Santos, santones y fundadores.- Gervasio
Fecha Monday, 19 September 2022
Tema 090. Espiritualidad y ascética


 

Santos, santones y fundadores

Gervasio, 19/09/2022

 

            Estoy leyendo un libro que trata de santones y está escrito por un santón. El protagonista es un estudiante universitario que para encontrar a Dios recorre toda la India de santón en santón, hasta que encuentra al santón ideal, al santón fetén, al santón que le va. Desde entonces no hace más que seguir a ese santón en todo lo que le dice, enseña, sugiere o pide, con inconmensurable devoción y entrega hacia su persona...



            Debo aclarar un poco más lo que el menda entiende por santón. El libro que estoy leyendo —Autobiography of a yogi, escrito por Paramahansa Yogananda— está redactado en inglés, idioma en el que no se distingue entre santo y santón. Para designar a ambos usan la misma palabra saint, al menos en el libro que estoy leyendo. Por santón entiendo una persona con fama de santidad que atrae a otras personas a las que reúne, enseña, forma, aprecia y quiere. Son sus discípulos. Ellos se dejan reunir, enseñar, formar, etc., y le corresponden con inmensa admiración, docilidad, fidelidad y cariño. El santón es gurú de sus discípulos. Son personas deseosas de tener gurú, de alguien que sea su guía en la vida y en  sus proyectos personales. Le consultan todo.

            La diferencia más resaltable entre un santo y un santón viene dada porque el santo, para que sea considerado tal, tiene que haber fallecido. El santón, en cambio, es persona que, para ser considerado tal, tiene que estar vivito y coleando. Tiene que estar presente físicamente. Ha de dar consejos y enseñanzas individualizadas y tener trato personal y continuo con sus discípulos. El santón, en consecuencia, sólo lo puede ser para un limitado número de personas. No puede llegar a demasiados.

Tras su fallecimiento en junio de 1975 €scrivá dejó definitivamente de ser santón, para convertirse en santo. Antes dictaba o aconsejaba lo que teníamos que hacer. Ahora somos nosotros los que le informamos de lo que deseamos, para que gracias a su intercesión celestial logremos que esos deseos se cumplan. Ahora es él el que está puesto a nuestro servicio y no al revés, como sucedía anteriormente. Pasó a ser intercesor, un mero valedor.

 Además de santón y santo canonizado, €scrivá es también fundador. Fue él mismo el que creó su propia fundación, a la que denominó Opus Dei. No es que sus discípulos hayan decidido erigir una fundación para dar continuidad a sus enseñanzas o a sus tareas. Gracias a su fundación, de él nos quedan un montón de escritos, anécdotas, reliquias, recuerdos pero sobre todo un prolijo legado de pautas de conducta. Todo un testamento de comportamiento.

Su faceta más destacable, a mi modo de ver, es la de santón. Sus discípulos, antes que aceptar o seguir una particular doctrina, lo que hicieron fue aceptar  incondicionalmente a  su persona. Lo que él diga, lo que él quiera, lo que él disponga, lo que él vea. Un padre —también puede serlo una madre, un cónyuge, un hijo, un hermano, etc.— generalmente es aceptado por sí mismo, independientemente de que aprobemos o no su conducta, de que la entendamos o no, independientemente de que se porte bien o no tan bien con nosotros. Él adoptó el papel de padre, y nos asignó el de hijos. Teníamos que tener con él un trato personalizado. Cuando no estábamos a su lado, debíamos escribirle al menos cada quince días. A su madre había que considerarla abuela y a sus hermanos, tíos: tío Santiago y tía Carmen.

La situación ha cambiado desde que el padre y fundador subió al cielo en 1975. El actual consiliario de España, Ignacio Barrera, nació en 1966. Para él €scrivá es una figura histórica, un personaje del pasado, con el que nunca tuvo una relación personal, al que nunca escribió una carta o saludó. Supongo. El fundador ha pasado a ser nuestro padre y sus sucesores el Padre. El personaje se ha desdoblado en dos. Los sucesivos padres —don Álvaro, don Javier, don Fernando— ya no son santones.

