un trabajo extraordinario por prestigio, para enriquecerse, o por huir de sus obligaciones familiares. Estas formas de trabajar no son santas. Tomás de Aquino afirma que “la caridad (amor a Dios) es la forma de todas las virtudes”; esto es, que las virtudes sean virtudes, no solo hábitos, depende de la caridad, que orienta todo a Dios.

 

El carisma de la Obra no se sabe muy bien cuál es. El carisma de la Obra no fue original de Escrivá, como casi nada, porque cogió de aquí y de allí. Según Pío XI: “Tampoco se debe creer ya que la invitación (a la santidad) se dirige sólo a unas pocas almas privilegiadas y que las demás pueden contentarse con un grado inferior de virtud […] (S. Francisco de Sales) se propone demostrar cómo la santidad es perfectamente conciliable con todo tipo de oficios y condiciones de la vida civil, y cómo en medio del mundo todos puede comportarse de manera adecuada para la salvación del alma” (Rerum ómnium perturbationem, 26/1/1923).

 

Resultó muy atractiva para nosotros la llamada universal a la santidad, resaltada por el Vaticano II: que podíamos ser santos sin recluirnos en un convento, sino en el ejercicio de nuestra profesión. Pero la Obra hizo con nosotros (los célibes) más bien lo contrario, apartarnos de la profesión y que nos dedicásemos a tareas internas; decirnos que no somos religiosos, pero que vivimos como los religiosos: “Los socios del Opus Dei no son religiosos, pero tienen un modo de vivir -entregados a Jesús Cristo- que, en lo esencial, no es distinto de la vida religiosa” (Reglamentos del Opus Dei como Pía unión, 1941, nº 28, De Espíritu). Y añado: en lo esencial y en lo accidental, como bien sabemos. Decirnos también que no hacemos votos, pero exigirnos unos compromisos previos que son lo mismo o peor.

 

Podríamos enunciar el carisma como poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas, instaurare omnia in Christo. La Obra tendría la misión de facilitar la formación y la atención espiritual para ser santos en medio del mundo. En fin, se trataría de promover y facilitar la llamada universal a la santidad.

 

Para conseguir este propósito, como bien afirma Nocompensa (30.IX.2023), los director@s tendrían que ir por delante, ser rectos y buenos, no engañar a los miembros, ni a la Santa Sede, ni a nadie. Los vicios de la institución son los vicios de Escrivá y de sus sucesores, que piensan que el fin justifica los medios, que ser fieles al fundador es más importante que ser fieles a Cristo, o lo mismo. Pues no.

 

Supongo que los directores intermedios han aprendido mucho de esta web: los procedimientos no eclesiales de la institución, el que se debe observar la libertad de confesión y de acompañamiento espiritual, que los reglamentos a seguir son los estatutos aprobados por el Papa, que los miembros tienen derecho a irse si así lo disciernen, que hay que pagar la seguridad social de los que trabajan para la institución, que la entrega no es sometimiento, y un largo etc. ¡Cuánta confianza en el fundador que se ha frustrado! Les recomiendo a los directores que se olviden del espíritu de la Obra y que busquen de modo práctico el carisma adecuado y lo vivan. Ahí está el futuro de la institución, si es que lo tiene al margen de sus labores empresariales.

 

Ervigio

 







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=28023