Non nobis, Domine.- Ramana
Fecha Wednesday, 11 May 2022
Tema 010. Testimonios


Enderezo una breve aportación para dar las gracias al gran Gervasio por su libro (ya lo tengo, gratis, en mi Kindle) y a todos los nuevos que se han asomado a esta maravillosa y bendita familia de cómplices que es OpusLibros; en especial al estupendo y ameno Rosarigasino, que debe de ser de mi quinta, y que anduvo en la secta en los mismo años que uno, aunque él allende y yo aquende. También a Mediterráneo, siempre tan fina, tan elegante, tan profunda, tan en el clavo.

Mucho se ha hablado en las últimas semanas y meses del horizonte 2028 como fecha del colapso de la secta. Podría ser, ojalá, por el bien de todos, sobre todo de los in, pero también de la Iglesia, en particular, y de la sociedad toda en general: basta de obispos comprados, padres engañados, adolescentes formateados y mujeres esclavizadas con el uniforme servil de una vocación que E$criba se sacó de la manga por pura megalomanía y veleidades aristocráticas decimonónicas que, estoy seguro, no solo rechinan en la audiencia cuando las valientes NAX argentinas lo denuncian, sino que, no lo dudo, hierve en las conciencias de muchas numerarias que, desde dentro, saben que en el siglo XXI, da igual el país, si algo no se sostiene, ni bajo “mandato divino inalterable”, es el régimen dizque medieval de esas pobres mujeres sometidas a quasi esclavitud con cofia, delantal, cilicio y santo rosario.

A propósito de tan “magna” celebración del Centenario, quiero traer a colación un dato histórico que se relaciona con una oración que muchos lectores de Opuslibros rezamos durante años. En efecto, en las Preces de la Obra hay un versículo que reza: “non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam”, apelando a una “humildad institucional” que buscaría (o tempora!) la gloria de Dios y no la propia (ja, ja y rejá). Pues bien, como muchos lectores saben, esa frase pertenece a un himno que deriva del Salmo 113:9. San Bernardo de Claraval lo impuso a la Orden de los Caballeros Templarios como lema.

San Bernardo fue el primer padre espiritual de la Orden. Este histórico lema de los templarios resumiría en unas pocas palabras el ideal y el propósito de su existencia. Los primeros hermanos no vivían y luchaban por interés personal, sino por un ideal: el establecimiento de la sociedad cristiana, una civilización dedicada a la gloria de Dios. Seguramente el propósito fundacional era grande y santo, el problema es que se convirtieron en los primeros banqueros de Europa merced a las cruzadas: los famosos “pagarés”, origen de nuestros cheques y billetes bancarios, que evitaban así el riesgo de perder grandes sumas en metálico durante los peligrosos trayectos de Europa a Jerusalén. Al cabo acapararon una inmensa riqueza y un inmenso poder (¿les suena?), eran un tipo de fraile “especial”, dada su condición laical de “soldados de Cristo” que luchaban por defender la fe ante los infieles. Se hicieron dueños y señores del reino latino de Jerusalén durante varias décadas, incluso tras la caída de la Ciudad Santa en manos de Saladino (atentos ahora) el 2 de octubre de 1187, conservaron san Juan de Acre hasta 1291.

A partir de aquí su luctuoso final es bien conocido, en 1307 son condenados por herejía, disuelta la orden y en 1314 su último Gran Maestre, Jacques de Molay, fue quemado vivo, en compañía de otros capitostes del Templo, en París, amenazando por su injusta muerte al Papa, Clemente V, y al rey de Francia, Felipe IV, y emplazándoles a acompañarle antes de que acabara el año, como así fue. Sic transit gloria mundi.

Ramana









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