Decidí divorciarme de la Depre, al cumplirse treinta años de forzada cohabitación indeseada. A la depre me la presentaron unos amigos (eso decían, que eran) y se me pegó como una lapa desde entonces. Ha mudado de piel muchas veces, y me dicen que cuando la mato aparece otra mayor, como las largas y transparentes serpientes que canta Silvio Rodríguez. No lo dudo. Es muy ladina y tiene muchos trucos. Yo sé que me ha dejado como mil doscientos setenta y dos mensajes grabados en el buzón de voz de mi cerebro, sin contar los mensajes de texto en mi subconsciente. Ya se irán borrando al cumplir su plazo de memoria, o cuando aparezcan y les pinche “borrar”. Pinches memorias trogloditas… Algunas de las cicatrices todavía me duelen, y no desaparecerán. Pero ahora las miro como condecoraciones, o sonrisas de auxiliares.
Con el apoyo juicioso (no jurídico) de una terapeuta muy legal se hizo instrucción de los traumas más relevantes, o más fastidiosos, y se recopiló una lista cuya magnitud no creería si no la hubiera visto con mis propios ojos. Merma de ingresos, problemas crónicos de salud, sensación de auto-odio (no de odio a los autos), pérdida total o parcial de la visión objetiva, ausencia de mí mismo, úlcera gástrica, migrañas, pago de multas, pérdida de personas queridas, atraso en la ciencia mundial, malhumor, víctima de relaciones abusivas, etc.
Me acabo de informar a mí mismo, desde mi juzgado de lo contencioso imaginativo, que mi solicitud incondicional de divorcio emocional ha sido tramitada. El fallo emitido unánimemente por el tribunal superior de mi propio yo, ha sido el de declarar nula e irrevocable la disolución de tan nefasto vínculo. Igualmente me han sido devueltas las costas del proceso, y se ha impuesto un pago a la Depre de 10,950 doblones de oro macizo, uno por cada día del secuestro, a ser pagados en su totalidad en los próximos diez minutos.
Hay una verdad de fondo que me ha salvado. Y al plantearla, se han empezado a destruir esas serpientes. Me he ido encontrando con que cada uno tiene esa verdad que eventualmente libera, cuando se la planta finalmente en lo mas hondo de su autopercepción. No es solamente una verdad intelectual. Hay un punto en que se vuelve, digamos, existencial, tangible, eficaz. Y eso da mucha paz, a pesar de la noche oscura del alma.
Espero que tú también encuentres esa verdad, y la plantees, y vivas aquello de que la verdad os hará libres. Si no encuentras semillas, aquí en Opuslibros hay toda una semilloteca. O me puedes preguntar.
Con mi más sincero cariño, Noob
