Tomar el rábano por las hojas.- Zartan
Fecha Wednesday, 16 February 2022
Tema 077. Numerarias auxiliares


Eso es lo que me decían a mí cuando me fijaba en lo accesorio en lugar de lo principal. Y con el tema de las nax nos puede ocurrir algo parecido: que si el vestido negro y la cofia blanca, que si el trabajo que hacen, que si antes se vestían de “recuperación” de lo que desechaban las numes, que… todo eso -en mi opinión- son las hojas, el rábano es más bien lo que apuntaba Gervasio en "La vocación de sirvienta" esa inamovilidad profesional, nunca pueden llegar a ser “Manolitas” (me ha hecho mucha gracias eso), su vocación sobrenatural va intrínsecamente unida a su trabajo. Es como si hubiese numes que pitan de especialistas en girar tornillos en el sentido de las agujas del reloj y otros que pitasen de desatornilladores y, si cambias el giro del tornillo quedas automáticamente fuera de la barca.

El rábano es el trato que se les da, es la imposibilidad de pensar en otra dimensión profesional, es mantenerlas en un nivel cultural “adecuado”, es… lee el artículo de Gervasio.

Respecto al uniforme negro me importa un rábano, o mejor dicho no. Voy a explicarme.

Cuando comencé a preparar un doctorado, junto a la matrícula, venía el derecho a comer en el comedor de profesores y doctorandos de la Universidad. Un lugar que, en principio, uno supone como la crema y nata de la intelectualidad. En este caso era la Universidad Autónoma de Madrid y siempre recordaré mi primer almuerzo en dicho lugar. El plato fuerte eran lentejas y, como en esa época no se había inventado todavía el colesterol, entre las lentejitas venían sus tropezones de chorizo, tocino y otras porquerías similares. De verdad que estaban para chuparse los dedos e incluso los codos. Pues bien, a mitad del ataque apareció, quien supongo que era el cocinero, venía en camiseta de tirantes y entre su mano izquierda y el correspondiente sobaco, venía una tremenda olla con más lentejas para añadirlas a los platos de quien quisiera (nos apuntamos varios al relleno). También me ha tocado ser servido por elegantes señoritas de uniforme negro, con cofia blanca y no recuerdo si también con guantes.

Pues, creedme, prefiero estas segundas al energúmeno de axilas autoventiladas, aunque -he de reconocer- sus lentejas me supieron a gloria (anche l''occhio vuole la sua parte). He tenido también experiencias intermedias como “le lottatrici di San Potito” que eran unas señoras precisamente de San Potito D’Ocre (que sí, que hay un pueblo que se llama así) y que tenían dos tipos de indumentaria: o el camisón tipo Auschwitz o unos multicolores atuendos que hacían dudar del buen gusto y estilo italiano.

Por otra parte me ha tocado vivir también en centros sin administración o, mejor dicho, que nosotros mismos intentábamos suplir esa ausencia con resultados bastante discutibles. Tengo en mi haber el conseguir en una ocasión dejar toda la ropa del centro del mismo color: gris primavera rata del desierto. Pero todo todo, desde las camisetas y calcetines hasta camisas que un día fueron blancas. También descubrí como, lavando un jersey de lana, se lo puede convertir en un guante para dos dedos. Yo no conocía el efecto encogedor del agua caliente en la lana. Lo aprendí de la manera mala y también el dueño de la prenda.

Entiendo perfectamente la necesidad de profesionalidad en la gestión de una casa, pero no termino de entender (bruto que soy) la inseparabilidad de eso con la vocación sobrenatural. El servicio a los demás lo entiendo y también entiendo que eso puede llenar los deseos de una persona y hacerla feliz, lo que no consigo digerir es la posición de los superiores (o las) al respecto.

Por otro lado, casualidades de la vida, debajo de una hojas de rábano suele haber un rábano. Con esto quiero pensar que las diferencias externas (pasadas y presentes) no son simplemente hojas, son elementos que marcan la diferencia.

Hace muchos años un maestro mío me dijo que, con frecuencia, cuando le pones un adjetivo a un sustantivo, de alguna manera cambias la esencia de ese sustantivo. Así, por ejemplo, si hablas de oro alemán todo el mundo tendrá claro que eso no es oro, aunque pueda parecerlo. En aquella ocasión él me hizo ver que la expresión “democracia orgánica”, tan de moda en aquella España, quería decir que de orgánica poco y que de democracia menos. Pues lo mismo creo que pasa cuando a la palabra numeraria le añades lo de auxiliar, que de auxiliar mucho, pero de numeraria poco. Que sí, que todos somos iguales, pero que unos mas iguales que otros.

Ya sé que no me toca a mi cambiar nada en la obra y que nadie me hará caso sobre todo porque no doy consejos, solamente divagaba sobre la auxiliarez y las diferencias esenciales que hay con la numerariez.

Desde mi selva, abrazos por doquier.

Zartán de los Nomos







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