Nuevos Estatutos: conceder sin ceder.- E.B.E.
Fecha Wednesday, 04 January 2023
Tema 125. Iglesia y Opus Dei



Nuevos Estatutos:
conceder sin ceder
E.B.E. 4 de enero de 2023

 

«….desde el momento en que nosotros no hacemos una obra humana, por ser nuestra empresa divina, (…) no está en nuestras manos ceder, cortar o variar nada de lo que al espíritu y organización de la Obra de Dios se refiera»
Escrivá, Instrucción acerca del espíritu sobrenatural de la obra de Dios, nro. 20

El Opus Dei se considera a si mismo de naturaleza semejante a la de un dogma: lo que es de espíritu –y lo que hace a su organización, incluso- es considerado como si se tratara de una materia de fe, y por lo tanto no se cambia, no se modifica en el tiempo y ha de ser defendido como la fe misma, de manera que no se tolere cambio alguno, que no se manche su naturaleza divina.

Del mismo modo que la Iglesia defiende sus dogmas (como el de la Trinidad), el Opus Dei defiende todo lo que se refiere "al espíritu y organización".

¿Cuál es la solución entonces frente a los cambios que ha puesto en movimiento el Motu Proprio del papa Francisco?

La respuesta ya la dio el fundador mismo, y a esa solución se aferrarán los directores superiores: conceder sin ceder. El papa actual parece estar advertido de esa triquiñuela y al Opus Dei no le va a ser fácil repetirla.

Pero podría suceder, por ejemplo, que el mismo Opus Dei incluyera en los nuevos estatutos lo contrario de lo que hizo en los actuales de 1982: lejos de dificultar futuros cambios, facilitarlos de manera extrema, es decir, hacer unos estatutos blandos, maleables, que sean fácilmente modificables a futuro, de forma tal que los que resulten en 2023 sean considerados pasajeros.

O también, podrían darse unos estatutos tan genéricos que no dijeran nada (como la libérrima libertad que predicaba Escrivá, que no tenía ninguna consecuencia práctica, pues fácilmente era anulada por la rígida obediencia disciplinal). Estatutos que dieran, por tanto, "libertad" a los directores de hacer lo que quisieran, como sucedió con la forma jurídica de la prelatura personal, que, lejos de fijar límites y darle una forma, le sirvió al Opus Dei para continuar funcionando como un instituto secular que no rendía cuentas a nadie porque no dependía de nadie, pues jurídicamente no existía como tal.

El Opus Dei no va a cambiar, no puede cambiar –el fundador mismo decretó la imposibilidad del cambio y tal vez su sentencia de muerte-.

A lo sumo se puede derrumbar, como la Unión Soviética, que tampoco podía cambiar. Hay cosas que son tan rígidas que cualquier cambio las rompe, no toleran modificación alguna. Parecen firmes, imperecederas, pero la vida misma las termina zamarreando. Lo que parecía ser su fortaleza, se termina manifestando como su talón de Aquiles.

Pedirle al Opus Dei cambiar es pedirle que se suicide y en ese caso lo que puede hacer es simular un suicidio para luego recuperar su vida anterior, con nuevos estatutos dentro de 10 o 20 años. Y mientras tanto sacar catecismos que digan cómo se han de leer los nuevos estatutos de 2023.

Pero el problema es otro: ¿va a quedar alguien dentro del Opus Dei? ¿Va a ingresar, en los próximos años, un número suficiente de vocaciones que haga sustentable la organización? Los números de vocaciones están en rojo desde hace tiempo y siguen en descenso. ¿Un cambio de estatutos revertirá ese grave problema? El cambio parece que ha llegado tarde, debería haberse dado antes, pero la misma rigidez institucional hizo imposible que se ello sucediera sin que mediara una crisis como la actual.

La cuestión es cómo va a sobrevivir el Opus Dei en los próximos años, más allá de que se modifiquen sus Estatutos.

E.B.E.









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