Otras madres. Para José Carlos.- Adri
Fecha Sunday, 05 September 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


Para José Carlos

Ya que has hecho una semblanza tan bonita de tu madre, a la que evidentemente quieres mucho y valoras enormemente; yo te haré la semblanza de otra madre que no es la mía pero a la que me une un cariño tan hermoso e incondicional como el que describes.

Esa SEÑORA, con letras mayúsculas es mi suegra. Una mujer que tuvo una infancia preciosa, llena de ternura y consentimientos por ser la menor de diez hermanos; nacida sorpresivamente cuando su madre ya pensaba que su tiempo de criar bebés estaba terminado. La madre de mi suegra la dio a luz teniendo 47 años.

Se crió llena de mimos, juguetes, fiestas y era la muñeca de las hermanas mayores. Hizo estudios primarios, secundarios y universitarios; graduándose como Escribana (Notario dirían en España) a los 23 años. A poco de graduarse conoció a quien sería su marido, abogado de profesión, católico ferviente y a posteriori supernumerario del opus. ¡Cuánto amor se tendrían que ella, educada en un hogar vinculado al socialismo más cerrado, aceptó casarse por Iglesia y bautizar a sus tres hijos varones! Nunca creyó en Dios, pero tampoco puso objeciones para que su marido fuese a misa, rezara e integrara la obra como miembro.

De sus tres hijos, mi esposo fue el mayor y nació con problemas respiratorios que dieron como corolario en brutales e incontrolables ataques de asma hasta su adolescencia. Mientras mi suegro dormía “a pata suelta” ella se sentaba en un sillón al lado de su hijo porque temía que sufriera un ataque y no pudiera avisar; dormía sentada y por las mañanas debía ir a trabajar a su oficina en los Tribunales. Si había que hacerle estudios, pruebas y vacunas... ¡allá iba ella con su muchachito a cumplir con todo! Luego vinieron dos hijos más y por una hemorragia en el último parto debió ser intervenida y quitado parte de su útero. Siempre quedó con las ganas de tener una niña y no pudo.

Se le presentó una oportunidad cuando ya tenía a mi cuñado menor con cuatro años; al Juzgado donde trabajaba había llegado el caso de una niña de tan solo un año con síndrome de Down a la que la justicia había rescatado de las “garras feroces” de una progenitora que la golpeaba y tenía casi al borde de la desnutrición, simplemente porque no la aceptaba y le habían obligado a tenerla consigo. La nena se llamaba Marisa y cuando mi suegra la vio tenía la carita casi desfigurada por los golpes, era más que evidente que la madre quería matarla y la llevaron detenida. Delante del juez y de los oficiales de justicia mi suegra rompió a llorar desesperadamente y se aferró a esa chiquita casi rogando que se la dieran en adopción.

Por esas cosas inverosímiles llamadas “tecnicismos legales” que tiene la justicia la adopción plena no se pudo concretar pero se la entregaron en custodia por tiempo indeterminado. Aún así las cosas no fueron fáciles, mi suegro no quería a esa niña porque tenía un origen “de gente de mal vivir” pero aceptó de mala gana que viviera con ellos hasta poder encontrarle una familia que la quisiera como hija y le diera amor. Curiosamente, mi suegro que iba a misa todos los días y rezaba cientos de jaculatorias al día, que no cesaba de predicar “la santificación en la vida cotidiana”... ¡no quería darle amor a una personita desamparada y necesitada!

Otro problema: Marisa como muchos chicos Down tenía problemas al corazón, congénitos y con pronóstico reservado. De todos modos fue bien atendida, recibió afecto, una casa confortable, una madre y hermanos del corazón que la cuidaron muy bien y la llenaron de ternura. Vivió con ellos hasta cumplir 11 años y una mañana no se despertó, su corazoncito dijo basta y se durmió para siempre sin sufrir, partiendo serenamente como los ángeles.

Recibió la despedida más tierna, emotiva y llena de amor que se pueda imaginar. No hubo ni hay consuelo en esa familia por la pérdida de Marisita, su foto está presente en la casa de mi suegra y nunca le faltan flores en su última morada.

Cuando conocí la historia no pude parar de llorar por largo rato, recuerdo que cuando nació mi hija estuvimos a punto de ponerle el nombre de la hermanita de mi marido; pero desistimos porque Marisa fue única, un ángel que vino a llenar de alegría y amor a esa familia.

José Carlos, mi suegra jamás rezó un padrenuestro completo y solo pisaba las iglesias para acontecimientos familiares ¿qué quiero significar con ello? Que no es necesario pertenecer al opus dei para ser buena madre y hacer labores admirables por el prójimo. Da lo mismo, si tu madre o mi suegra hubiesen sido musulmanas, protestantes o anglicanas también hubieran hecho lo que hicieron. Son personas íntegras y tienen elevados valores morales y humanos. Eso es lo que las hace grandes, no su pertenencia a una determinada institución.

Por lo que he leído de tu vida sé que no tienes hijos aún; mira José Carlos ¡por los hijos se hace absolutamente cualquier cosa! No te ofendas pero es evidente que te falta madurar porque estás cayendo en el infantilismo de creer que no puede haber otras personas que hagan cosas valiosas, aún sin tener religión como mi suegra. Las personas que reciben amor, desarrollan capacidad para dar amor. No es “gracias” al opus que tu madre es buena gente, eso sería menospreciar la educación y los valores que le inculcaron en su familia, la crianza que recibió. Antes que como supernumeraria, mirala como madre ejemplar y aprende de ella para cuando tengas tus propios hijos. Primero está tu madre y su humanidad, mucho después está su condición de miembro de la obra.

Por último, no creo ni estoy de acuerdo con que el opus sea de inspiración sobrenatural. Otras instituciones católicas se fundaron sin acusar recibo “del mas allá” y se hicieron grandes e importantes por su servicio al mundo. Que yo sepa, ni a San Juan Bosco, ni a Don Orione, ni a Ignacio de Loyola les dictaron desde arriba cómo debían hacer las cosas para llevar adelante su labor pastoral. Ellos simplemente trabajaron para amar a Dios a través del prójimo, especialmente desde los más débiles. Por tanto, no me parece justo que se “coma el coco” de la gente con una historia improbable de orígenes sobrenaturales, que no sirven de nada ni hacen que la obra de Escriba sea más importante que la de los salesianos, los jesuitas o tantos otros.

Saludos cordiales,

Adri









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2784