Acaba de morir la reina de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte, después de  setenta años de reinado. La conmoción de sus súbditos —my dear subjets, como cariñosamente los llamaba— ha sido y está siendo inmensa. La reacción de los británicos hubiese sido muy distinta si su reinado sólo hubiese durado unos pocos años. La larga duración de su reinado ha logrado que cada uno de los británicos —e incluso no británicos— la consideremos parte y elemento de nuestra propia biografía. Los sucesivos padres —don Álvaro, don Javier, don  Fernando— llegan muy mayores al cargo de Padre por lo que duran poco tiempo y no logran formar parte significativa de la biografía de las personas del Opus Dei.

Con estas consideraciones pretendo resaltar que la fundación de €scrivá se está convirtiendo —se ha convertido ya— en una fundación basada en su vinculación con un personaje histórico. Él mismo decía: obispos, papas y cardenales, hay muchos; pero fundador del Opus Dei sólo hay uno. Su figura se ha vuelto tan irrepetible que hace peligrar o al menos condiciona la continuidad de su fundación. Cuando Napoleón Bonaparte falleció no pudo ser sustituido por otro Napoleón; ni Alejandro Magno pudo ser sustituido por un nuevo Alejandro Magno. La exaltación de que $anjosemaría ha sido y es objeto, paradójicamente opera en contra de su fundación, el Opus Dei. La fundación llamada Opus Dei siempre adoleció de excesivo personalismo, que continúa  e incluso aumenta después de su fallecimiento. Le quitas la figura del fundador y en  qué se queda. En nada o en muy poco.

Su fundación falla, a mi modo de ver, en dos elementos básicos. En el Opus Dei falla la dirección espiritual y falla en su cometido de llegar a los intelectuales.

La dirección espiritual, según el común sentir, es y le corresponde ser intuitu personae. En el Opus Dei no sucede así. El individuo del Opus Dei no elige a su director espiritual, sino que le viene asignado. Los primeros del Opus Dei se sintieron atraídos por la personalidad de €scrivá y lo eligieron como guía espiritual. El fundador los aceptó como hijos espirituales suyos. Cuando creció el número de seguidores, llegó un momento en que hubo que echar mano de personas de su confianza. De la confianza de €scrivá; no de la confianza de los que buscaban a €scrivá. No podía llegar a todos. Las cartas dejaron de ser leídas por el propio fundador, para pasar a ser leídas por personas de su confianza. Haceos cuenta de que quien recibe vuestra confidencia, vuestra charla fraterna,  es el propio padre el que la recibe. Eso no funciona.

Tampoco funciona el acercamiento a los intelectuales. Como E.B.E. nos recordaba recientemente en El otro fraude vocacional, de 9-IX-2022, el Opus Dei está organizado militarmente. Es una opción frecuente en bastantes organizaciones religiosas, cristianas o no. No es el momento de desarrollar esta idea, que por otra parte está contemplada y expuesta en un antiguo editorial de Crónica titulado Familia y Milicia. Lo que deseo resaltar es que el ejército y la milicia no se compaginan bien con los intelectuales y la intelectualidad.

Como expuse en Parroquia de Pueblo, de 5 de abril de 2010, uno de los atractivos que para mí €scrivá tenía, es que era como un párroco de pueblo. O al menos así me lo parecía a mí. No era un intelectual, ni escribía como un intelectual, ni  razonaba como un intelectual, ni cosa que se le parezca. De esa forma, con esa actitud de sencillez, por no decir de simplicidad, es fácil llegar a quienes son intelectuales o de talante filosófico y pensador. Pero de pronto, cuando el Concilio Vaticano II comenzó sus tareas, se puso muy nervioso y empezó a tañer toda clase de campanas y a dar señales de alarma y peligro. Para él la Iglesia se desmoronaba. Cuando perdió vigor el Índice de Libros Prohibidos por decisión de San Pablo VI, decidió establecer el suyo propio, como solía decir alzando el dedo índice de la mano derecha. No se podía leer casi nada. Las lecturas son peligrosas.

No entendió que el Concilio Vaticano II no se convocó para condenar herejías, como había sido usual anteriormente, ni tenía por objetivo atajarlas o impedirlas. Es más emitió una declaración en 1965 que lleva por título Dignitatis humanae, en el que se proclama la libertad religiosa. €scrivá no entendió de la misa la media de todo el concilio y se dio a repicar campanas y timbres de alerta. Llegó a hacer inviables en la práctica muchos estudios universitarios para los del Opus Dei. Con tales actitudes no se puede llegar a los intelectuales. Es tan difícil como interesar a los vegetarianos con recetas de asados de cordero y carnes a la brasa.

Gervasio







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