Como matar una ilusión.- María Elena G.
Fecha Wednesday, 01 March 2023
Tema 077. Numerarias auxiliares


 

Tenía 15 años cuando vi por primera vez aquella entrada tupida de pinos, al final se alzaba una hermosa puerta rustica de madera, aquella era la entrada a un mundo tan diferente al que conocía. Todas sonreían felices, parecía que las preocupaciones nunca pisaban aquellos suelos encerados tan brillantes; el olor a pan recién hecho llenaba los pasillos cuando recorrimos aquel lugar. Todo aquello distraía en mi cabeza el dolor que sentí al ver a mi madre alejarse de aquel lugar, era la primera vez que me alejaba de mi familia.

"Aquí vas a aprender una carrera, aprenderás a tratar a Dios y sobre todo serás muy feliz, viajarás y conocerás gente de otros lugares, tendrás una familia con lazos más fuertes que los de la sangre y sobre todo, nunca estarás sola”.

Como se agolpa en la mente y en el corazón las ilusiones a los 15 años, pronto no tuve tiempo de admirar aquel paisaje que tanto envidia la gente al conocerlo. El horario tan apretado pronto me empezó a asfixiar, las normas de piedad empezaron a llenar cada minuto de mi día, ya no podía convivir con mis compañeras porque en cuanto tenía un minuto aprovechaban para darme alguna charla de formación, nunca pude convivir abiertamente con ellas, tenía que dar ejemplo, tenía que ser la mejor en todo y nunca eran suficientes mis esfuerzos. Pero después teníamos un rato de tertulia y cantábamos y reíamos y esas ilusiones se volvían a encender. Poco podía explicar a mi familia ya que ellos no sabían que yo ya era de la obra, no podía contarles mis luchas, lo que no me gustaba o como a veces me faltaba el oxígeno con tantas actividades. Mi mamá tenía que verme feliz y me esforzaba para que ella se fuera tranquila.

Al terminar la escuela me fui lejos de mi familia ya que nunca estuvieron de acuerdo en que yo estuviera en la obra. Temían que mis padres quisieran ir por mí, aún tenía 17 años y pensaba que era el verdadero inicio de la aventura pero la ilusión duró poco. Pensé que todo se relajaría, pero fue todo lo contrario, el trabajo aumentaba cada vez más, las exigencias y responsabilidades parecían no acabar, no podía hablar a mi familia sin que alguien estuviera escuchando, no podía escribir una carta sin que alguien leyera lo que escribía. El aire soplaba fuerte y las ilusione se iban difuminando, pero solo era el inicio de una vida llena de trabajo, de rezos, charlas, clases de lo que se hace y lo que no se hace en la obra, sin poder detenerme a pensar qué estaba pasando, al final sin saber qué había pasado con aquellas ilusiones de los 15 años.

María Elena García

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