Harta de mentiras.- Lucía Giménez
Fecha Wednesday, 08 February 2023
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


El opus miente cuando dice que:

“Nadie puede ingresar formalmente en el Opus Dei antes de los 18 años”.

            - Falso. Me trajeron de la casa de mis padres a los 14 años. A mí no me importaba ninguna religión, ya estaba bautizada porque era costumbre en mi país. Era feliz con la naturaleza y los animales.

            - Las mujeres del opus me fueron dando clases de religión, como la dan ellas, metiendo mucho la obra de Escriva y sus enseñanzas como si el evangelio estuviera escrito para eso. Saben muy bien enredar una cabeza inocente y vulnerable.

            - A los 15 años sin darme cuenta ya me habían hecho del opus. Yo no había comulgado nunca y de repente ya comulgaba, ya era del opus. Me presentaron a una señorita del grupo de San Rafael para que fuera mi madrina. Nunca más la vi.

            - Me dijeron que no les contara nada a mis padres porque ellos no lo entenderían. Claro, si yo tampoco entendía ni me daba cuenta de lo que hacía. Con muchos nervios escribí una carta que me fue dictando la numeraria, que era supuestamente mi amiga. Una amiga de mentira. Nunca me pude acordar lo que escribí en esa carta porque no eran palabras que me salieran de mi corazón ni de mi cabeza.

            - Tuve mucho miedo y la numeraria sabía que estaba nerviosa porque no sabía ni comprendía en qué cosa me metía. Al tiempo cambió todo. Mi vida, mi sentido del humor, pensar que nunca más podría ver a Rolfi mi noviecito de primer año de colegio. Cada vez que decía en la charla semanal que yo quería casarme, que me gustan los hombres, me contestaban que era tentación del demonio, que, cómo no iba a dar a Dios un corazón joven como lo hizo Montse Grases. Qué presión, qué locura. No podía pensar en otra cosa, no podía compartir nada con mis hermanos que vivían muy lejos. No podía llamar por teléfono porque tenía que pedir permiso pues éramos una “familia sobrenatural y pobre”. Aparte, el teléfono para discar tenía un candado. Debías ir a la oficina de la directora para consultar sí podías hacer una llamada y ver si permitía darte las llaves del candado, pero no le parecía que tuvieras que hablar con alguien de fuera y no había forma de conseguirlas.

Pido a las autoridades del opus, si creen en la santidad de su fundador, que pidan perdón.

            - Que dejen de mentir.

            - Que dejen de manipular.

            - Que dejen de oprimir.

            - Que dejen de hacer daño.

            - Que dejen de pecar.

Ya nadie les cree, que Dios los perdone, pero yo, no.

Saludos a todos los que estamos unidos en busca de la verdad. Nunca más callarnos ante los abusos y delitos de esta terrible institución.

Lucía Giménez Miskinich.









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