Carta para protonotario.- ekard
Fecha Wednesday, 22 March 2023
Tema 060. Libertad, coacción, control


Estimado protonotario,

Somos miles de exnumerarias auxiliares, exnumerarias y exnumerarios, que nos dedicamos a labores internas a tiempo completo y por varios años mientras éramos socios de la prelatura de la santa cruz. Tus portavoces y directores de comunicación repiten por activa y por pasiva en tu nombre que quieren lo mejor para nosotros y sienten que nos hayamos ofendido de la forma en que nos trató la prelatura antes, durante y después de ser socio de la misma.

"Hemos llegado a la conclusión de poner a prueba tu sinceridad pidiéndote que nos envíes nuestro salario por el tiempo que te hemos servido. Esto nos hará olvidar y perdonar viejas cuentas, y confiar en tu justicia y amistad en el futuro."

El cálculo es sencillo: es el número de años durante los cuales "te servimos fielmente" multiplicado por el sueldo anual del momento.

"Añade a esto el interés por el tiempo que nuestros salarios han estado retenidos (...) y el saldo mostrará lo que en justicia nos corresponde.

(...) Si no nos pagas por los fieles trabajos del pasado, poca fe podemos tener en tus promesas para el futuro.

Confiamos en que el buen Creador te haya abierto los ojos ante los agravios que tú y (previos) padres nos han hecho (...), haciéndonos trabajar para ustedes durante (décadas) sin recompensa.

Aquí (fuera) cobro mi salario todos los sábados por la noche; pero (en la prelatura) nunca hubo un día de pago para (nosotros), como tampoco lo hubo para los caballos y las vacas.

Seguramente habrá un día de ajuste de cuentas para aquellos que defraudan al trabajador de su salario."

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El texto citado arriba entre comillas es  de una carta  que Jordan Anderson escribió el 7 de agosto de 1865 a su dueño a quien fue vendido como esclavo a los 8 años y al que sirvió durante 39 años hasta ser librado por el ejército de la Unión en 1864.

Jordan dicta la carta en respuesta al pedido de su antiguo dueño que volviera a trabajar en la plantación que se había venido a menos durante la guerra civil estadounidense.

Me llamó la atención que con muy pocos ajustes la carta se aplica perfectamente a la situación de los socios célibes de la prelatura que dedicaron toda o buena parte de su vida a labores internas.

Con una gracia especial, dada la historia que tuvo con su dueño, Jordan cierra la carta con el siguiente despido: "Saluda a George Carter y dale las gracias por quitarte la pistola de la mano cuando me disparabas. De tu exsirviente, Jordan Anderson."

Y me pregunto: ¿quién será el Gorge Carter que le quite la pistola a la prelatura para que deje de disparar a quienes se van y reclaman lo que les corresponde en justicia?

E. Kard








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