Que en la Obra nunca se ha aplicado el discernimiento a la hora de plantear la "crisis" de vocación es bien claro, por mucho que ahora organicen congresos "humo" sobre el tema.

Cuento tres sucedidos para ilustrar esta idea:

1. Antes de "pitar", con 14 años y medio exactos, planteé que quizá mi llamada era al sacerdocio. Mi madre, Supernumeraria, me dijo que me podía presentar a un sacerdote para que me ayudara en eso; en el centro por el que iba, sin pensarlo dos veces, me dijeto que de eso nada, que lo mío era ser Numerario y que más adelante quizá el Padre me llamaría al sacerdocio. No hice caso a mi madre... Cuando me preguntó al poco, le respondí "que ya tenía todo claro".

2. En mis años de director o miembro de Consejos Locales, unos 18 ininterrumpidos, JAMÁS hicimos esperar un sólo día a escribir la carta a nadie que manifestara querer ser Numerario.

3. Todos sabíamos que "formalmente" hasta la Fidelidad no se producía la incorporación jurídica definitiva, pero todos también sabíamos -sin ningún género de duda- que desde los 14 y medio nada ni nadie debía desviarnos del camino so capa de traición a Dios. El discernlmiento, la posibilidad de pensar en varias opciones, el hablar con gente variada..., estaba absolutamente en contra del buen espíritu.

El proselitismo feroz ejercido durante decenios por la Obra (yo mismo lo hice, mea culpa) ha sido una planificación brutal de captación de adeptos.

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