La roca de Escrivá y la Roca de David
E.B.E. 9 de enero de 2023
En las Sagradas Escrituras se utiliza el nombre de Roca para referirse a Dios. Así por ejemplo, el Salmista se refiere a Dios como su Roca en varias oportunidades (Salmo 19,15; Salmo 28,1, Salmo 144,1; David en el Libro II de Samuel, cap 22, 2, etc.)
Llama mucho la atención que Escrivá usara ese mismo nombre para referirse a A. del Portillo.
En definitiva, mientras que para David su Roca era Dios, para Escrivá su roca era A. del Portillo.
En una editorial llamada Vir fidelis multim laudabitur, posterior a la muerte de A. del Portillo, el mismo protagonista cuenta la historia:
«[dice Del Portillo] no fue nuestro Padre [Escrivá] el que me eligió para tenerme a su lado; solía comentar que era cosa del Espíritu Santo. Los demás, por un motivo u otro, no podían estar junto a nuestro Padre. Así que Dios me escogió a mí: así lo dijo muchas veces nuestro Fundador»
Del Portillo dice que «por un motivo u otro» -sin especificar cuáles- los demás no podían ser «la roca» de Escrivá. O sea, por descarte, salió elegido Del Portillo. No parece muy divina su elección.
Más verosímil hubiera sido decir que Escrivá quiso elegir a Del Portillo, y que a los demás los descartó, y para finalizar «divinizó» la elección de Del Portillo.
Sigue el artículo, desarrollando la línea editorial:
«El Señor quiso que nuestro Padre [Escrivá] contase siempre con un punto de apoyo firme, como una roca bien anclada en el terreno. Así había comenzado a llamar a don Álvaro —roca, saxum!—, ya en los primeros años de su vocación a la Obra [1939]»
Eso de que el Espíritu Santo eligió a A. del Portillo como la roca de Escrivá, me recuerda a ese pasaje del Evangelio donde Jesús pregunta ¿cómo puede satanás expulsar a satanás? (Mc 3,23)
Pues bien, si Dios es quien elige para Escrivá una Roca que no sea Dios, entonces Dios está dividido. Es extraño decir que Dios eligió a Del Portillo como roca de Escrivá.
Distinto habría sido si Escrivá hubiera utilizado otra palabra para referirse a Del Portillo: ayuda, apoyo, etc. Pero el término roca es muy particular, casi que es como un Nombre de Dios.
Posiblemente se trate de otro ejemplo más de cómo Escrivá usaba las Escrituras para su propio beneficio y cómo las tergiversaba para revestirse de divinidad o revestir a otros o a su misma organización.
En definitiva, los textos sagrados terminaban contaminados por su propio deseo de torcerles el sentido y adecuarlos para su propio engrandecimiento, cuando no endiosamiento.
E.B.E.
