Las dispensas: prueba del engaño coorporativo.- Guillermez
Fecha Wednesday, 03 May 2023
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Queridos amigos,

Imagino que a casi todos os habrá pasado. Desde que salió el motu proprio "Ad Charisma Tuendum", muchos amigos que saben de mi pasado opusino me preguntan. No les interesa tanto el aspecto jurídico -lo encuentran muy aburrido-, sino más bien si ello significa que el Papa "degrada" al Opus Dei, y por qué.

Es entonces cuando me toca explicar los abusos de todo tipo (psicológicos, económicos, laborales, sexuales, ...) que ha habido en la institución también desde 1982 siendo ya prelatura, y cómo estos estaban protegidos por una forma jurídica que realmente no existía. El Opus se auto-pensaba como una diócesis, con capacidad exclusiva para regularse y sólo dar cuentas al Papa. Y para ello diseñó una política de hechos consumados hacia el exterior: el Prelado siempre vestido de obispo para parecerlo, los directores territoriales con cargo de "vicarios" para asemejarlos a las estructura jerárquica de la Iglesia, y unos fieles a los que se obligaba a mil normas según unos estatutos que ellos desconocían.

En ese momento de la conversación, mis amigos siempre me preguntan lo mismo: ¿sabían esos directores que estaban engañando a sus "fieles" y a la sociedad? O lo que es lo mismo: ¿son culpables de ese engaño? Siento mucho decirlo, pero mi opinión es afirmativa: lo son. Y el mejor ejemplo de ello es la tramitación de las dispensas que todos los ex-miembros tuvimos que hacer al dejar el Opus. Para mí muestra a las claras que la mentira era sabida.

En mi caso particular, residía en Madrid cuando decidí dejar el centro en el que vivía. Me busqué un piso, empecé una nueva vida y me asignaron a "alguien" para que me acompañara en ese proceso. Me cayó en suerte el vocal de San Miguel de la Comisión de España; es decir, el responsable de todos los agregados y numerarios de la región: un tipo con un poder considerable. Nos hicimos medio amigos, quedábamos cada dos semanas, almorzábamos juntos y conversábamos. Él por supuesto trataba de llevarme de nuevo al redil, y yo luchaba para evitarlo. En esos tres meses hablamos muchas horas, pero recuerdo sobre todo su insistencia final:

- "Guillérmez, no vayas a hacer el tonto. Recuerda que no puedes empezar a salir con chicas hasta que tengas la dispensa. Es un trámite lento, pero establecido por la Iglesia. Si te lo saltas estarás ofendiendo a Dios, probablemente con pecado grave".

Así que así pasé los siguientes tres meses, esperando la dichosa dispensa de Roma mientras rehacía mi vida fuera de los muros del Opus Dei. No se me dió la situación de salir con ninguna chica, no sé cómo hubiera reaccionado. Pero recuerdo ese miedo a "hacer las cosas mal".

Años después caí en la cuenta de la tremenda mentira que este señor me contaba a mí y a tantos otros. Si los laicos no tienen cabida en la Prelatura, ¿de qué hay que dispensarlos? ¿qué procedimiento tenía "establecido" la Iglesia, si ella misma no nos reconocía como parte de la secta? ¿desde cuándo el inclumplimiento de un contrato (así entrábamos en la Obra) lleva parejo un pecado mortal?

Por lo tanto, puedo deducir y deduzco que la mentira venía desde arriba. Álvaro del Portillo, Javier Echevarría y su Consejo no emitían dispensa alguna: sólo nos hacían esperar tres meses para ver si así " recapacitábamos". Y para ello apelaban al miedo, coaccionando de nuevo nuestra conciencia. De igual modo puede hablarse de los directores de cada comisión territorial y los de las delegaciones. ¿Nos creemos de verdad que ellos no sabían de esta mentira?

Puedo justificar que los directores no supieran de Derecho Canónico, que no se hubieran leído los estatutos, que confiaran 100% en lo que les venía de Roma... Pero es totalmente imposible que no supieran que las dispensas eran de mentira. ¿Alguna vez vieron el documento firmado? ¿Conocen de alguien a quién se le negó? Eran (y son) unos mentirosos que jugaron con la conciencia del personal. No me extraña que ahora lloren por las esquinas la pérdida de sus privilegios: el mundo sabe ahora de su manipulación, hasta un Papa ha tenido que pararles los pies.

Qué tiempo tan magnífico estamos viviendo. Es para dar gracias a Dios continuamente. Todo lo que sufrimos está saliendo ahora a la luz, ya no hay nadie que pueda quitarnos la razón.

Un abrazo a todos,

Guillérmez







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